Renovar por debajo de la cáscara (y una entrevista)
Hace unos días podía leerse en un diario nacional el titular “El Liceo apuesta por incluir más ópera contemporánea”, una declaración de su actual directora Christina Scheppelmann. La redacción del artículo dejaba huérfano de autor musical a la primera ópera actual nombrada: Quartett, de la que indica “concebida hace cuatro años por La Fura dels Baus” (imaginamos la cara de Luca Francesconi si no viera su nombre en ningún lugar del texto). Es lo que últimamente les pasa a los compositores cuando sus óperas son llevadas al escenario por famosos directores de escena. Pero sigamos, obviando el despropósito.
Por otra parte, hace dos días se anunció el nuevo director del Teatro de la Zarzuela, el escenógrafo, director artístico y productor Daniel Bianco, que también habla en su primera comparecencia pública y en alguna entrevista con los medios de renovación generacional, de poner otra mirada sobre el género, e incluso de su intención de realizar un encargo de creación.
Da la impresión de que, afortunadamente, el problema de la renovación sigue en la mente de los directores de grandes teatros de ópera, aunque no siempre se consiga afinar lo suficiente para atacar el problema, o directamente se confundan los objetivos (hablamos en general, sin apuntar a los casos concretos que hemos mencionado). Al arte, las crisis siempre le han ido bien. Son tiempos ricos en ideas y en producción. Desgraciadamente la miseria aviva el ingenio y alguna cosa más. Quizá esta crisis –y desde luego no nos referimos únicamente al plano económico- debería también contribuir, desde el plano gestor, a encontrar vías para abordar el problema de unos géneros que han quedado lastrados por las fórmulas de hace más de un siglo, y es fácil que se presenten como extemporáneos si no se sabe cómo tratarlos. Por ejemplo, la fórmula de superponer la figura de la dirección escénica por encima del compositor es –además de cuestionable éticamente- una forma de venta que se ha revelado bastante infructuosa a la hora de atacar el problema de la renovación. Reiterar ambientaciones que nos situan en nuestro tiempo (cuántas veces hemos visto, como propuesta de “modernización”, al Marine como sustituto fácil del soldado de época) es una triste y vacía forma de renovar. Se cambia la cáscara pensando que, al menos en la ópera de repertorio, el interior se basta –en ocasiones, escusándose en la supuesta universalidad de sus temáticas (unas lo son, otras no)- para convencer. Y esto no es así de sencillo.
Pero no es este el espacio para continuar elucubrando, y de la primera enumeración, todavía nos falta un gran teatro por nombrar (la Maestranza la dejamos por el momento): el Teatro Real. Un teatro cuya renovación directiva se ha producido también hace poco tiempo. De hecho, la temporada que ahora comienza es la primera en la que Joan Matabosch, su actual director, desarrolla un proyecto completamente propio, sin los condicionamientos de su sucesor. Así que hemos aprovechado este momento para entrevistarle y preguntarle, entre otras cosas, por su visión respecto a la creación actual y la música de nuestro tiempo.
Así que con esta interesante entrevista abrimos este número de octubre. Que lo saboreen.
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