Fuera de tono
Me complace escribir estas breves (corrijo después de acabar el texto: no fueron tan breves) líneas de presentación sobre esta nueva sección en la que vamos a intentar salirnos de tono. De hecho, estamos ya fuera de tono cuando abandonamos por un momento la música para reflexionar sobre ella con estos otros tonos, tan lejanos y tan cercanos, como son las palabras.
Pero volvamos a la música: “la música”… la música de nueva creación (aquélla que aún no hemos creado y, por tanto, sólo está si acaso en nuestras mentes) se halla ante una bonita encrucijada, fruto de un situación más patente que latente: ya hemos escuchado todos los sonidos. Y no solamente los hemos escuchado, sino que, hoy en día, si bien quizá es un poco arriesgado afirmar que hemos escuchado todas las combinaciones posibles de sonidos, no lo es tanto decir que rara vez encontramos alguna combinación que nos sorprenda. Y aquí surge la primera pregunta ante la encrucijada: ¿es importante la sorpresa? Quizá no, y podemos simplemente colgar el cartel de “Fin de la Historia” y seguir componiendo sin más, utilizando todas esas técnicas ya históricas que hoy en día tenemos tan bien estudiadas y enseñadas. Pero quizá sí. O quizá echamos de menos aquello que, entre otras cosas, también nos aportan la sorpresa y lo nuevo: el no saber (lo que es, lo que viene, lo que suena), el cuestionarse, el que nos saquen de nuestro tono…
Pero: el no saber (lo que es, lo que viene, lo que suena), el cuestionarse, el que nos saquen de nuestro tono… ¿es acaso únicamente posible desde la sorpresa o desde lo nuevo? ¿De qué hablamos cuando hablamos de “lo nuevo”? ¿de sonidos? ¿de combinaciones de sonidos? ¿de combinaciones de combinaciones de sonidos? ¿de combinaciones de combinaciones de sonidos con combinaciones de no-sonidos?
Quizá hemos perdido la fascinación por lo meramente sonoro, es decir, por el medio de la música como tal. Quizá el medio de la música ya no es sólo lo musical (como lo aportado por los instrumentos musicales históricos), sino también el sonido cotidiano (de la calle, de la gente, de las diversas máquinas de nuestra sociedad); o quizá ya ni siquiera es sólo el sonido, y no podemos contener el desbordamiento del medio hacia otros medios más o menos sonoros como lo performativo, lo visual, lo político… ¿Está la música de nueva creación ante la encrucijada de salirse de tono, no ya no del bello tono de los instrumentos cuyo paradigma ya abandonó hace tiempo, sino del medio exclusivamente sonoro como tal? “Music in the expanded field”, se dice últimamente…
O bien, tal vez el medio (ya sea concentrado en lo sonoro o expandido hacia otros ámbitos) no basta, y necesitamos “componer” también con todo aquello que va más allá del medio material: componer con situaciones, componer con conceptos, componer con espacios, componer con reflexiones, componer con imaginaciones…
En esta última dirección apunta el primer texto que hemos querido traducir y seleccionar para “fuera de tono”: “Música conceptual; catalizadora del giro hacia la estética del contenido inmaterial en la música contemporánea”, de Harry Lehmann, el filósofo de referencia en lo que respecta a la reflexión en torno a cuestiones como la actual música conceptual y el cambio de paradigma que preconiza desde la “estética del material” hacia la “estética del contenido inmaterial”. Debido a su extensión, aparecerá publicado en tres entregas consecutivas, tal y como se publicó originalmente en la Neue Zeitschrift für Musik en 2014.
Junto con esta primera entrega, aparecen también de forma retroactiva en la sección los dos artículos publicados por mí para esta revista durante el último año: ¿Es el arte sonoro la nueva música? Crónica de un intento de diferenciación entre música y arte sonoro y La belleza sonora de las ideas. Escritos desde la encrucijada a la que nos veníamos refiriendo, ambos encaran alguna de las cuestiones anteriormente planteadas, y a la buena recepción que tuvieron (gracias también a la magnífica difusión y hacer de Sul Ponticello) debemos gran parte de la energía que ahora nos emplaza a dar continuidad al debate mediante nuevos textos propios y la publicación de otras voces que contrasten con la mía propia.
Permitámonos entonces continuar “fuera de tono” con Harry Lehmann.
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