18 de enero del año 1958. Obertura de Guillaume Tell, compás 226, Allegro Vivace. Al acabar la pieza, el director y presentador del concierto, Leonard Bernstein[1], dirigido al joven auditorio, preguntaba: “Bien. ¿De qué creéis que trata esta música? ¿me lo podéis decir?”. Las niñas y niños, sin conocer los códigos de silencio tradicionales de los auditorios, se ponen a contestar al maestro, a lo que él dice: “Sabía que me ibais a decir eso”. [...]
Este artículo pretende ser un acercamiento a la literatura concertante para clarinete en los siglos XX y XXI, dando una visión por zonas geográficas de este repertorio.