¿Se va el mito por la voz?

Hay situaciones que realmente asombran por su profunda carga de absurdo. Pero, al mismo tiempo, sorprende cómo pueden llegar a poner en primer término un aspecto determinado. En el caso que queremos comentar en este editorial de canícula, es el sonido, el sonido de la voz lo que se pone en primer término. Y el caso es el que el lector seguramente ya conocerá (las redes sociales y los medios tradicionales lo han expandido hasta la saciedad, New York Times o The Guardian incluidos): la polémica sobre lo real o no del encuentro con la voz de uno de los mitos del siglo XX, el de Frida Kahlo. Para el que no lo conozca todavía, en este artículo del mexicano Reporte Índigo se describe bastante bien el conflicto.

En resumen, la discusión está en torno a la veracidad de una grabación de Televisa Radio en un programa dedicado a Diego Rivera, grabado en una cinta de carrete abierto, que la Fonoteca Nacional de México hace pública con la voz de Frida Kahlo. A partir de ahí se arma un verdadero revuelo en torno a su timbre: que si es demasiado meloso, que si podría ser así, que si no… Incluso aparece uno de sus alumnos, Guillermo Monroy Becerril, diciendo que él tiene la voz de Frida grabada en la cabeza y no es la de la cinta. Un dato imposible de comprobar científicamente pero que añade un halo de veracidad melancólica en muchos seguidores de la artista. Monroy Becerril declara a EFE que “la primera vez que yo la conocí la registré como una mujer con una voz muy dulce, muy risueña. La oímos en la televisión y me parece que no tiene que ver nada, porque Frida no hablaba así, con esta afectación que yo he escuchado”. Es decir, la voz de la Kahlo no puede ser afectada, el mito de mujer-fuerza empieza a resquebrajarse, a perder fuelle a través de unas hipotéticas cuerdas vocales no correspondientes al modelo que la sociedad se ha formado de la artista. El sufrimiento de una vida especialmente dolorosa llevado a la obra pictórica, la autoridad de quien rechaza, del propio Breton, el término “surrealista”, el símbolo feminista construido alrededor de su figura… Todo parece ser anulado, o al menos, atenuado, por un timbre tirando a dulzón. ¡Qué desastre! ¡La voz del mito no puede ser así! Y si lo era, ¿por qué Frida es menos Frida? Parece un contencioso demasiado severo que, por otro lado, nos muestra cuán poderosa es la imagen sonora de la palabra, hasta qué punto puede incidir en el personaje. Del dictador Franco se recuerda –como una contraposición a la barbarie- su voz atiplada y algo indefensa. ¿Qué hubiera ocurrido si no hubiéramos conocido su voz y ahora nos la hubieran sacado de un archivo fonográfico? ¿Hubiera tenido un efecto sedante respecto a su figura devastadora y asesina? Esperamos que no, pero no nos gustaría verlo, por si acaso (sobre todo ahora, que nuncios vaticanos hablan de él como si no estuviera claro lo que fue).

Las últimas palabras del diario de Frida Kahlo fueron “Espero alegre la salida y espero no volver jamás“. Pues ha vuelto, a través de una posibilidad en forma de voz. Impostora o no, esta vuelta parece de todo menos crítica. El mito se verá afectado o no pero no será en la puesta en juego de su obra artística o de su vida en torno a su obra. Salvo que entendamos –con toda lógica- que su vida y su voz no son cosas separadas, pero en este caso, sigue sin aflorar nada mínimamente interesante que vincule su timbre vocal a la obra. Así, la polémica que ha devuelto a la vida a Frida se antoja demasiado próxima al amarillismo, un amarillismo que, en esta ocasión, se sumerge en las profundidades de la fonografía.

En este vídeo puede escucharse, a partir del minuto 2:20 aproximadamente, el motivo de tanta controversia:

embedded by Embedded Video

 

Licencia Creative Commons
¿Se va el mito por la voz? por Redacción, a excepción del contenido de terceros y de que se indique lo contrario, se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 International Licencia.