Dos historias chinas

China es un país que tiene la particularidad de aparecer en las noticias cuando menos lo esperamos y por las razones más inauditas. Es, indudablemente, un actor mundial de primer orden pero que siempre aparece a la sombra, como agazapado y actuando sotovoce del ruido mediático. Entonces, salta una noticia a un medio, y nos sorprende, pero nunca activa –o no permite activar- ese mecanismo por el cual los grandes medios y agencias toman una noticia para auparla a las portadas.

Nos han llamado la atención dos noticias de esas que ocupan los interiores recónditos de los periódicos (si habláramos de papel, lo que ya empieza a ser una ironía). La primera tiene que ver con esto que decimos y, sobre todo, con las oscuridades de la política; la segunda, es más bien un exabrupto marquetiniano.

Según diferentes medios, como el ABC, las acciones de la embajada china en España al Teatro Real impidieron las dos representaciones que la compañía de danza tradicional china Shen Yun tenía ya contratadas en Madrid para final de enero e inicio de febrero. El supuesto motivo es que el espectáculo toca, en determinado momento, algunas cuestiones “delicadas” para el régimen, como la acusación de violaciones de los derechos humanos perpetrados contra los practicantes de la disciplina espiritual Falun Dafa. Incluso el diario chino La Gran Época –versión en español de Epoch Times, con sede en Nueva York y, eso sí, como puede suponerse, de tendencia poco amable con el régimen de Pekín-, muestra en un vídeo una conversación-trampa entre el embajador chino y una periodista que se hace pasar por alguien del sistema donde se descubre el “pastel”. Obviamente el Teatro Real no reconoce estas versiones y alega “problemas técnicos” como motivo de la suspensión.

Salvando el hecho de que es muy difícil –por no decir imposible- conocer la veracidad de las acusaciones, si pensamos que son ciertas, resultaría bastante escandaloso que un teatro público de un estado de derecho retire de su programación un espectáculo –incluso con cerca de 700 entradas vendidas- por presiones políticas de un régimen que tiene poco de democrático. Evidentemente, de nuevo, estaríamos hablando de censura, una censura cuyo interés final –para el teatro español- sería probablemente evitar cualquier roce con un país que, como indican algunas informaciones, es un mercado potencial importante para los teatros de ópera occidentales.

Acabar con Schubert

La segunda noticia, resulta más divertida, y seremos breves porque se comenta sola. Se trata de un hito de la tecnología de la compañía de móviles chinos Huawei, que ha anunciado que su modelo AI será capaz, mediante inteligencia artificial, de terminar la Sinfonía n.8 en Si menor de Schubert, una versión que se estrenará el 8 de este mes en el Cadogan Hall de Londres.

Ahora sólo queda que algún móvil logre resucitar a Franz para preguntarle qué le parece y si quiere revisar algo.

 

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