José Iges (a solas) en el C3A. Un vergel de ideas resonantes

Cuando hace ya un buen puñado de años –tantos como 16- José Iges (Madrid, 1951) comenzó a idear su ciclo Dedicatorias no sabía entonces las amplias consecuencias y resonancias que iba a adquirir esta colección de miniaturas dedicadas a glosar/homenajear a las múltiples personalidades con las que el compositor y artista madrileño se ha cruzado en su dilatada trayectoria. Ciertamente la obra de Iges, como él mismo reconoce, ha sido toda ella muy autobiográfica. El Centro de Creación Contemporánea de Andalucía (C3A), con sede en Córdoba, inaugura el 21 de junio la exposición individual Autorretratos, que podrá visitarse hasta el 5 de enero de 2020 y que comisaria Alicia Murria.

La muestra se centra en un conjunto de trabajos realizados en solitario durante las últimas dos décadas. “Mi obra ha surgido toda ella de forma desordenada, siempre he disfrutado de un grado de libertad mayor que el de otros muchos colegas”, reconoce Iges, acaso porque su trayectoria también se ha expandido (y de qué manera, en los ámbitos de la comunicación, la composición, la performance y un largo y muy hidal(zaj)guiano etcétera…) “El hilo común que reúnen las obras de este proyecto para el C3A es el carácter autobiográfico que todas ellas poseen de una forma u otra. Ese tono se enfatiza en algunas ocasiones con la puesta en juego de viejos objetos que tienen también por ello su propia biografía, acaso un reverso de los ready-made duchampianos”, reflexiona.

 

“Me gusta el trabajo con materiales viejos, busco en ellos todo ese asunto tan complejo e inasible de la identidad, de cómo nos reflejamos en ellos. Y, bueno, siempre he tenido interés por los soportes físicos”, dice. Y aunque la exposición constituya un punto importante en la carrera de Iges, esta se encuentra “lejos” de clausurar capítulo alguno “Más bien yo diría que abre, me abre, nuevas vías de exploración. Yo trabajo muy lentamente y mecuesta ver cómo encarno las ideas. Así que después de concretar Autorretratos puedo decir que tengo otros pensamientos, otros hilos de los que tirar…”

Quizá sea Biblioteca secreta una de las instalaciones más radicalmente conceptuales y sorprendentes del momento creativo que atraviesa Iges. “A vueltas con los juegos con antiguos trastos en esta obra lo llevo al extremo. Se trata de una serie de fotografías que muestran el rastro dejado por el polvo en una pared tras lo que fuese una biblioteca”, explica. Una idea que surgió a partir de la contemplación del desmantelamiento de una biblioteca real (la del desaparecido Ricardo Bellés) y tras la lectura de un texto del crítico y poeta Kenneth Goldsmith. Todo Iges, en sí mismo, es un cúmulo inagotable de referencias meta-culturales que siempre, de una forma u otra, han estado presentes en su obra. Esto sucedía por ejemplo, de una forma diáfana, en la obra sonora Music Minus One I: Concierto Barroco (1995), donde la intertextualidad remitía al pasado musical. “Sí, mi obra es exigente. En los museos hay gente a la que le cuesta incluso ponerse los auriculares… Pero, en fin, yo hago propuestas, allá quien recoja el guante”, dirá.

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Uno de los empeños mayores de la exposición que nos ocupa es el alumbramiento de la instalación Fondo ilusorio de espejos, título que procede de un relato de Jorge Luis Borges y que nació a partir de una serie de acciones que José Iges realizó hace años en la Granja de San Ildefonso, en el entorno de “la casa de un chamarilero que tenía miles de objetos y una sala en la que había muchos espejos”. Y, volviendo a Goldsmith (creador del fondo UbuWeb), el madrileño recuerda una frase de aquel: “Si es cierto que mi identidad está por definirse es importante que mi trabajo refleje todo eso”. “No creo que sea fácil definir qué es mío y qué no lo es”, abunda Iges en la misma dirección.

Por eso esta instalación “está colmada de la idea de reflejo, de máscara, de identidad. En ella leo frases de libros de mi biblioteca que me representan de alguna forma y con las que compongo una partitura”. Al recitado de los textos se añade una colección de selfies del propio creador, todos ellos presentados con marcos antiguos. “Hay también un vídeo que está hecho con una selección de esas fotos que yo mismo me tomé, y hay un segundo vídeo en el que hago una acción sobre un espejo puesto en el suelo y sobre el que apilo libros jugando con su equilibrio”. Fondo ilusorio de espejos es, a la postre, “una instalación inmersiva porque, además, el espectador está reflejándose todo el tiempo en la gran cantidad de espejos antiguos que se despliegan por la sala”. “¿Dónde acabo yo y dónde empiezan los demás? Ese es el sustrato de toda la obra, esa es la pregunta”, resume.

Hay muchos más Iges en esta muestra que anidará en varios de los imponentes espacios de hormigón del C3A. Es el caso de la serie de videoperformances Dedicatorias que ahora adoptan una nueva vída con imagen tras su fijación en disco en el año 2016 en el sello de María de Alvear, World Edition. “Son acciones hechas en tiempo real que utilizan los audios de Dedicatorias y que, en algunos casos, tienen sonidos añadidos”. Son (aquí) 14 en total, agrupadas en series de tres, y que terminan con la dedicatoria que hace a su compañera de vida Concha Jerez, Infinito, con cuya propia obra artística tantas veces se ha fundido. “Esto es porque tenemos intereses comunes, elementos de tangencia. Ella es más conceptual, yo diría que soy más fluxista” (…) “Al principio cada uno hacía lo que quería pero cuando nos esforzamos para que nuestras obras convergieran en las performances buscamos no traicionar nuestra manera de crear. Mi trabajo es más poético que el de ella, entiéndase, su poética es más descarnada. En términos de jardinería diríamos que ella cuida más la enredadera y yo me ocupo de los injertos”.

De más pequeñas dimensiones, pero bellamente imantada por la retórica de Iges, es la obra El retorno de Ulises. Vemos aquí una maleta con chapas autobiográficas y mapas de ciudades que ha visitado el autor. Dentro de la maeta hay un pequeño equipo de sonido que reproduce 16 de las Dedicatorias que tienen que ver con la idea del viaje y del paisaje sonoro. Otra, Artecisoria, tiende al infinito, lo poetiza. “Dedicada a Javier Maderuelo está hecha tomando un segundo de cada una de las obras del disco. Un programa informático las selecciona al azar por lo que el número de variaciones es infinito”. “Realmente no sabía que Dedicatorias, una obra volcada hacia los otros pero que refleja una cierta autobiografía mía iba a alcanzar tantas formas”.

Junto a otros trabajos de formato más reducido lo sonoro, por si las dudas, continúa teniendo un enorme peso específico en la mirada reflexiva de Iges, tan cargada de humor como de un fino tono taciturno. Sí es cierto, como él mismo reconoce, que en el presente se encuentra algo más alejado de la música partiturizada. “Ahora va a salir un disco de violín de Manuel Guillén donde hay una obra mía, Viaje, que todavía no ha sido estrenada. Me he alejado de ese mundo porque no ha habido interés y oportunidad de seguir en esa línea de continuar creando obras estrictamente musicales. No es una vía cerrada, pero sí en retroceso”.

 

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José Iges (a solas) en el C3A. Un vergel de ideas resonantes por Ismael G. Cabral, a excepción del contenido de terceros y de que se indique lo contrario, se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 International Licencia.