La Trenza Sonora: el intercambio como identidad

Desde Sul Ponticello nos hemos propuesto acercar cada vez más las propuestas que se hacen a un lado y otro del charco, y para ello, nos parece importante poner la vista en los ciclos y festivales que se producen en Latinoamérica. En este caso, entrevistamos a Abel Castro, director artístico de La Trenza Sonora un festival de música experimental que se realiza en Perú.

 

Sul Ponticello: La Trenza Sonora es un festival que nace en 2015, es decir, la que se llevará a cabo del 6 al 8 de julio de 2017 es vuestra tercera edición. ¿Qué balance podéis hacer del proyecto? ¿Cuáles son vuestras sensaciones ya con la experiencia de dos ediciones?

Abel Castro: Es fantástico que algo que empezó casi espontáneamente en el 2015, en el que le organicé un concierto al dúo de flautas MEI, se fuera convirtiendo solo en un festival, porque se fueron sumando más invitados del extranjero y nacionales.  Así empezó esta aventura por incentivar la creación académica, electroacústica y contemporánea; hoy La Trenza Sonora llega a su tercera edición manteniendo siempre la entrada gratuita.

S.P.: Dices que el festival crece por su cuenta, ¿cómo es esto?

A.C.: Creo que ha ido creciendo solo porque hay una gran necesidad en el país por contar con espacios como este. Además nos preocupamos de tener una producción muy cuidada y en el que se pueden mostrar diferentes ángulos de la música de ahora, como para todo tipo de público, no sólo del académico. Creo que es un logro para esta tercera edición salir del auditorio del Conservatorio y llegar a un espacio de lujo como el LUM (Lugar de la Memoria), eso nos permite alcanzar un público aun más amplio que tiene el LUM, y nos presenta nuevos retos. Lo otro que observo es que ha sido acogido muy bien por la comunidad de artistas experimentales y académicos. Es decir, hay un gran interés por ambos grupos de participar en esta plataforma que cruza dos espacios creativos que a veces se ven divergentes.

Lo que me alegra también es ver que el festival ha generado interés entre los compositores jóvenes, y los que están en formación, que se interesen en la investigación de nuevos medios para la creación. Los alumnos del Conservatorio Nacional y de otras escuelas empiezan a llevar talleres de software e interfaces para sus músicas, asimismo escribir con técnicas extendidas. Eso me dice que estamos por buen camino.

S.P.: El ámbito que pretende cubrir el festival es amplio y plural: acusmática, música contemporánea, arte sonoro, electroacústica… ¿Cómo definirías la propuesta que hace La Trenza Sonora?

A.C.: En mi país, en la zona andina, hay un término muy bello para hablar de relacionarse sin prejuicios entre dos comunidades diferentes, ellos le llaman a este acto trenzar. La Trenza Sonora toma el nombre y propósito de esta idea, porque en el intercambio se abren nuevas posibilidades. Creo que los estilos de las nuevas músicas son producto del cruce de información entre diversos pensamientos, técnicas y estéticas, y esa es una de las identidades del festival, generar lenguajes intermedios o nuevos que nos sorprendan. Además, ser eclécticos responde también a un intento por lograr salvar el medio académico en el país, teniendo en cuenta que compositores contemporáneos y electroacústicos se cuentan con los dedos de una mano por acá, debido a la modorra de las instituciones de enseñanza musical, aletargadas en su idealización del pasado, por lo que es necesario que los músicos académicos vean que hay otras posibilidades que les permitirá conectarse con un público mayor y con su tiempo. Todas estas cosas faltantes están en la esfera experimental, quienes han estado haciendo una gran labor de autogestión, que introducen características interesantes en sus performances en vivo, los que con mayores recursos técnicos se potenciarían tremendamente. Entonces, ese es el trasfondo de La Trenza, el generarles una plataforma para que trencen y aprendan uno del otro, y de paso hacer crecer el público para ambos.

S.P.: Nos comentabas que La Trenza Sonora es un proyecto que lleváis a cabo un equipo proveniente de diferentes disciplinas: teatro, danza, música… Imaginamos que este carácter multidisciplinar de algún modo tiene un reflejo en el festival…

A.C.: Creo que sí, le imprime al festival una visión definitivamente más escénica, y más desenfadada. Creo que esto acerca más a la gente común, que es algo necesario en estos tiempos de salas vacías en estas músicas. ¿Por qué los conciertos académicos tienen que ser tan acartonados? Intentamos, desde la gráfica hasta la escena, romper la cuarta pared que nos separa del público, para intentar llegar a todo tipo de espectador, no sólo al especializado.

S.P.: ¿Qué apoyos habéis tenido para la producción? ¿Hay algún tipo de financiación pública o privada que lo apoye de forma estable?

A.C.: Contamos con el apoyo continuo del Conservatorio Nacional de Música, mi alma mater, que desde hace unos años empieza a renovarse, y mi deseo es ayudar a esa tarea. Ciegamente confiaron en nosotros y nos han proporcionado el espacio de su auditorio fundado en 1927, en el cual tocaron importantes músicos clásicos del país, así como la vanguardia música peruana de los sesenta. Todo un privilegio. Por otro lado, para este tercer festival nos estamos descentralizando, y el LUM, que es dependencia del ministerio de cultura, nos ha cedido sus instalaciones. Con esos apoyos importantes podemos armar la base del festival, aunque carecemos de financiación privada, así que todos los gastos de producción faltantes salen de nuestros bolsillos, como equipo faltante, hoteles, transporte, personal, prensa, etc. En ese punto los apoyos de mis amigos artistas y técnicos, con los que he trabajado durante mucho tiempo, son de gran ayuda, pues nos dan sus servicios a un precio bastante reducido, y a veces ad honorem, pues saben además que el festival es sin fines de lucro y tiene una gran finalidad.

S.P.: El equipamiento tecnológico en un festival de este tipo es siempre un hándicap importante. ¿Con qué equipamiento contáis?

A.C.: Todos nuestros festivales han sido al menos cuadrafónicos con subwoofer, trabajamos con un proveedor amigo, Igor Moreno, que cuenta con estos equipos en la marca JBL EON TRX, además con una consola digital con muchas salidas auxiliares. Asimismo, microfonía dinámica y de condensador entre Shure, Sennheiser y AKG. El mismo proveedor tiene todo tipo de luces como leds, licons, fresneles, etc., además de un proyector de 6500 lúmenes.

Complementando esto llevo equipos para grabar como una RME UFX y micros AKG 414 xls que funcionan en ambientales, también interfaces de sonido Focusrite para las obras electroacústicas que lo requieran en el escenario. Finalmente el registro en vídeo y foto está a cargo de Kike Oré que graba con cámaras en HD.

Es básicamente todo lo que nosotros podemos manejar a nivel de equipos, quisiéramos contar con monitores Genelec, pero en el país no son comerciales y no hay quien los tenga en número de cuatro al menos. A veces, los lugares en los que presentamos el festival tienen su propio rider, por lo que aprovechamos esto y complementamos con lo que tenemos.

S.P.: La Trenza Sonora es un festival internacional. ¿Cómo enfocáis este aspecto? ¿Hay artistas invitados de países de diferentes continentes? ¿Habéis establecido alguna colaboración con instituciones de otros países?

A.C.: Las invitaciones a extranjeros se ha dado de modo muy natural, no fue algo tan planificado, en realidad por amistad. De ese modo han colaborado conmigo artistas amigos de la región como el dúo para flautas Mei, Mauricio Proaño de Ecuador, Cesar Bernal de Chile, Martín Escalante de México, etc.

El año pasado invité a Rajmil Fischman, compositor peruano radicado muchos años en el Reino Unido con una gran labor y que era casi desconocido por acá, el interpretó una obra suya de estreno con el saxofonista Íñigo Ibaibarriaga de España, quien dirige además el Ensemble Klem. Con Íñigo en aquel momento surgió una buena amistad y la idea de regresar al festival, y de establecer colaboraciones. Hoy lo tenemos de regreso para esta tercera edición con más integrantes del Ensemble Klem. Así también para esta edición Felipe Medina, músico experimental y artista sonoro de Chile, a quien conocí a través de Ceser Bernal, está participando para esta fecha.

Lo que quiero decir es que en el festival esta internacionalización ha transcurrido de modo muy natural, dada mi nula experiencia como gestor. Hoy el festival está creciendo afuera y me pone nuevos retos, pues me escriben de varias partes agrupaciones e intérpretes importantes para las siguientes ediciones, y a quienes no he tenido el gusto de conocer personalmente, pero para lo cual es necesario mayor financiamiento, y eso implica tocar puertas a embajadas e instituciones para conseguirlas. Es una tarea pendiente y un aprendizaje necesario también.

S.P.: Y como es lógico, la producción peruana será predominante…

A.C.: Sí, esa es la idea, la idea que nos mueve: incentivar la producción nacional en estas músicas. Por eso, los más importantes artistas, intérpretes y compositores peruanos están presentes, la mayoría vive en el extranjero, y a veces es difícil cuadrar sus horarios, como Rajmil Fischman, Jaime Oliver, Juan Arroyo, etc. pero siempre están dispuestos a apoyar este esfuerzo. Al mismo tiempo en cada festival invitamos jóvenes que prometen, quienes se interesan por lo que ven en el festival. Y empiezan a escribir e indagar usando otros medios para sus proyectos.

S.P.: ¿Cuál ha sido la respuesta del público en las dos ediciones anteriores? ¿Cómo percibís este aspecto?

A.C.: La acogida a sido muy buena, hemos logrado reunir público proveniente del rock, de la música experimental, del ambiente noise, de la danza contemporánea, de la performance, e incluso del folclor. Así, también hay una buena llegada de jóvenes académicos del conservatorio, entre intérpretes y compositores. Aunque aún siento la resistencia de los más tradicionales, que por cierto escriben muy bien y hay una buena cantidad, pero parece que les cuesta venir al festival. Espero en esta oportunidad tenerlos, pues son necesarios, los recibiremos con los brazos abiertos y espero se puedan involucrar en los siguientes proyectos.

S.P.: Por otro lado, el festival propone también actividades paralelas a los conciertos. ¿Qué habéis preparado para esta edición?

A.C.: Para esta edición estamos aprovechando la venida del Ensemble Klem para organizar un encuentro con jóvenes compositores e intérpretes, en el que participaran también talleristas que estuvieron llevando el curso de Pure Data en el MAC (Museo de Arte Contemporáneo) bajo el cargo del compositor Jaime Oliver.

S.P.: Saliendo un poco del festival, sabemos de excelentes compositores peruanos que desarrollan su actividad en Europa, pero desgraciadamente en España no se tiene suficiente conocimiento de lo que se hace en Perú en el ámbito de la música experimental y sus derivaciones. ¿Cuál es la situación en tu país en este sentido?

A.C.: La música experimental tiene ahora un territorio tomado muy amplio, construido desde la autogestión y por puro amor a esta música, por poder tener por estos lados una movida al igual que en otras partes del mundo. Hoy en Lima se dan disqueras independientes, conciertos, centros culturales y demás, dirigidos a públicos de este tipo. Han crecido exponencialmente. Los fines de semana en una noche pueden haber dos, hasta tres lugares a donde ir. Uno de los momentos más importantes en Lima respecto al arte sonoro fue una muestra llamada Hacer la Audición, bajo la curaduría de Luís Alvarado, importante gestor cultural, investigador y músico experimental, en el MAC. Hecha el año pasado, se presentó casi toda la historia del arte sonoro en el Perú; una muestra enorme de más de cuarenta obras y en el que tuve el placer de participar.

S.P.: Y respecto a la creación latinoamericana en general, ¿qué presencia crees que existe en el panorama internacional? Es indudable que hay mucho talento y, por ejemplo, en Centro Europa hay un interés bastante específico por la creación latinoamericana.

A.C.: Hay una fuerte presencia de latinoamericanos en el ambiente internacional, algunos de los cuales están  fuera de la historia oficial pero que son referentes para los creadores de estos tiempos, entre los consagrados como Gabriel Brncic, Daniel Teruggi, Francisco Kröpfl, Julio Estrada, Mesías Maiguashca, Mario Lavista, Olga Pozzi Escot, Cesar Bolaños, etc. Así también los que claramente se empiezan a notar por sus obras y la labor que realizan como Jorge Sad, Rodrigo Sigal, Ricardo Mandolini, Martin Matalon, Mikhail Malt, Federico Schumacher, Adina Izarra, Rajmil Fischman, etc. Además, están las jóvenes generaciones como Juan Arroyo, Jaime Oliver, Juan Cerono, Ana María Romano, Alejandro Albornoz, Susan Campos, Eduardo Caballero, María Christina Kasem, Pauchi Sasaki, etc. Realmente hay mucho y muy bueno, además estoy siendo injusto con varios que deberían ser mencionados, pero vale de ejemplo para comentar que en Latinoamérica siento que existe en el aire la tendencia hacia la construcción de un discurso intenso, muy expresivo, a veces cargado de nuestras realidades políticas, sociales y culturales. Además, creo que las dificultades y la distancia nos han permitido recrear a nuestro modo el arte sonoro y musical; tal vez eso sería importante que se escuchara y se viera un poco más en Europa, podría ser de interés para las salas de concierto que quieran escuchar algo distinto.

S.P.: Por último, volviendo a La Trenza Sonora, ¿qué horizonte vislumbráis para el festival? Imaginamos que tenéis ideas en el cajón esperando su momento…

A.C.: El festival ha ido creciendo sólo, como decía antes. Me sorprende ver las dimensiones que esto empieza a tener. Eso me alegra mucho, pero también exige una estructura más compleja para producirla, mayores recursos financieros y humanos. Ya estamos en conversaciones con agrupaciones de Europa que desean venir el próximo año, algunas de más de diez integrantes, por lo cual tenemos que buscar financiamiento mayor. Así también algunos ensambles especializados en música contemporánea de la región latinoamericana con los cuales me gustaría contar. Hay ya algunas ideas para programación de nuevos festivales, una de ellas es dedicar un festival completo y exclusivo a la mujer creadora. La Trenza Sonora de ese modo empieza a convertirse en una institución, y tengo que ver la manera de que pueda caminar sola sin mi presencia, que sería lo ideal.

Por otro lado, en el afán de seguir trenzando estamos en conversaciones con amigos compositores latinoamericanos que realizan festivales, para generar una red de festivales y lograr hacer que nuestros espacios crezcan, haciendo más visibles nuestros compositores e intérpretes nacionales, y generando de paso una integración que podría ser el nuevo Boom Latinoamericano en lo musical. Asimismo estamos también dispuestos a escuchar a cualquier festival de Europa que se interese en establecer convenio con nosotros. Sería realmente fantástico.

S.P.: Pues os deseamos toda la suerte del mundo, sin duda creceréis más.

 

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