¿Cómo escuchas lo que escuchas? (II)
Hoy, le confieso, tengo un inmenso trabajo para usted. Sin embargo me atrevo a asegurarle que después de estos desafíos su forma de escucha cambiará casi por completo. Incluso me atrevo a advertirle que es posible que su pensamiento acerca del sonido cambie por completo.
Comencemos. Le propongo pensar en una onda de sonido.
Qué raro, ¿no? ¿Qué le haría a usted pensar de repente en una onda de sonido?
¿Por qué? ¿Para qué?
Bueno, me retracto. Piense usted, amable lector, en una pista de baile atestada de parejas bailando un vals, el primer vals que a usted se le venga a la cabeza. Aquí comparto una versión de André Rieu del An der schönen blauen Donau op. 314 (El Danubio azul) que es el primer vals que a mí se me viene a la cabeza.
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Imagine que uno de los camareros del lugar intenta atravesar la atestada pista de baile y, de tantas parejas que hay, unas comienzan a chocarse con otras a medida que el camarero avanza. Se produce entonces una reacción en cadena: los encontronazos recorren el lugar formando una onda de choque. Las parejas de baile se desplazan intentando recobrar su lugar en la pista; pero enseguida son empujadas nuevamente por otro camarero.
En este caso, aunque no lo crea, usted no ha estado pensando en bailes, camareros, ni en valses. Ha estado pensado en una onda de sonido.
El sonido se mueve en el aire de igual manera que las parejas se mueven en un salón de baile; en lugar del camarero tenemos una fuente de sonido (que bien puede ser un violín) que empuja las moléculas de aire (las parejas de baile); las moléculas de aire chocan unas con otras y regresan a su posición original y nuevamente son perturbadas repitiendo el proceso indefinidamente. Cuando las moléculas chocan unas con otras forman lo que se llama una compresión y cuando se extienden por el aire forman una rarefacción; así es como se produce una onda de sonido.
Quizás esto usted ya lo sabía; pero espere, no se vaya. Ahora quiero hacerle una pregunta:
¿Qué diferencia hay entre la palabra sonido y la palabra audio?
En la base de datos de la Discography of American Historical Recordings (DAHR)[1] figura como uno de los primeros registros[2] de El Danubio azul el realizado el 4 de septiembre de 1898 por la Sousa Band, banda de música dirigida por el Rey de las Marchas; el americano John Philip Sousa.
Hago un pequeño paréntesis aquí porque resulta un hecho curioso que la Sousa Band (1892-1931) haya participado de tantas grabaciones por aquel entonces, teniendo en cuenta que John Philip Sousa no veía con buenos ojos las tecnologías emergentes de la época:
“Estas máquinas parlantes van a arruinar el desarrollo artístico de la música en este país. Cuando yo era chico… frente a cada casa en las tardes de verano podías ver a la gente joven reunida cantando las canciones actuales o las viejas canciones. Hoy se escuchan estas infernales máquinas día y noche. No nos va a quedar ni una cuerda vocal. La cuerda vocal quedará eliminada por un proceso evolutivo, como lo quedó el rabo del hombre cuando dejó de ser gorila”[3].
Sin embargo la Sousa Band realizó diversas grabaciones para el sistema de grabación de sonido llamado gramófono patentado en 1888 por Emile Berliner y, posteriormente grabó para la compañía Victor Talking Machine (RCA Victor).
Pero regresemos a El Danubio Azul y la pregunta ¿en qué se diferencia el audio del sonido?
En el video, el sonido que emite el violín de André Rieu traspasa a la audiencia sentada frente al castillo de la emperatriz Sissi de Austria[4]. Lo que está escuchando la audiencia cautivada es el sonido de la orquesta, es el fenómeno físico del sonido, las moléculas danzando en el aire. Pero lo que nosotros estamos escuchando es un fenómeno totalmente distinto.
Escuchemos juntos esta hermosa versión de El Danubio azul grabada en 1906 por la Orquesta Arthur Pryor[5] para la compañía Victor Talking Machine.
¿Cuáles son las diferencias que encuentra entre ésta versión y la de Andre Rieu?
El sonido rasposo, granulado, nos indica que estamos escuchando una grabación muy antigua.
Ese mismo sonido nos indica que estamos escuchando un fenómeno electromagnético.
Cuando el fenómeno físico del sonido es captado por una herramienta como un micrófono se transforma en un fenómeno electromagnético. La naturaleza del sonido cambia por completo, aunque parezca que estamos escuchando exactamente lo mismo que lo que escucha la audiencia sentada frente al castillo. Mientras que la audiencia está escuchando sin más una señal sonora nosotros estamos escuchando una señal de audio que se transforma en una señal sonora para llegar a nuestros oídos. Es decir: no estamos escuchando el sonido original del violín de Andre Rieu, entre el violín y nosotros el sonido se transforma en audio.
Las moléculas que se mueven a través del aire y producen una onda de sonido son transformadas por un transductor de presión, el micrófono, en una señal eléctrica que es una copia casi exacta de la señal sonora original; luego esta señal eléctrica es nuevamente traducida por los altavoces en una señal sonora y así es como finalmente el sonido transformado en audio se transforma nuevamente en sonido hasta llegar a nuestros oídos.
¿Complicado?
Sí usted todavía no se perdió en el camino. Le propongo complicar un poco más la cosa.
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Imposible olvidar esta escena de 2001: A Space Odyssey, película dónde un grupo de astronautas persiguen las señales acústicas de un misterioso monolito negro. “La película trata de los temas del existencialismo, la evolución humana, la tecnología, la inteligencia artificial y la vida extraterrestre”, reza una descripción.
Ahora que ha terminado de ver y escuchar la escena ¿qué ha estado escuchando?
¿Una señal sonora o una señal de audio?
Ninguna de las dos cosas y las dos cosas al mismo tiempo.
Kubrick eligió para la película una versión de la Orquesta filarmónica de Berlín; cuando la orquesta interpretó El Danubio Azul en 1866 produjo una señal de sonido; cuando la empresa Deutsche Grammophon grabó la interpretación tradujo el fenómeno en una señal de audio; la señal de audio que utilizó Kubrick en la escena. Pero Kubrick no sabía que casi 41 años después un usuario de internet subiría esa escena de la película a Youtube transformando esa señal de audio en una señal digital de audio.
Querido lector, usted no está escuchando el sonido original del violín de Andre Rieu, ni a la Orquesta Arthur Pryor, ni el sonido original de 2001: A Space Odyssey. Sus oídos están escuchando una onda de sonido que nace de la codificación digital de una señal eléctrica que a su vez representa una onda de sonido.
La señal sonora se transforma en una señal eléctrica que a su vez se transforma en una señal digital; finalmente los altavoces vuelven a transformar la señal de audio digital en una señal eléctrica que nuevamente se transforma en una señal sonora. ¿Perdido?
Usted se preguntará porqué le estoy complicando tanto la vida si ya conoce de memoria El Danubio Azul. Si no se ha perdido con tanta trasducción y codificación y le interesa saber realmente cómo escucha lo que escucha, prometo develarle el misterio acerca de la calidad de audio en nuestro próximo encuentro. Decisiones que tomamos diariamente casi sin saberlo respecto a la tecnología y el sonido, y que influyen de forma contundente en nuestra forma de escuchar.
Notas
[1] Discography of American Historical Recordings (DAHR) es una base de datos realizada por la Universidad de California, Santa Bárbara con más de 113.000 masters de grabación realizados por las primeras compañías discográficas.
http://adp.library.ucsb.edu/index.php/talent/detail/40253/Strauss_Johann_composer
[2] Entre 1860 y 1890 se realizaron otras grabaciones de la misma obra.
[3] Lawrence Lessig, 2008, Remix: making art and commerce thrive in the hybrid economy, London: Bloomsbury Academic. Capítulo 1.
[4] Note el lector como los sonidos a pesar de su volatilidad traspasan el tiempo. Isabel de Baviera “Sissi” justamente fue emperatriz de Austria durante la misma época en que Emile Berliner patentaba su gramófono y la Sousa Band grababa el Danubio Azul (1854 – 1898).
[5] Arthur Pryor participó de la Sousa Band como destacado solista por 12 años hasta la muerte de su padre Samuel Pryor (director de orquesta y fundador de la orquesta original Pryor) en 1902. A partir de este año Arthur dirigió la orquesta Pryor.
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