La nueva disciplina
Texto publicado y encargado por el Borealis Festival 2016, Bergen (Noruega)
Traducción: Alberto Bernal
“El teatro aporta la experiencia única de observar el cuerpo en tiempo real dentro de una historia… es la realidad que ocurre frente a los ojos que ven, y la explosiva mezcla de la realidad con aquello que es presentado en la escena es tan tentadora como eléctrica”.
Richard Maxwell, Theater for Beginners
“… nací con un cuerpo ectomórfico, todo piel y huesos. Sin embargo, después de ser inspirado por un pasaje de los diarios del artista pop Mr. Andy Warhol –un pasaje donde expresa su pesar tras darse cuenta, a sus cincuenta y tantos, que si hubiera hecho ejercicio podría haber tenido un cuerpo (¡imagine no tenerlo!)–, fui galvanizado hacia la acción… Y de ahí que ahora tenga un cuerpo”.
Douglas Coupland, Generation X
“La Nueva Disciplina” es un término que he adoptado a lo largo del último año. El término funciona para mí como una forma de conectar aquellas composiciones que, aun teniendo un amplio rango de intereses dispares, comparten entre ellas una preocupación común por basarse tanto sobre lo físico, lo teatral y lo visual como sobre lo musical; obras que a menudo invocan lo extramusical, que activan lo no-coclear. En su ejecución, éstas son obras en las que el oído, el ojo y el cerebro presentan una expectativa de implicación y participación activa. Obras en las que comprendemos que hay personas sobre el escenario, y que estas personas son/tienen cuerpos. Algunos compositores y compositoras que trabajan en esta línea son: Object Collection, James Saunders, Matthew Shlomowitz, Neele Hülcker, François Sarhan, Jessie Marino, Steven Takasugi, Natacha Diels, yo.
La Nueva Disciplina es una manera de trabajar, tanto en el aspecto compositivo como en la preparación de las obras para su ejecución. No es un estilo, aunque las piezas puedan compartir preocupaciones comunes. Los compositores que trabajan de esta manera circundan la danza, el teatro, el cine, el vídeo, el arte visual, la instalación, la literatura, la comedia de stand-up… En la sala de ensayos, el compositor opera como un director de escena o coreógrafo, quizás más como un autor en su sentido más completo.
El compositor no tiene aspiraciones de fundar un grupo teatral, sino que simplemente necesita aplicar las herramientas del director de escena o coreógrafo sobre los problemas compositivos, sobre los problemas de la ejecución musical. He aquí la disciplina: el rigor de encontrar, aprender y desarrollar nuevas herramientas compositivas y performativas.
Cómo hallar un nodo psico- o fisiológico que produzca un determinado sonido; cómo indicar pequeños movimientos de cabeza a lo largo de complejas acciones con el arco; cómo preparar tu cuerpo para poder dar 10 vueltas corriendo al espacio de ejecución antes de que comience la obra; cómo crear y mantener un contacto visual sexualizado con los miembros del público mientras se manipula la electrónica; cómo disolver el concepto de la autoría individual y trabajar colectivamente; cómo disolver el concepto habitual de lo que es una composición.
Y siempre, siempre, trabajar contra el reloj, porque aquellas disciplinas que se circundan tienen el lujo de tener periodos de desarrollo y ensayo mucho más extensos que aquellos que comúnmente se dan en la música contemporánea. Una y otra vez, la Nueva Disciplina se deleita en la ausencia de ese lujo, en la oportunidad de moverse rápidamente y romper cosas. De esta forma, es más una práctica que cualquier otra cosa. Además, está el hecho concomitante de que la Nueva Disciplina cuando los compositores manifiestan un interés y un deseo por actuar ellos mismos, por ensuciarse las manos, por hacerlo ellos mismos, por hacerlo de inmediato.
La Nueva Disciplina prospera sobre la herencia del Dadaísmo, del Fluxus, del Situacionismo, etc. pero no se permite que sea etiquetada sin más como Dadaísmo, Fluxus, Situacionismo, etc. Es música escrita cuando el Dadaísmo, el Fluxus, el Situacionismo, etc. han envejecido bien y son respetados universalmente. Da por supuestos estos estilos, con amor y cariño, de la misma manera que lo hace con la armonía y la guitarra eléctrica. Como puntos de partida. Como lugares desde los que comenzar a trabajar.
Las obras de la Nueva Disciplina son con frecuencia demarcadas como “teatro musical”. Pero aunque que Kagel y otros son sus claros antepasados, han pasado demasiadas cosas desde los setenta para que el término siga funcionando. MTV, Internet, Beyonce plagiando a Anne Teresa de Keersmaeker, Stewart Lee, Girls, blogs de estilo y clases de yoga en Darmstadt, Mykki Blanco, la disponibilidad de cámaras y proyectores baratos, la supremacía de las documentaciones de youTube sobre las ejecuciones. Quizá lo que se está poniendo en juego para la Nueva Disciplina es el hecho de que estas obras, estos modos de pensar sobre el mundo, estas técnicas compositivas… no son “teatro musical”, sino que simplemente son música. O, desde una perspectiva diferente, quizá lo que se está poniendo en juego es la idea de que toda la música es teatro musical. Quizá estamos finalmente queriendo aceptar que los cuerpos que tocan la música son parte de la música, que están presentes, que son válidos y que informan a nuestra escucha, ya sea consciente o subconscientemente. Que no es demasiado tarde para que nosotros y nosotras tengamos cuerpos.
Jennifer Walshe, enero de 2016
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