Hivern Florit / Ariel Elijovich

Del otro lado del charco llega a plataformas digitales el más reciente trabajo del guitarrista argentino Ariel Elijovich, HIVERN FLORIT, un disco nuevamente dedicado a la guitarra contemplada a lo largo de su devenir a través del siglo XX y suponiendo, precisamente por ello, un monográfico más orientado hacia la música moderna que hacia la contemporánea, a pesar de lo variado de su repertorio. Así, y omitiendo un exceso de lugares comunes, Elijovich presenta un registro fonográfico cuyo principal atractivo reside en una selección de obras heterogéneas que van desde Turina hasta Gilardino, pasando por el básico Villa-Lobos o el hoy-guitarrísticamente-renacido Britten y su espectacular Nocturnal.

Peculiar en su concepción sonora –y aclarando de antemano que el término “peculiar” es aquí un rasgo positivo-, Elijovich ha prescindido de la masterización de su trabajo, por lo que el rango dinámico de la guitarra disfruta de una mayor libertad de la habitual. Nunca está de más repetirlo: determinados discos no necesitan ser masterizados en modo alguno; no es este el lugar para entrar en una cuestión tan debatida como es la del exceso de procesamiento del sonido y el asunto de si se debe mantener una mayor o menor pureza en un registro sonoro por el mero hecho de pertenecer a la llamada “música clásica”, pero lo cierto es que determinados instrumentos –como es el presente– sufren especialmente ya no sólo de los procesos de mastering sino también meramente de su sencilla y llana grabación, por lo que todo proceso que altere su registro básico siempre conllevará un aumento de ruido desastroso que aunque parece plenamente aceptado por el oído moderno, no es menos cierto que deberíamos realizar una comparativa cabal con aquellos discos antaño registrados en cinta magnética y cuyo único tratamiento técnico consistía en la pertinente compresión en el momento de su grabación para comprender la gravedad del asunto, trabajos aquellos de una factura hacia los que este HIVERN FLORIT parece haber vuelto sus ojos. No hay aquí guerra de volumen; no se busca el sonar por encima de nada; no es un disco destinado a la guerra de la música comercial (es decir, se hace cargo de para qué sirve la masterización); es un disco, el de Elijovich, destinado a una sencilla guerra cultural, la de hacer un sencillo objeto hermoso, algo ya de por sí harto difícil. Y, actuando en consecuencia, la parte que corresponde a las manos del intérprete ha sido tratada casi con igual esmero: no es Ariel un guitarrista de sonido grueso que busque una presencia constante al otro lado del micrófono sino más bien un ejecutante que posee un dominio de los planos sonoros magistral, asignando a cada parte el papel que le corresponde y realizando un ejercicio maestro en este aspecto; un guitarrista de corte americano, de sonido más liviano y menos rotundo que el europeo, aspecto este que, si bien por sí mismo y sin ningún otro aliciente podría ser un problema, él lo convierte en su elemento a su favor: una guitarra más liviana resulta más manipulable y multiplica la gama de resultados sonoros posibles, algo que le permite realizar un registro excepcional de varias de las obras aquí recogidas.

Así, si bien el trabajo realizado sobre Turina (Sonata Op. 61) y Falla (Omaggio) tal vez resulte un poco extraño para un oyente español precisamente por esta cuestión de la ausencia de un sonido más grueso, se compensa la balanza hacia el otro extremo donde precisamente este aspecto es casi reclamado: una Suite Popular Brasileira de Heitor Villa-Lobos en la que la rapidez y la claridad alcanzan un grado más que notable, partitura que aunque haya sido tratada desde una perspectiva rítmica tal vez excesivamente propensa al rubato, ofrece soluciones a determinadas cuestiones presentes en la partitura con resultados francamente magistrales. Ligados de difícil ejecución, detalles curiosos con una presencia sonora muy característica tales como cuerdas al aire ligadas a armónicos, posiciones digitadas por el mismo Villa-Lobos que dan resultados infernales y sinsentido en un buen número de grabaciones, obtienen aquí una interpretación óptima. Y es que, valga como recapitulación, la cuestión de interpretar al compositor brasileño bajo una rítmica marcada o de manera más libre es algo que jamás deja de estar sujeto a la elección del instrumentista; uno puede encontrarse con que por norma general su Concierto se ejecuta con un marcaje rítmico tan inflexible como agresivo y, acto seguido, escuchar un Chorinho (aquí, lamentablemente, no incluido, dado que al tratarse de un quinto movimiento añadido a posteriori por el propio compositor, su presencia en la suite siempre es facultativa) cuya falta de rigor es absurda a oídos del que esto suscribe; pero lo que se encuentra fuera de toda duda es que una buena solución a la difícil escritura peculiar de la Suite no es algo sujeto a consideraciones personales y esta cuestión brilla aquí con luz propia: en todo caso, quien quisiera acusar a Elijovich de falta de precisión rítmica, lo tendrá difícil ante lo que supone el grueso del disco y su parte más lograda, el trío formado por Britten, Smith Brindle y Gilardino.

Son estas tres obras de una factura más contemporánea y, por lo tanto, con mayor gama de recursos compositivos, por lo que, retomando lo ya apuntado arriba, resultan ser un campo de experimentación ideal de planos sonoros, aspecto que sobresale especialmente en El Polífemo de Oro de Smith Brindle. Nuevamente, ese mencionado sonido más que adecuado posibilita el acceso óptimo a bends, pizzicatos, acordes, y demás gama de recursos presentes en la partitura, cuyos cuatro movimientos son de un interés incuestionable para compositores y, en este caso, para los propios guitarristas (esta vez, insistiendo positivamente: semejante registro de dichos recursos no es posible ni con otro sonido – por parte del guitarrista –ni con otra grabación– en lo tocante a la producción).

Sobre la presencia de Gilardino, huelga decir que no en vano su partitura da título al trabajo completo. Es Hivern Florit una obra inmensamente atractiva cuyos tres movimientos desgranan una fuerza descomunal a través de un ejercicio compositivo brillante enmarcado en una estética ilustrativa del “retroceso estilístico” experimentado por la guitarra frente a lenguajes cronológicamente anteriores. Es aquí ese lenguaje moderno tan peculiar del instrumento, situado a puente entre un post-impresionismo con tendencia a la reducción de recursos y un moderno minimalismo, el que lleva el protagonismo y que otorga un movimiento constante incluso a la segunda sección, el tempo lento, de esta Sonata Nº 2, la cual alcanza su punto culminante en un tercer movimiento Allegro vivo e brillante transformando sus principales ideas motívicas en una orgía de acordes repetidos de una fuerza sorprendente en manos del ejecutante, y que conforma una apropiada obra de fácil escucha como colofón final a la variedad de matices de Elijovich.

Ariel Elijovich / HIVERN FLORITl
Ariel Elijovich, guitarra
PAI RECORDS / 7798041972563

 

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