Obras para ser humano: Dibújame tu vida
Hace algunos años, mientras tomaba un café con mi amiga Araceli Campos[1], ella tomó una servilleta y me explicó las diferentes fases de su vida con un dibujo esquemático. Resultaba fascinante escucharle comprimir años de experiencias tan diversas en unas pocas líneas sobre un papel arrugado. Aquella conversación me marcó, guardé como un tesoro la servilleta y a ella le prometí que, algún día, haría una obra con todo eso y se la dedicaría.
En 2013 la semillita de aquella conversación, largamente incubada al calor de la libreta en blanco que siempre me acompaña, floreció en forma, como no, de rito in musica. Pero algo que emanó de la naturaleza de esta obra, que titulé Dibújame tu vida, cambió mi rumbo con respecto a las anteriores. Hacía tiempo que me llamaba la experimentación musical con intérpretes no músicos; quería probar cómo sería ofrecer a cualquier ser humano dispuesto a ello la posibilidad de vivir un proceso ritual a través de la expresión musical. Dibújame tu vida fue en ese sentido la puerta de entrada a un sendero para mí nuevo y fascinante.
Si a menudo mis partituras habían quedado reducidas a meros gráficos, en algunos de los cuales la aparición de notación musical convencional era ínfima, anecdótica o directamente ausente, esta vez la partitura consiste en un par de hojas escritas llenas de instrucciones, y nada más. Instrucciones que, para ser debidamente cumplidas, no exigen conocimiento musical alguno ni experiencia previa sobre un escenario. Instrucciones que, para ser cumplidas debidamente, sí exigen una profunda inmersión en las arenas movedizas del pasado íntimo transmutado en recuerdos.
Las instrucciones se resumen en tres fases (en cada una de las cuales se detallan minuciosamente en la “partitura” los pasos a seguir y de qué manera hacerlo). En la primera hay que dibujar sobre un papel un esquema que represente para nosotros nuestro pasado; en la segunda, trasladar ese dibujo al suelo del espacio escénico donde vaya a desarrollarse el ritual; en la tercera y última, efectuar un recorrido físico sobre lo dibujado durante el que se han de traducir sonoramente las vivencias asociadas a cada tramo (y eso admite desde la más sofisticada trama musical hasta los sonidos más básicos que puede emitir cualquier persona por sí misma o valiéndose de cualquier objeto). El tiempo de materialización sonora de la obra debe calcularse en torno a diez minutos.
Puse en marcha este proyecto en México DF en el verano de 2013. La obra se estrenó en la Fonoteca Nacional el 14 de agosto; Sonia Carillo fue la primera en atreverse a bucear en su interior y traer al público asistente los tesoros hallados. Tras meses de preparación, se enfrentó al escenario envuelta en cuerdas y durante unos diez minutos habló, gritó, cantó, tocó el violín y dibujó con sprays. Y tras todo ello confesó haber experimentado una intensa vivencia de crecimiento personal.
Con eso yo ya habría considerado el experimento todo un éxito. Pero hubo más: varios de los asistentes quedaron impactados con la obra; hasta el punto de que algunos de ellos decidieron acudir a un taller especial que, dos días más tarde, se celebró en el Laboratorio de Arte Alameda y en el que durante una jornada completa cinco voluntarios asistidos por Sonia y por mí misma montaron la obra.
Ninguno de los cinco era músico con formación clásica. De hecho, sólo dos de ellos eran músicos, uno formaba parte de un grupo de música popular mejicana y otra cantaba fados. El resto no había tenido ninguna experiencia musical previamente. Todos se implicaron apasionadamente en la tarea. Nadie les pidió ninguna explicación de sus dibujos ni de sus actos. Simplemente siguieron las instrucciones y, al caer la tarde, ofrecieron cada uno su versión.
El resultado: cinco experiencias artísticas a través de cinco cuerpos sonoros explicando su pasado. Cinco recorridos simbólicos emocionantes e irrepetibles. Nadie regresó a casa como había venido; ni ellos cinco, ni el público ni, mucho menos, nosotras.
[1] Araceli Campos Luque es profesora de Historia de la Música y Licenciada en Historia del Arte. Asimismo, estudió música, danza y arte dramático y ha tenido experiencias escénicas prácticas en todas esas especialidades. Eso le proporciona a mi juicio una visión de privilegiada perspectiva sobre cualquier manifestación artística actual.
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