Teresa Castro en Matadero-Madrid, Centro de residencia artísticas

(c) Lola Martinez

Esta entrevista con la artista lisboeta Teresa Castro inaugura en Sul Ponticello una sección de encuentros y conversaciones con creadores contemporáneos de distintas generaciones y procedencias. Queremos incidir en distintos aspectos de la creación actual y en las fructíferas relaciones que entreteje el sonido con las artes plásticas, la literatura, el cine, las artes vivas, y cómo se nutre de esos cruces, fricciones, tensiones y encuentros. El próximo 9 de mayo, a las 20,30 h. tendrá lugar su concierto de presentación de entrada libre en el Auditorio de Casa del Reloj.

 

Anneke Raskin: ¿Cómo valorarías tu experiencia en Madrid? ¿Cómo has abordado esta residencia?

Teresa Castro: Es la primera vez que tengo una residencia de varias semanas. Había sido residente de la asociación cultural ZDB (Galeria Zé dos Bois), junto con Steve Gunn y Helena Espval, para un proyecto más corto. Es cierto que cambiar de contexto y de país modifica mucho el acercamiento y la experiencia creativa. Cuando llegué a Madrid, hace casi dos meses, pasé mucho tiempo sola, en el estudio de Matadero, pero también en la ciudad, paseando. Es fantástico desplazarte a otro contexto diferente al tuyo porque te obliga a centrar tu atención en aspectos de los que no eres tan consciente en tu vida cotidiana. Esta tesitura y este silencio te abren un tiempo y te permiten dar espacio a ideas algo más profundas o incluso ocultas, como si los pensamientos en el fondo de tu mente emergieran a la superficie. Estoy muy contenta de haber podido disfrutar de este tiempo para pensar, explorar y crear.

A.R.: Has participado en varios proyectos musicales colectivos y ahora estás trabajando en solitario. Has conocido a varios músicos de Madrid para tu proyecto y para el concierto que estás preparando, ¿cómo ha sido el trabajo con ellos? ¿Ha cambiado tu proyecto a lo largo del proceso de creación en Matadero?

T.C.: Claro, antes de llegar había escrito varias piezas para guitarra, pero no estaban realmente estructuradas como “canciones”, sino como propuestas más experimentales y abiertas. Estas líneas han ido tomando forma y se han ido extendiendo a medida de la colaboración con los músicos. Tenía una idea difusa de los instrumentos con los cuales pensaba trabajar, pero llegué y conocí a dos percusionistas fantásticos: Adrián Ceballos Salas, que tiene una enorme energía, y Silvia Caravaca Torres, una música de una grandísima sensibilidad y capacidad de escucha. Finalmente conocí a otro guitarrista, Emilio Saiz y ya fue el match definitivo para formar una pequeña banda, a modo de ensemble para este proyecto. De hecho, me gustaría continuar trabajando con ellos y presentar este proyecto próximamente en Lisboa.

(c) Lola Martinez

A.R.: ¿Cuál es la idea central del proyecto?

T.C.: El punto de partida del proyecto, cuando estaba todavía en Lisboa, era explorar y grabar un nuevo elepé en torno a la idea de la “Música de las Esferas”, apelando a Pitágoras y posteriormente a Kepler; es decir, a la geometría que busca saber si existe algún tipo de armonía entre los planetas.

A.R.: Háblanos de tu búsqueda desde el punto musical.

T.C.: En el proyecto, toco y canto en búsqueda de sonidos y armónicos, creados por la vibración. Mi idea era trabajar una única nota con muchos instrumentos, quería explorar las frecuencias de las resonaciones de las notas y entre las notas, estas frecuencias que a veces no somos capaces de oír. Intento traer estos espacios invisibles al presente, también explorar la posibilidad de trabajar lo musical en un sentido vertical. ¿Por qué nos llega tanto la música? ¿Por qué la sentimos tanto? La música nos permite explorar la intensidad del transcurrir del tiempo. Intento escapar de un discurso horizontal, gracias el drone, a sonidos continuos, ritmos difusos. Como siempre en este tipo de aventuras, es un proyecto abierto, que va evolucionando y seguirá creciendo. El concierto que presento este jueves es un buen momento para ver y escuchar en qué punto estamos.

 

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