Thomas Ankersmit: “No he encontrado una sola buena razón para pasarme al sonido digital”

(c) Jim Hensley

Motivado e inspirado por figuras como Raaijmakers, Niblock y Amacher, la electrónica cruda y palpitante de Thomas Ankersmit (Leiden, 1979) sitúa al artista sonoro holandés como una de las figuras más emergentes de la música experimental. A partir del sintetizador Serge cincela construcciones sonoras que exploran la fenomenología psicoacústica y juegan al despiste estético imponiendo una precisa y (a ratos) musical estética del error. Lejos por igual de la acusmática y de la academia electroacústica, el sintetista propone en su nueva creación, Homage to Dick Raaijmakers (Shelter Press), una abrasiva y meditativa (en tales extremos se mueve la propuesta) composición que no está lejos, en sonoridad, de la música cibernética de Roland Kayn. De alguna forma, Ankersmit, con trabajos como este o el anterior Figueroa Terrace (Touch), recupera, reivindica y actualiza un periodo de la música electrónica, el de las décadas de los 50 y 60, que permanece todavía en un estado neblinoso.

 

Ismael Cabral: ¿Por qué decidió rendir homenaje en su nuevo trabajo al compositor Dick Raaijmakers?, ¿cuál es la relación que tiene con su música?

Thomas Ankersmit: Es un creador muy importante en mi país, Holanda, y siempre he sentido una fuerte conexión con su legado. Después de su fallecimiento en 2013 comencé a releer sus escritos y me sorprendió el carácter visionario de muchas de sus ideas, planteamientos que sentí la necesidad de hacer míos también. De alguna forma todo el Homenaje ha sido como un trampolín, partir de los conceptos estéticos y formales de Raaijmakers para acabar haciendo mi propia música. No vengo de la academia, nunca he estudiado música de forma reglada, así que mi manera de mejorar, de crecer como compositor, es ir probando las ideas de otros y extraer mis propias conclusiones.

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I.C.: Y para nosotros hacer también un trampolín en la escucha entre su trabajo y el del homenajeado, ¿qué obras de este recomienda?

Th.A.: La audición de la edición discográfica The Complete Tape Music of Dick Raaijmakers tuvo un gran impacto en mí, con piezas de los años 60 como Canons, Plumes, Flux, Ballade Erlkönig, etc… Son unas obras que emanan una poesía muy personal, que parece emergir en medio de ásperas texturas sonoras. Conceptos de la música electrónica actual como el glitch o el noise están presentes ya en estos trabajos de una forma muy anticipatoria.

I.C.: En el disco usted aconseja que escuchemos el Homenaje con altavoces y no mediante auriculares. ¿Es una elección que hace extensible a toda su música?

Th.A.: No necesariamente. Pero en este disco experimento con un fenómeno acústico conocido como emisiones otoacústicas, que he estado probando en concierto durante los últimos años. Son sonidos generados por los propios oídos del oyente (quiero decir, sonidos reales producidos por el oído interno y que no están presentes en la música). Este fenómeno solo se produce cuando se oye la música mediante altavoces y a un nivel bastante alto, nunca con auriculares. La compositora estadounidense Maryanne Amacher fue pionera en el uso de estas emisiones.

I.C.: En su anterior álbum, Figueroa Terrace, trabajó con el olvidado sintetizador Serge. En este nuevo disco mira a Raaijmakers y aborda la obra a partir también de tecnología vintage. ¿En qué sentido puede considerarse un defensor del low-fi frente a las nuevas tecnologías?

Th.A.: Por supuesto todos los primeros laboratorios de música electrónica eran completamente analógicos. El Homenaje es básicamente un 99% sintetizador Serge y un 1% micrófono de contacto, al igual que en Figueroa Terrace. Me atrae el sonido de un circuito analógico que se comporta con errores y prefiero profundizar en ello antes que reunir sonidos de muchas procedencias. Mi música consiste básicamente en todos los feedbacks, los crujidos y los fallos del sintetizador Serge parcheado de manera inusual. Hasta la fecha no he encontrado una buena razón para pasarme a la producción de sonido digital. Sin embargo yo no denominaría el Serge como low-fi. ¡Lo considero un poderoso laboratorio! Puede ser extremadamente limpio y preciso si lo deseara. Dicho lo cual, no tengo nada en contra de la computer music, grabo y edito digitalmente, y uso el software Max cuando toco en vivo (para muestrear y controlar el Serge, fundamentalmente).

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I.C.: En los últimos años su presencia, cada vez más notoria, se dispersa entre escenarios y festivales de corte académico o formal y otros más puramente experimentales. ¿Cómo le condiciona el contexto?

Th.A.: Nunca adapto lo que hago a lo que creo que una audiencia u otra pueda esperar dependiendo de con qué esté más o menos familiarizada. En ese sentido toco igual en un club de techno que en museo de arte contemporáneo. Lo que me motiva en ambos casos es que la gente escuche y que la acústica sea óptima. Si algo bueno tiene la música experimental es que permite presentarte en muchos contextos diferentes.

I.C.: Este año volverá a tocar de nuevo junto con el veterano artista sonoro norteamericano Phill Niblock. ¿Qué le atrae de su obra y cómo dialoga o colisiona su música (o no música) con la suya?

Th.A.: Hemos estado de gira durante 15 años. Hace poco cumplió 85 años y en 2019 celebrará medio siglo haciendo música. Él es para mí una especie de mentor, pero no diría que lo nuestro sea estrictamente una colaboración artística. Cuando viajamos juntos principalmente lo que presentamos son dos sets separados, aunque ocasionalmente yo interprete algo de su música durante su solo. Hace muchos años que me sentí fascinado por la masa de sonido física, por el carácter casi arquitectónico de sus composiciones y por la belleza de los armónicos que se crean cuando su música invade el ambiente. Adoro especialmente sus obras para instrumentos de cuerda. Él normalmente casi siempre parte de instrumentos acusticos, pero recientemente comenzó a hacer obras con el sintetizador Serge. Quizás en el futuro publiquemos un disco juntos.

 

(c) Mich Leemans

I.C.: Raaijmakers y Niblock, pero también ha citado en esta conversación a la pionera Maryanne Amacher, sobre la que planea un nuevo proyecto…

Th.A.: Sí, actualmente trabajo en una obra inspirada por su música y sus ideas. Ella fue otra de mis grandes musas inspiradoras cuando comencé a emerger como artista sonoro. Su trabajo ofrecía una experiencia sonora absolutamente única, y vivió dedicada en cuerpo y alma a explorar nuevas formas de escucha. La conocí a principios de la década del 2000 en Berlín y sus conciertos e instalaciones me causaron una honda e imborrable impresión. Me gustaba especialmente que tuviera un enfoque no tecnológico del sonido espacial; ella realmente lo que siempre buscó fue explorar la naturaleza del sonido y como este se transforma en la escucha.

I.C.: Su música, en cambio, habitúa a volverse hostil, cercana al noise en muchos pasajes. ¿Se siente cercano a este agresivo universo sonoro?

Th.A.: Cuando era adolescente escuchaba noise: Merzbow, Kevin Drumm, Borbetomagus… Siempre me han atraído las masas de sonidos viscerales, realmente intensas. Cuando comencé a atisbar la posibilidad de hacer música quise combinar el ruido con un enfoque dinámico y detallado. Pero también mi enseñanza ha sido la de la música concreta, el minimalismo y la improvisación libre. Unas estéticas y otras han tenido que dejar forzosamente huella en lo que actualmente hago.

I.C.: Berlin y Ámsterdam son sus próximas paradas. ¿Regresará este año a España y Latinoamérica?

Th.A.: Daré un concierto en mayo en el Museo Reina Sofía de Madrid, y quizás vaya en otoño a México, pero todavía es pronto para concretar esto último.

 

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