El mundo analógico de Nick

Nick lleva construyendo instrumentos musicales electrónicos bastantes años, a partir del principio –por cierto, cada vez más transitado- de obtener algo único, casi intrasferible, donde la sensación de que lo manual, lo aprensible, todavía puede pervivir de algún modo.

Empiezo con una idea que viene a mí fugazmente y que diseño más o menos sobre el papel. Si se trata de una buena idea, entonces me obsesiono tanto con hacerla mía de verdad que me paso meses trabajando como un burro en mi habitación hasta conseguirlo.

Nick actúa de manera no muy diferente a como nos gustaría a muchos hacerlo, en clara transgresión del tiempo que nos ha tocado vivir. El hecho de que casque la lavadora y la posiblidad de salvarla, armados de un ingenuo destornillador, se torne en vana intención, se traduce (al menos en buena parte de los que pertenecemos a unas generaciones no recién llegadas) en sensación de vértigo, de impotencia ante la imposibilidad de control sobre lo que nos rodea, de una dependencia que irremediablemente condiciona nuestra existencia.

Así, Nick, como muchos otros músicos, decidió en determinado momento trabajar en un entorno mínimamente aprehensible, en el que lo tangible pudiera centrar y articular su actividad. Y, obviamente, este entorno debía ser analógico. Pero Nick parte de una visión sobre lo analógico algo particular:

He comenzado a creer que el carácter del sonido analógico tiene mucho que ver con la teoría del caos y que avanzar a través de los circuitos analógicos es encontrar similitudes con los sistemas caóticos naturales […], en lugar del enfoque tradicional, donde se trata de suprimir las imperfecciones para obtener que el circuito se comporte como un ideal matemático.

Desafortunadamente, aunque Nick plantea un asunto de gran interés científico-filosófico, con el que seguramente podríamos ocupar bastante espacio, no nos queda más remedio –la sección está planteada así- que pasar ya, y con brevedad, a lo que nos ocupa, que no es otra cosa que la de dar un primer y fugaz paseo por su web que sirva al lector (si es que logramos excitar su curiosidad) como preludio de una visita más detenida.

Pues el caso es que la curiosidad no está exactamente en la actividad manual de Nick (ni en ese aire retro que despliega no sólo su propuesta instrumental sino también su música, que puede escucharse en el mismo lugar). No, lo interesante y lo que trae a esta sección esta web es que a través de ella podemos probar la propuesta analógica de la que hemos hablado (mínima traición a ese “no digital”, eso sí, bien motivada en pro de mostrar al público la creación propia). Porque Nick no sólo muestra sus interesantes artilugios sino que ha dispuesto una sección para que dos de ellos puedan ser probados online, mediante una aplicación Flash: se trata de The Beast y The Harmonicon. Y en ambos su autor hace un buen despliegue de argumentación teórica sobre la construcción, lo que nos permite hacernos una idea de cómo se ha planteado cada proyecto organológico.

Como hemos prometido brevedadad, sólo queda decir que la web completa, que desde luego recomendamos visitar, está en el dominio http://nicksworldofsynthesizers.com

¡Buena exploración y a disfrutar!

 

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