Festival de Música Contemporánea de Córdoba: veinte años comprometidos con la música
El próximo 16 de marzo comenzará una nueva edición del Festival de Música Contemporánea de Córdoba, que cumple veinte años de vida, una trayectoria realmente notable para un festival, y más si pensamos en uno especializado en música de nuestro tiempo. Entrevistamos a su director, el compositor Juan de Dios García Aguilera para conocer de primera mano lo que nos deparará esta edición en la que, como no podría ser de otro modo, se impone observar el camino recorrido.
Sul Ponticello: En esta edición el festival cumple su veinte aniversario. Al echar la vista atrás, imaginamos que un recorrido tan extenso no se abarca fácilmente, pero ¿qué destacarías como propio del festival? ¿Qué piensas que lo caracteriza?
Juan de Dios García Aguilera: En un tiempo en el que todo evento tiende a posicionarse con el signo de internacional, nuestro festival no lo es. Aunque no haya faltado la presencia de intérpretes de talla internacional. Y no podemos serlo no sólo por una cuestión presupuestaria, sino también por un sensato compromiso, el de ocuparnos de lo nuestro.
Nuestra actividad se centra en proporcionar anualmente al público cordobés una muestra de las tendencias actuales de la música clásica contemporánea, y en servir de plataforma para que nuestros intérpretes y compositores más próximos den a conocer sus propias creaciones y su actividad interpretativa.
S.P.: En esta edición aniversario habéis querido dar una presencia a la producción de autores andaluces. ¿Cómo se plasma esto en una programación que, además, quiere tener una mirada amplia hacia lo que se hace actualmente?
J.dD.G.A.: Conviene recordar que el festival, que se presenta en esta edición bajo el lema “veinte años comprometidos con la música”, tiene su origen en unas I Jornadas de Música Contemporánea Andaluza en Córdoba que se celebraron hace veinte años. Estas jornadas se fueron transformando en Ciclo de Música Contemporánea primero, y más tarde en festival, que es su formato actual. Hemos querido recuperar ahora parte del espíritu reivindicativo andaluz de aquel acto inaugural, invitando a participar a intérpretes y compositores andaluces de manera destacada pero no exclusiva. Reafirmando con ello parte de nuestra identidad, pero sin chauvinismos.
S.P.: En un momento en el que la mayor parte de las iniciativas culturales –festivales incluidas, claro- parecen sostenerse más con el tesón de sus organizadores que con una holgura financiera, ¿qué papel juegan las instituciones públicas en el Festival de Música Contemporánea de Córdoba?
J.dD.G.A.: No estamos recibiendo ayudas de ninguna entidad privada, tampoco del Ministerio de Cultura, y la Junta de Andalucía, que durante años contribuyó presupuestariamente en su mantenimiento, hace varios años que se desentendió definitivamente. Actualmente el festival es una iniciativa exclusivamente municipal en la que colabora el Conservatorio Superior de Música de Córdoba. Esto nos genera problemas, por ejemplo de visibilidad, pero también nos da una gran autonomía para poner en práctica nuestras propias ideas.
S.P.: El festival se inicia el día 16 de marzo con un concierto homenaje a Tomás Marco, protagonizado por el pianista Mario Prisuelos. ¿Nos puedes adelantar algo sobre este concierto?
J.dD.G.A.: Efectivamente, el maestro Tomás Marco cumple su setentaicinco aniversario, es un compositor muy querido en esta ciudad, a la que ha dedicado varias obras de su repertorio, posee una trayectoria artística internacional sobresaliente y es uno de los mejores representantes de su época. Mario Prisuelos nos propuso celebrar el acontecimiento con un programa titulado “Tomás Marco y sus maestros” en el que se mezclan obras suyas con las de otros tres grandes compositores de los que recibió clases en Europa: Stockhausen, de quien fuera ayudante, Ligeti, con quien estudio análisis, y Boulez, con quien realizó dos cursos de composición y uno de dirección.
S.P.: ¿Qué podremos escuchar después, en los otros siete conciertos del ciclo?
J.dD.G.A.: El 17 de marzo actúa el grupo valenciano Ensemble d’Arts, trío de violín, saxofón y electrónica, con un programa titulado “Electro Spanish Sounds”, con obras de Berbis, Perales y Peña Aguayo. El 23 de marzo, el dúo sevillano Proyecto OCNOS, guitarra y clarinete, con un programa titulado “Entropía”, con obras de Francisco Guerrero, Sánchez-Verdú, Lachenmann, Murail, Lin y Nuria Núñez. El 24 de marzo, el trío de cuerdas formado por Miguel Borrego, David Fons y Salvador Bolón, que interpretará, entre otras obras de Montsalvatge, Penderecki, Schnittke y Luis Bedmar. El 25 de marzo, un espectáculo de cine y percusión a cargo de la percusionista Carolina Alcaraz y Grupo de Percusión de la Orquesta Joven de Andalucía, titulado “Percusión para el silencio”. El 30 de marzo, el grupo granadino Ensemble NeoArs Sonora, con obras de Gálvez, Martín Quintero, García Aguilera, Irene Galindo y Alberto Carretero, y el 31 de marzo, el dúo S3-Spectral Sax Style, saxofón y electrónica, con obras de Enrique Busto, Antonio Flores, Alberto Carretero, Eneko Vadillo, García Aguilera y Manuel Bernal, ambos con programas dedicados a compositores andaluces.
S.P.: Y una interesante presencia de la percusión para finalizar el festival…
J.dD.G.A.: Sí, lo cierto es que la música para percusión se ha convertido en una seña de identidad más del festival, y eso que no es fácil de programar. Pero pensábamos que siendo éste un país de excelentes percusionistas, había que hacer un esfuerzo para que tocaran con nosotros y para difundir esta música. Con esa idea, el festival finaliza el día 1 de abril con un recital de percusión y electrónica a cargo del grupo valenciano Synergein Project, que lidera el percusionista Sisco Aparici. Ellos hacen un programa con título en alemán “Verfremdungseffekt”, en el que figuran obras de Carlos D. Perales, Sánchez-Verdú, Reyes Oteo, Diana Pérez, Michael Maierhof, Ben Hackbarth y Francisco Guerrero, su famoso Acte Prealable.
S.P.: En el festival hay una presencia importante de la electroacústica, con numerosas obras mixtas. La inclusión de la electrónica en buena parte de la creación actual es una realidad, y ha dejado de ser noticia. Como compositor, ¿qué percepción tienes de este hecho? ¿Cómo crees que percibe el público esta normalización de algo que, hace pocos años, no era tan común.
J.dD.G.A.: De la electroacústica hay mucho que decir. Durante años en este país, para muchos de nosotros, compositores alejados de los circuitos, con difícil acceso a grupos, a orquestas, la electroacústica nos ha dado autonomía y ha servido de escuela de composición al mismo tiempo. Después, a medida que hemos ido teniendo oportunidades de acceso a la composición instrumental, esa experiencia electroacústica anterior ha fructificado en forma de música mixta. Esa es una historia hermosa y digna de ser contada de mejor manera.
Yo creo en la música acusmática emancipada tanto como creo en el cine. Amo la música acusmática como género. Pero reconozco que tiene unas enormes dificultades de supervivencia.
La llamada música mixta parece haber superado parte de esas dificultades, pero puede que lo haya hecho a costa de rebajar sus expectativas. Habría que estudiarlo. Pero sí, parece que es verdad que el público ha aceptado la inmersión instrumental en el seno de una dimensión electroacústica que proporciona el género de la música mixta.
S.P.: En cuanto a la recepción del festival en la ciudad, ¿en qué situación se encuentra? ¿Hay un público en Córdoba para la música de nuestro tiempo?
J.dD.G.A.: En el momento en que yo asumí la dirección artística del festival teníamos poco público. Sin embargo, en la actualidad es habitual contar con alrededor de un centenar de personas en cada concierto, y cada año llegamos a doblar esa cifra con algunos programas. El hecho del que el festival tenga su sede en el Conservatorio Superior de Música, en pleno centro de la ciudad, también contribuye al éxito de la cita.
S.P.: Finalmente, mirando al horizonte, ¿cómo ves el futuro del festival?
J.dD.G.A.: Con los medios modestos que tenemos, el festival debe seguir en su línea de programar de la manera más realista y acertada que pueda, poniendo los pies en el suelo pero asumiendo también riesgos, los propios de programar arte de vanguardia. Dar oportunidades a nuestros músicos para que crezcan, favoreciendo el desarrollo de proyectos y abriendo caminos, sin hacer ruidos pero apostando por una mayor visibilidad, sería, sin duda, la mejor manera de sumar años venideros.
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