Música y cerebro

Hace un par de días, el domingo 30 de agosto, murió el neurólogo y escritor Oliver Sacks. Autor de muchos libros de éxito, catalogados a menudo como divulgación científica (no sin críticas por parte de algunos colegas, todo hay que decirlo). Sin embargo, más que divulgación científica podría decirse que la verdadera virtud de Sacks fue su capacidad de construir relato del caso clínico y, como si se tratara de un relato literario, hacer que el lector se situara en contexto preguntándose por cómo funcionamos y cuán relativa es la “normalidad”. Poseedor de una atractiva escritura, supo trasladar la anécdota del caso clínico al terreno de la reflexión. Todo ello con una bien medida dosis de esa retranca británica que caracteriza al humor anglosajón.

Lo traemos aquí, en este primer número después del descanso estival, para recordar que la música tuvo un papel extraordinariamente importante en su producción literaria. Su libro Musicofilia: Relatos de la música y el cerebro (2007) es una de las más interesante aproximaciones al fenómeno musical desde las relaciones complejas y enigmáticas que se establecen en el cerebro humano.

Sin duda este tipo de autores son imprescindibles para que un público no especializado pueda hacerse preguntas sobre la relación de la música con el cerebro. Una labor en la que afortunadamente Sacks no está ni mucho menos solo. Baste recordar dos nombres conocidos como Robert Zatorre o Daniel J. Levitin para darnos cuenta de que esta forma de trasladar la investigación al relato sigue en marcha, aunque quizá fue Sacks el que lo supo hacer de una manera más original y atractiva. No se puede decir que la musicología cognitiva o la neurociencia aplicada a la música sean las materias ideales para construir un bestseller (ni mucho menos que sea deseable hacer superventas de algo así), pero permitir que exista un flujo de conocimiento que traspase las paredes del laboratorio parece algo importante en nuestro tiempo (¿no es eso, en definitiva, lo que pretende gran parte de la creación artística actual?).

Nos gustaría pensar que esa forma sináptica que utilizó Oliver Sacks en su escritura tiene alguna similitud con el planteamiento de nuestra revista: partir de un relato compuesto de voces muy diferentes que acaban construyendo el debate. Utilizar una forma en cierto modo caótica como punto de partida para poner en marcha el mecanismo, una mecánica de implusos, estímulos, respuestas, relaciones… En cualquier caso, huir de las formas sistematizadas. Lo que sí es seguro es que tampoco en esta temporada que comienza cejaremos en el empeño de fomentar un estado activo de crítica. Esperamos no defraudar.

 

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