Y ándese la gaita por el lugar

Piantón es una pequeña parroquia del concejo de Vegadeo (Asturias) donde una vez al año músicos profesionales y aficionados de todo el mundo se dan cita para crear, entre todos, un festival muy peculiar que este próximo verano de 2017 celebrará ya su séptima edición. Y es peculiar, precisamente, por esa convivencia de niveles de formación técnica tan dispares y, a la vez, tan complementarios: jóvenes estudiantes de los conservatorios superiores más prestigiosos de Europa y solistas de diferentes orquestas reunidos para tocar con abuelos y nietos del pueblo o con coralistas que, aunque incapaces de leer una partitura, son más capaces que nadie de ofrecer a la música todo su corazón. Este milagro, además de a un entorno natural privilegiado y estimulante, se debe al esfuerzo desinteresado de muchos voluntarios que, bajo la coordinación de Íñigo Guibert (dirección de coros) y Elena Montaña (mezzosoprano), trabajan todo el año para hacerlo posible.

A lo largo de los días que dura el festival, todos lo participantes se afanan en preparar un concierto final en el que, como colofón, cada año se estrena una obra de encargo especialmente concebida para el conjunto, siempre heterogéneo y cambiante, que participe en esa edición. Yo tuve el privilegio de recibir ese encargo para la edición del 2013. Y el conjunto resultó estar integrado por un coro de niños, un coro mixto, una gaita, varias flautas, un oboe, varios clarinetes, dos fagotes, una trompa, un acordeón, dos violines, dos violonchelos y un contrabajo…preciosos ingredientes para crear casi cualquier cosa…

Y pensando en ellos imaginé una gaita asturiana gigante formada por criaturas vivas, y distribuí a los músicos disponibles en cuatro grupos:

  • Soplete: Flautas (tanto de pico como traveseras), oboe y clarinetes.
  • Roncón: 2 fagotes, trompa y acordeón.
  • Punteru: 2 violines, 2 violonchelos y contrabajo.
  • Fuelle: Coro de niños y coro mixto.

Su colocación espacial en el escenario del concierto sería la siguiente:

En esta distribución falta la gaita propiamente dicha. Y es que, bajo la denominación en partitura de “gaita lejana”, se le pide que debe estar situada fuera del recinto del concierto, de forma que se le escuche pero no se le vea y a ser posible que se le escuche lejos.

La obra se estrenó en la Casa de Cultura de Vegadeo el 2 de agosto de 2013 bajo la dirección de Íñigo Guibert. En el programa del concierto podía leerse:

El título de esta obra es una expresión popular, ya en desuso pero que en su día fue utilizada por poetas españoles de gran renombre, entre ellos el propio Góngora. Según el Real Diccionario de la Lengua, se empleaba “para dar a entender la indiferencia con que alguien mira aquello que por ningún concepto le importa o interesa”.

La obra es un canto sencillo a la felicidad de hacer música. Un intento de crear un instante de vivencia para intérpretes y oyentes durante el cual ninguna otra cosa del mundo importa, sobre todo las indeseables como el dolor, la crisis, la hipocresía, la crueldad o la tristeza.

Para ello, todos los intérpretes juntos crearán una especie de gaita gigante imaginaria que emitirá, como las gaitas reales, varios sonidos simultáneos que entre ellos conviven en perfecta armonía hasta percibirse como una unidad.

Al día siguiente se repitió al aire libre en la plaza principal de Piantón. En ese concierto, por deseo de los participantes, la obra se interpretó dos veces: querían volver a sentirla, envueltos por una puesta de sol que no olvidaré nunca. Aquella experiencia quedó recogida en vídeo, y aunque un vídeo nunca jamás pueda traernos los olores y la brisa suave de una tarde de verano, al menos sí podrá darnos una idea de cómo fue aquel momento de único:

embedded by Embedded Video

 

Licencia Creative Commons
Y ándese la gaita por el lugar por Diana Pérez Custodio, a excepción del contenido de terceros y de que se indique lo contrario, se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 International Licencia.