PERSONA: danzar lo múltiple

Foto: (c) Eva Viera

Entrevistamos al coreógrafo y bailarín Daniel Hernández para preguntarle, entre otros asuntos, por su pieza PERSONA, donde nos ha llamado la atención su enfoque multidisciplinar y cómo establece vínculos entre mundos y aspectos en apariencia difíciles de relacionar. PERSONA es una pieza que se ha movido durante tres años por diferentes contextos escénicos.

 

Sul Ponticello: ¿Qué intención artística te ha movido en PERSONA? ¿Lo has coreografiado basándote en alguna experiencia personal que te haya marcado?

Daniel Hernández: PERSONA es el reflejo de una etapa de mi vida en la que quería rebasar ciertos límites de la danza española, esos límites estaban en su forma pero también en su filosofía, por lo tanto ha sido un ejercicio de búsqueda personal que me ha ayudado a situarme en otro lugar artístico y personal.

S.P.: El lugar común del que hablas respecto a los seres humanos, soportando diariamente las críticas de los demás, ¿está relacionado con que el concepto de instalación que propones? ¿Podrías definir el término “instalación” en este contexto de la danza, donde no resulta tan habitual como en las artes visuales o sonoras?

D.H.: Hay dos dimensiones que habita el personaje que interpreto en la obra, dos espacios que se podrían denominar como consciente-externo y subconsciente-interno. En esta pieza de danza hay un juego entre los dos mundos y esto lo necesitaba expresar de algún modo. Me pareció que lo más indicado era que convivieran estos dos aspectos del ser y mostrarlo con un tipo de actitud y luz diferente.

S.P.: ¿Cuánto de carácter narrativo y cuánto de poético hay en la coreografía?

D.H.: No es una coreografía que cuenta una historia. Aquí la danza utiliza la emoción y la poesía para guiar al espectador por un viaje con ciertos conflictos que invitan a la reflexión. Hay un trasfondo filosófico importante y por medio de la empatía, se invita al público a sentir o desear lo que yo estoy vivenciando.

S.P.: ¿Cómo ha sido el proceso coreográfico?

D.H.: El proceso coreográfico comenzó un par de años antes delante de un ordenador, escribiendo e investigando sobre citas célebres. Fue un periodo de conceptualización, de asentamiento de bases. El estreno fue en el mes de abril del 2014, y se podría decir que el periodo de ensayos y de búsqueda de material fue de tres meses. Se trató de mucha improvisación basada en esas notas que tomé, en sus cualidades de movimiento y en las sensaciones o imágenes que me evocaban.

S.P.: ¿Hay algún momento de improvisación o todos los movimientos están coreografiados? O quizá existe algún momento libre pero con alguna pauta de movimiento…

D.H.: Hay mucha improvisación, tras haberme desligado de la danza española convencional entendí que era el momento de enfrentarme a la escena de otra forma y que tanto mi estado de ánimo como el espacio o el público, fueran sorprendiéndome en cada representación. Obviamente tengo muchas pautas de movimiento corporal y/o espacial y una estructura muy fijada pero aun así siento mucha libertad, me encuentro muy cómodo con esta forma de enfrentarme al trabajo en directo. Improviso de diversos modos, como por ejemplo en la escena central de la pieza. Aunque los movimientos están bastante codificados, mi improvisación está centrada en la manera de encajar con la música.

S.P.: ¿Por qué has usado videoarte? En los momentos que se proyecta, ¿bailas o haces dramaturgia e interpretas para no robar el centro de atención de la proyección? ¿Cómo abordas el problema de que el público pueda tener que dividir su atención visual?

D.H.: Cuando invité a Gastón Gabriel a realizar las piezas de videoarte para PERSONA, le propuse que utilizara la imagen como una ventana al exterior y que hablara desde su perspectiva de la temática. Tenía muy claro que quería dos vídeos: uno como transición –en el que básicamente se iban a mostrar mis pies en diferentes lugares, para hilar con la idea de camino y de ruptura con el calzado flamenco-; y el segundo de acompañamiento –en el que quería que se mostrara la complejidad de un conflicto existencial y su complicación-. En el primero, la atención del espectador está en el vídeo, pero en el segundo hay un desdoblamiento de la atención, con lo que trato de convivir, regulando el material coreográfico en momentos. Al final de este vídeo hay una serie de imágenes repetitivas que junto a mi movimiento espacial, invitan al público a desconectar de la obra para conectar consigo mismos, porque la obra pretende precisamente eso.

S.P.: ¿Cómo has encontrado en tu pieza la relación entre la música electroacústica y la flamenca?

D.H.: Esto tiene mucha relación con lo que te comentaba antes sobre los límites. Tenía muy claro que quería utilizar estos dos extremos y hacerlos convivir puesto que ya lo hacen en mí. Mi planteamiento fue en hacer una pieza musical que viajara desde lo más frío y electrónico hasta lo cálido y vibrante, con lo que el resultado es un gran arco progresivo en el que se van introduciendo y desapareciendo texturas, más a modo de paisaje sonoro que de música para una pieza o escena concreta.

S.P.: En la pieza han trabajado varios músicos, Luis Guevara, Erik Rydvall y Juan A. Gómez. ¿Cómo ves esta relación entre compositores y coreógrafos en la actualidad? ¿No crees que hay una desconexión entre la creación musical y la danza contemporánea, teniendo en cuenta que las rupturas de lenguaje se producen en paralelo? El hecho es que no hay demasiados compositores de relieve que trabajen habitualmente en proyectos de danza, más bien hay una cierta “especialización” que en épocas pasadas (pensemos en Stravinski sin ir más lejos) no se daba…

D.H.: Yo en PERSONA he tenido el placer de poder contar con amigos que son buenos compositores y les ha entusiasmado el proyecto. He podido explicarles y acompañarles en su proceso para que el trabajo fuera acorde con la dirección que iba a tomar la obra en general. Pero es verdad que hay una desconexión entre compositores y coreógrafos, que me parece asombrosa, puesto que nosotros agradecemos muchísimo la música original y más si está creada ex profeso o paralelamente a la danza. Desde aquí animo a los lectores que sean compositores a que establezcan lazos con la comunidad de la danza, en otras épocas –como  bien dices, esto era mucho más habitual- parece que eran etapas más prolíferas para todos porque es muy importante la retroalimentación y la sinergias en la creatividad.

S.P.: ¿Cómo ha surgido la idea de mezclar danza contemporánea y danza española? ¿Has sido bailarín de ambos estilos y querías fusionarlos? ¿Piensas que se complementan bien?

D.H.: En realidad no es un idea como tal, es casi un estilo de vida. En el 2002 comencé mi formación en el campo de la danza contemporánea y mi cabeza empezó a realizar conexiones que poco a poco, en mi trabajo creativo fueron plasmándose. Al mismo tiempo que iba madurando como artista y creativo me iba encontrando más y más cómodo dentro de los códigos contemporáneos, la verdad es que hoy en día no me gusta etiquetarme en un estilo, pero me considero más un bailarín de danza contemporánea con bagaje en danza española. Es un trabajo muy personal que estoy desarrollando desde mi forma de ver el movimiento y el arte en general. Yo creo que un artista debe aprender las técnicas y dominarlas para luego buscar hacia dentro de sí y sacar su propia versión, su visión.

S.P.: ¿Existe una correspondencia entre movimientos y estilo de danza con los cambios en el tipo de música? ¿Se dan estas correspondencias en la proyección de videoarte?

D.H.: Pues existe un contrapunto que me resultaba bastante interesante entre la imagen en vivo (luces y vestuario) y la música. Al comienzo hay una imagen más bien tradicional contrastando con la música electrónica, pero hilada con un movimiento totalmente disociado y poco orgánico, en la escena central hay un poco de balance para acabar con la musicalidad del flamenco junto la experiencia visual más actual.

S.P.: Nos gustaría que nos hablaras también del papel de la iluminación en relación con la música y la coreografía de PERSONA.

D.H.: La relación entre la música, coreografía y luces es muy estrecha, en ciertos momentos lidera uno de estos factores a los otros dos y en otros hay un acuerdo tácito. Sin duda la luz que más sorprende es la fluorescente, al ser poco convencional en danza y bastante brillante. he de decir que es lo que da sentido a esa parte del subconsciente, es decir, cada vez que se enciende es como si el espectador se trasladara a un lugar de reflexión junto a mí –salirse de uno mismo para observarse-.

S.P.: ¿Y el vestuario? Qué función tienen los cambios en el transcurso del espectáculo.

D.H.: PERSONA comienza con el escenario en penumbra y yo vistiéndome de torero mientras el público se sienta en las butacas. De este modo quiero mostrar el cambio entre la vulnerabilidad de un ser y las capas de protección para dar al final una imagen estereotipada del valentía. Tras este inicio cada vez que me modifico el vestuario, es un signo de cambio de piel, como si el viaje durara tanto tiempo que uno se va transformando a cada paso. Al final de la obra, me vuelvo a desnudar y vestir a vista de público para mostrar la vulnerabilidad de nuevo, pero ahora con el matiz de la sencillez y de cómo no nos hacen falta tantas protecciones o mascaras para enfrentarnos a lo desconocido.

Foto: (c) Eva Viera

S.P.: Imaginamos la responsabilidad de llevar un espectáculo en solitario desde la escena. ¿Has tenido ayuda a la hora de coreografiar o te has encargado de toda la labor?

D.H.: Yo he sido el artífice de PERSONA, con ello quiero decir que me he encargado de la coordinación artística, dirección de escena, producción y un largo sin fin de profesiones más, pero (y este “pero” es muy positivo y es del que me siento más orgulloso) he tenido cerca de mí a un gran equipo respaldándome en todos los aspectos. En este caso concretamente he de mencionar a María Arques y a Sara Cano, ellas fueron mis asistentes de coreografía y dirección, y estuvieron en mi proceso de investigación y de montaje (respectivamente). Sus visiones, anotaciones y comentarios fueron cruciales para poder desarrollar mi trabajo como intérprete y coreógrafo de la mejor manera. Un solo es un trabajo muy duro y que puedes afrontar con ayuda de confianza, de lo contrario entras fácilmente en crisis o bloqueos.

S.P.: El personaje que interpretas, ¿tiene alguna identidad? O se trata de un cuerpo que no pretende caracterizarse mediante un género? ¿Quiere transmitir un personaje con el que cualquiera pueda identificarse, independientemente de su procedencia, etnia o clase social?

D.H.: La obra se llama PERSONA, de este modo tan genérico, con la idea de que cualquiera puede ser el personaje, en algún momento o durante toda la obra. De hecho, el vídeo al que hacía mención con las imágenes repetitivas, éstas son caras de gente de diferente edad, sexo o etnia. De algún modo en toda la obra estoy yo muy presente, pero al final del viaje quería dejar claro que todo lo que estaba experimentando, puede ser el reflejo de una parte de la vida del espectador y vi muy necesaria esta secuencia de caras en bucle.

S.P.: Por otra parte, cómo ha resultado el apoyo institucional a la producción del proyecto. ¿Has podido acceder a alguna subvención pública?

D.H.: No, no he disfrutado de ninguna subvención económica. Pero he de destacar el apoyo que recibí de parte del L’Escoxador CCE de Elche y el Festival Abril en Danza, que me respaldó el proyecto desde el principio y me propició un lugar de residencia artística y técnica además del estreno, gracias infinitas a todos ellos.

S.P.: Trasladándonos a un plano menos concreto, a lo largo de tu trayectoria, ¿has pensando en algún momento en abandonar la danza motivado por cómo está tratada en España esta disciplina? Y si fue así, ¿qué te motivó para no hacerlo, para seguir adelante?

D.H.: Sí, varias veces de hecho. Tanto es así que durante el 2009 estuve casi un año retirado de la danza, pero me sirvió para coger el toro por los cuernos y cambiar de rumbo mi carrera. Ahora estoy en una situación diferente y aunque no resulta fácil tampoco, es más difícil que pueda llegar a pensar en tirar la toalla porque me siento mucho más realizado. Sí puede ser que vaya modificando mis intereses y que mi trabajo se torne más performático o audiovisual, son inquietudes que me afloran desde hace unos años y que estoy probando bastante últimamente.

S.P.: ¿Hasta qué punto crees que el mercado influye para que un espectáculo de danza contemporánea tenga éxito?

D.H.: Creo que las instituciones en general no se quieren complicar mucho en crear nuevos públicos ni en equiparar la danza a otras artes, la poca variedad de programación y el poco interés en programar danza juegan muy en contra.

Hay muchos trabajos coreográficos muy buenos que si los viera gente que no es habitual comenzarían a ser consumidores fieles, pero al mismo tiempo hay trabajos muy duros, difíciles para un espectador que está acostumbrado a que se lo den todo hecho y esto hace que no vuelva a ver danza. En esto, como en todo, hay que saber dónde va uno… No vas al Reina Sofía a ver un Rembrandt o un Velázquez, ni al Teatro Real a escuchar a Moderat o a Daniel Avery, ahí reside la subjetividad del éxito.

S.P.: ¿Podrías decirnos en pocas palabras qué es para ti la danza y cómo ha sido tu trayectoria personal y profesional hasta llegar donde estás?

D.H.: Esta es de esas preguntas temidas que nunca sabes si contestas bien, así que contestaré como lo siento ahora que es cuando me lo preguntas. La danza es movimiento, es lo que me ha hecho conocer el mundo, lo que me ha hecho conocerme a mí. En cuanto a mí, soy de Alicante, estudié en el conservatorio Danza Clásica y Danza Española (porque era lo único que había y en ese momento no sabía ni qué quería), finalicé la formación en ambas disciplinas para marcharme a Madrid con la idea de tomar más clases y ver si podía ser un bailarín profesional. Realicé mis primeros contratos y como de sorpresa recibí una oportunidad de conocer la Danza Contemporánea en Valencia, algo que cambió mi perspectiva de la danza más tarde, tras varios años de intérprete en varias compañías y compaginarlo con asistencias coreográficas y pequeños proyectos con compañeros y amigos. Volví a Alicante y me armé de valor, presenté mi solo PERSONA como inicio de una nueva etapa profesional, al mismo tiempo, durante este proceso me encontré con el mundo de la performance y la instalación gracias a la plataforma AADK. Y hoy en día estoy entre todo mi bagaje y mis nuevas inquietudes, buscando una forma de comunicar que me satisfaga al máximo; de momento me encuentro muy cerca de las hibridaciones escénicas y cada vez más me gusta trabajar con la imagen; ya he presentado alguna video instalación y me apasiona. Seguro que dentro de unos años me sorprendo con una curiosidad por otra faceta y transformo mi presente de nuevo.

S.P.: Por último, ¿en qué proyectos estás ahora metido? ¿Cuál será la próxima producción que podremos ver?

D.H.: Ahora mismo estoy en residencias de investigación junto a Alberto Alonso y Abraham Hurtado para lo que será la nueva pieza de la plataforma Spin Off Danza, será un dúo en el que compartiré escena con Alonso y con la dirección artística de Hurtado. Una pieza que, de momento, está explorando su versión más instalativa y performática, con la que estamos realizando diferentes experimentos de muestra al público y que pretendo estrenar a finales de este año.

Por otro lado, en septiembre, estaré en Linz realizando la coreografía para el compositor austriaco Michael Hazod, en la que cuento con Dolma Jover como compañera dentro del escenario y con la dirección y dramaturgia de Emilio Manzano, esto se realizará gracias al apoyo del Burckner Festival y lo estrenaremos en el Posthof de Linz, Austria.

 

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