Relevo en el 3 en 1
No dejamos la política (si se empeñan, no seremos nosotros quienes esquivemos los temas). Si se leen los titulares sobre la reciente destitución del ministro José Ignacio Wert, sucedida el pasado 25 de junio, se observará que son muy pocos los medios que nombran al ministerio por su denominación completa, el 3 en 1: “Ministerio de Educación, Cultura y Deporte”. Casi todos llevan titulares muy parecidos al siguiente: “Iñigo Méndez de Vigo sustituye a Wert como Ministro de Educación”. A ver si se nos va a olvidar ya que el Sr. Wert ha sido también responsable de la cultura y que, por poner sólo el ejemplo más sonado, bajo su mandato se logra el hito de colocar el IVA cultural español como el más elevado entre los de los países de nuestro entorno europeo. Es cierto que el roto en educación que ha dejado el ministro saliente es notable, pero no lo es menos el desinterés por la cultura que ha demostrado, con un descenso espectacular de la partida presupuestaria destinada ésta desde su nombramiento y –lo que es incluso peor- muy frecuentemente supeditándola a la “lógica” de la rentabilidad y del mercado (algo, por cierto, no exclusivo de los gobiernos del PP).
¿Y por qué el 3 en 1? ¿Qué tipo de engrase se busca –y esto sí es una cosa de la derecha- unificando dos o tres ministerios en uno? Repasemos: el primer ministerio de cultura de la democracia fue denominado como “Ministerio de Cultura y Bienestar” (curiosa la asociación, no se sabe qué pensar); después, con Adolfo Suárez, Leopoldo Calvo-Sotelo y Felipe González, se mantuvo firme e independiente como “Ministerio de Cultura”. Fue con José María Aznar con quien empieza a darse la unificación, en la primera legislatura, Educación y Cultura, en la segunda, sumándole Deporte. Tras una vuelta a la soledad, todavía con Aznar y después en la legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero, volverá el 3 en 1 actual, ya con Mariano Rajoy.
Razones de ahorro son las que siempre han esgrimido los gobiernos para fusionar los ministerios, algo que demuestra claramente el escaso interés por mostrar –aunque sólo sea mostrar- cierta coherencia de planteamiento. ¿Alguien nos puede decir cuánto cuesta un cambio de ministro a las puertas de las elecciones? ¿Era realmente necesario? Por ahí se habla de la salida de Wert casi como un premio a no se sabe qué méritos, pero parece que –al menos según algunos medios- su pareja sentimental alardea de que será colocado por Rajoy como embajador de la OCDE, lo que les permitirá residir bien juntitos en París. ¿Qué le costará a las arcas del estado tamaño despropósito? Sólo en membretes seguro que se va un pico…
Cada vez que conocemos la financiación destinada a un ciclo de conciertos, un festival o la temporada completa de un teatro, y por otro lado, pensamos en los derroches caprichosos e indecentes que hacen los gobernantes con el dinero público, volvemos a preguntarnos cómo sería la cultura de este país si el dinero se empleara de forma mínimamente razonable (y los ladrones no tuvieran acceso libre a las arcas, claro). Sin lugar a dudas seríamos una gran potencia.
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