Nancarrow sin arrow: apuntes para una ontología del canon

El presente texto tiene como objetivo formular conclusiones sobre de un proceso colaborativo que abarcó las siguientes fases, publicadas en Sul Ponticello:

  1. Una aproximación crítica a la obra y el legado de Conlon Nancarrow (ver artículo).

  2. La producción de Nanc-in-a-Can, plataforma de código abierto para generar canones temporales (ver artículo).

  3. La organización en la Casa-Estudio Conlon Nancarrow, de un conversatorio en torno al canon temporal, la música algorítmica y el live coding, que fue seguido de un concierto de obras comisionadas para la plataforma antes mencionada.

Códigos, apertura y la descanonización de lo enlatado

El canon nunca es uno aunque a veces se le quiera parecer. Ya lo hemos mencionado, hay autores como Nancarrow cuyas ideas podrían parecer destinadas a las arcas de alguna academia, se le podría pretender canonizar, integrar a un cierta línea, encriptar dentro de alguna tradición, digamos la vanguardia norteamericana. Pero el canon es siempre paradójico, es la identidad dilatada, tardía, casi nunca presente. Lo que se tiene en el canon es casi siempre la imagen instantánea de una trascendencia, trazar que (se) escinde. Es por ello que el canon es simultáneamente fácil y difícil. En su primera dimensión, canonizar fija, intangibiliza, aparta para conservar. En su segunda dimensión lo canónico aparece como esencialmente diferencial, dinámico, vivo, se quiere siempre más que a sí mismo.

El principal problema al que nos enfrentamos es escuchar en el canon (con sus dos acepciones) lo que ya está dicho, pensar que en la imágen del nombre, dicha con aquella N mayúscula, se define y comprende la dimensión total de una obra y de un obrar. No sorprende, entonces, que gran parte de las propuestas formativas institucionales se desenvuelvan bajo el modelo de la reproducción imitativa.

Por el contrario, lo que nos interesa es descubrir detrás de la figura del hombre, como polo esquemático est(r)atificado, las ideas creativas que le subyacen y detrás de las mismas, o mejor implícito en ellas, el campo donde se desenvuelven y las energías que lo recorren. Nos interesa pues, activar las dinámicas interiores del campo y entablar relaciones diferenciales con las mismas, generar nuevas interacciones, incluso y sobre todo cuando parecería que se traiciona la intención primigenia de lo canónico por tradición.

Sobre Nancarrow se ha dicho y clasificado prácticamente todo (intelectual y materialmente), y sin embargo, todo ha quedado encriptado por la imagen totalizante que lo recubre. Se sabe, en efecto, relativamente poco del campo de ideas sobre el que trabajó, principalmente porque éste sigue aún en su mayor parte inexplorado (ya que fue inmediatamente abandonado después de la canonización de su autor). Esto se debe a que por un lado se dijo demasiado sobre él, y por otro, porque técnicamente[1], este campo había permanecido inaccesible y hermético a toda posible interacción.

Hemos desarrollado Nanc-in-a-Can con el objetivo de realizar abstracciones sobre los aspectos técnicos del campo de problemas descubierto por Nancarrow. A lo que se aspira es a liberar el trabajo creativo de la labor de cálculo, para que pueda efectuar así una exploración extensiva en este campo. Que esta plataforma sea de código abierto[2] significa, además, que todo el conocimiento vertido en ella será accesible para cualquiera que desee interactuar de alguna manera con ella.

Además encontramos que el código computacional y software de código abierto (OSS) poseen una particular afinidad con el campo y las ideas de Nancarrow. En primer lugar, porque su trabajo trata constante e intensamente con ideas y concepciones profundamente algorítmicas (cánones, isoritmos, etc.). En segundo porque estas ideas pertenecen a un ámbito donde el imaginario humano necesita expresarse a través de la máquina, ya no sólo en términos de ejecución, sino en términos de cálculo[3]. En tercer lugar, porque el código abierto propone de inmediato y como medio de desarrollo, una socialización del conocimiento nunca antes vista, donde el campo ignoto que nos interesa podría ir develándose de maneras mucho más dinámicas y enriquecedoras. Este proceso rebasa por mucho las posibilidades de la investigación individual e incluso aquellas pertenecientes a las de la comunidades académicas cuyo modelo es en ambos casos, todavía, demasiado centralizado. Por último interesa observar la co-herencia que existe  entre el replicar de la aproximación OSS y el del proceso canónico: en ambas lo que importa es la reiteración a través de lo diverso y la diversidad a través de la reiteración: la multiplicidad de tiempos tiene su exacto correlato en la multiplicidad de entidades que intervienen y convergen en el código.

En ese sentido, aproximarnos al campo nancarrow a través del código abierto ha posibilitado dos cosas. Primero, hablar del cómo de la producción de las ideas dentro al interior del campo, por ejemplo, describir con exactitud la elaboración de una multiplicidad de cánones de convergencia[4]. Segundo, extender el acceso a este campo: se favorece cada vez una relación indagatoria; es posible para cualquier interesada, elaborar un canon de convergencia sin saber exactamente cómo se implementa o, de otra manera, imaginar nuevas posibilidades a partir de estudiar los algoritmos ya existentes, arrojando, en cualquiera de los casos, luz a áreas del campo previamente desconocidas. El campo queda abierto para la imaginación creativa comunal, removiendo por un lado las ineficientes complejidades del cálculo y por otro, el hermetismo de lo canonizado.

Convergencia y relatividad

Tomemos una idea para hablar de la convergencia:

Buena parte de la relatividad de Einstein se apoya sobre el problema de la sincronía. Ésta puede ser entendida como el evento-punto donde dos series temporales se tocan.  En su famoso experimento mental del rayo y el tren, Einstein describe dos eventos (la caída de dos rayos a uno y otro extremos del tren) y dos sujetos que perciben estos eventos (una estático sobre la plataforma, otro viajando sobre el tren, exactamente a la mitad de éste).  Para el primero de estos sujetos, ambos rayos caen al mismo tiempo, es decir, ocurren simultáneamente, para el segundo ambos eventos ocurren en momentos distintos. Se concluye con esto que la sincronía no es imposible, sino tan sólo relativa: dadas dos series de eventos, no hay nada que garantice que un mismo evento ocurrirá para ellas en el mismo instante, sin embargo, dadas ciertas condiciones específicas, ambas series pueden converger en un punto que las comunica.

Con Nancarrow esto se puede pensar de la siguiente manera: teniendo un canon cuya segunda voz ocurre a un tempo más rápido que la primera, es posible concebir que haya un evento único que en la secuencia musical ocurra simultáneamente en ambas voces.  Con ello se comprende que el punto de convergencia juega las veces de un observador, una subjetividad a través de la cual la secuencia musical queda ordenada y según la cual poseerá uno u otro significado: puntos de convergencia distintos generarán músicas distintas.

La introducción del punto de convergencia, como perspectiva subjetiva “al interior” del discurrir sonoro, es una de las invenciones de Nancarrow cuyas implicaciones y posibilidades desbordan por completo su propia obra. Ontológicamente nos habla del tempo y lo tempo-canónico como elementos que pueden pensarse por sí mismos, con independencia del intencional arreglo melódico-armónico-tímbrico (y hasta cierto punto rítmico) de la música. Estos nuevos elementos (canon temporal y punto de convergencia) son en cierto sentido, meta-musicales, en tanto que resignifican los elementos armónico-tímbrico-melódicos de la voz “original”. Esta resignificación ocurre como una inversión: ya no son la armonía, el timbre y la melodía los que se sirven del tempo para llevar a cabo su intención musical, sino al contrario, el tempo y el punto de convergencia son quienes se sirven de estos. De aquí se desprenden las preguntas sobre ¿qué ha de significar la convergencia de la voces en una obra y cómo se puede jugar con ella? y con ellas, la pregunta por el observador, su posición en el espacio musical y por las distintas maneras de experimentar el tiempo y de ocurrir en él.

El espacio del tiempo

La invención del canon temporal inaugura un campo para la imaginación del tiempo en la música. Significa el punto de apertura de un orden todavía por descubrir: las ideas que en él habitan, las reflexiones posibles, sus derivas, encuentros y desencuentros, quedan aún, en su mayoría, completamente ocultas para los sentidos. Con el canon temporal no se trata de duraciones, o de la distancia entre eventos en el tiempo (concepciones relativas al ritmo), sino de relaciones de paralelismo y convergencia entre entidades relativamente distintas que se desenvuelven sobre diferentes planos. Dicho de otra manera, no del tiempo de los eventos sino de los eventos del tiempo.

El tiempo se vuelve la médula de un cierto tipo de tratamiento del material musical. Pensado en su versión más inmediatamente asequible, y ello gracias a la crítica sobre Nancarrow, se podría hablar del problema de la velocidad: ¿cómo se deforma un material a través de la velocidad?, ¿qué relaciones guarda con sus repeticiones? y ¿en qué momento pierde su identidad?

El camino de la velocidad y la identidad, por el que nos lleva este pensar del tiempo musical, remite a los problemas de la escucha y su tiempo: ¿en qué escalas temporales opera la escucha humana?, ¿qué determinaciones tiene que le permiten o no percibir e identificar relaciones entre los materiales sonoros?

Y preguntado aún de otro modo: ¿cuáles serían aquellas afectaciones del tiempo que posean la capacidad de arrojarnos hacia experiencias tendientes a lo que está más allá de lo humano y que sean, a la vez, capaces de renovar la idea de lo humano como tal: tiempos de la máquina, del número, del cosmos, etc.? Lo que se plantea es doble, por un lado revelar los supuestos límites de la experiencia coherente de humano (supuesto más ideológico que ontológico), y por otro proponer maneras de trascenderlos encontrando en lo humano lo que está más allá de lo “humano”: sus rasgos maquinales, numéricos y cósmicos. Si el planteamiento del sentido común es que el humano existe sobre un único plano temporal, entonces no hay mayor locura que comenzar a pensar en tiempos posibles, simultáneos, alternantes, para con ello remover los fundamentos de la experiencia y la supuesta coherencia del mundo.

Canon y diferencia

Pensemos al canon de manera excesiva y desbordada, pensémoslo pues en el desbordamiento que es su propia potencia: interesa su capacidad de producir diferencia.

Con su mero repetir, el canon diferencia (e.g. voz original transpuesta en alturas y tiempos), pero por sí misma, esta transformación transposicional nos parece trivial. Más allá observamos una diferencia distinta y de orden emergente.  Al escuchar el canon, se observa que sus voces generan lo que se podrían llamar diálogos, nuevos órdenes sonoros generados a partir de las superposiciones y los desfases entre sus voces. En ellos se escucha algo distinto de una serie de simples repeticiones de la voz original, y en todos los casos jamás se escucha nada que no existiera ya en la voz original.

Este fenómeno permite efectuar una transposición de tipo epistemológico sobre la voz original. Lo que antes se comprendía como una entidad temporal, ahora se percibe como un espacio de posibilidades. Lo que se percibe es el conjunto de las relaciones posibles que se desprenden de la combinatoria y segmentación entre la secuencia y sus transposiciones. Esto implica una observación atemporal de la misma, o lo que es prácticamente lo mismo, una observación de ésta en todos los tiempos posibles[5].

Dicho de manera analítica, podemos formular la producción de diferencia del canon de la siguiente manera: dado que todas las combinaciones dialógicas que se dan en un canon son, por fuerza de la repetición de una única voz original, combinaciones que se pueden generar únicamente a partir de ésta primera voz y de las funciones simples de transposición (frecuencial y temporal)[6], entonces el canon como proceso es capaz de producir un cierto tipo de diferenciaciones respecto de la voz original, y esto, en tanto que como proceso, despliega un espacio atemporal de posibilidades para la misma.

Así este diálogo canónico se puede comprender estrictamente como la producción de una multiplicidad de nuevos órdenes a partir de un orden seminal.  Se parte de la voz inicial, como de una identidad a reproducir, y se deriva de ella algo que ya no es estrictamente idéntico, pero que es isomórfico[7]: el espacio de posibilidades es la voz como entidad atemporal. Claro ejemplo de esto es el canon 36 de Nancarrow donde, entre otras cosas, glissandi de gran extensión (objetos del espacio de posibilidades) se forman a partir de un glissando de proporción mucho menor (objetos de la secuencia temporal).

Lo que es interesante de este modo de producir diferencia es su carácter minimalista. El proceso no requiere de elementos nuevos o diferentes para producir lo diferente, sino que lo produce con el despliegue de un campo atemporal que surge únicamente a partir de la serie temporal dada. La convergencia de estos elementos contrarios, temporal-atemporal, no es casual, es el reflejo de esta característica diferenciante que es esencial al canon.  Si la diferencia se contrapone en algún sentido a la identidad, entonces el canon realiza esencialmente esta contraposición llevándola a un grado de pureza que le permite prescindir de la necesidad de fuentes exteriores de diferencia. De esta manera el canon, como modelo contra-puntístico, o más generalmente, como modelo de un desarrollo temporal de lo “idéntico”[8], contiene y efectúa una contra-dicción productiva pura.

Más allá del canon: apuntes sobre la diversidad de entidades sonoras y perspectivas sobre su convergencia

 

Notas


[1] En este caso específico cuando decimos “técnicamente”, queremos decir “humanamente”.

[2] El software de código abierto (open-source software, abreviado, OSS) es software cuyo código fuente es (legalmente) accesible para cualquier persona cuyo objetivo sea estudiarlo, modificarlo o distribuirlo. Algunos  de los principales objetivos de esta aproximación a la creación de software son acelerar el desarrollo de una pieza de software, permitir la elaboración de programas más complejos a partir del uso de otros programas ya existentes (que resuelven algunos problemas específicos), e incitar a la elaboración colectiva de software y con ello a la formación de nuevas comunidades cuyos valores principales sean compartir y colaborar.

[3] Podría decirse de las capacidades intelectuales del humano, que la intuición de una idea es prácticamente instantánea (alta eficiencia), mientras el cálculo de la misma es exponencialmente lento, aumentando en relación con la complejidad de la idea en cuestión (baja eficiencia).

[4] Por oposición del hablar acerca del qué de las obras del autor. E.g. ¿qué obra tiene un canon de convergencia y en qué punto?

[5] En este sentido, el punto de convergencia es una función de tiempo que opera sobre el espacio de posibilidades de la voz.

[6] En términos matemáticos a estas funciones se las llama functores, dado que preservan intacta la estructura de los objetos que “mapean”, aquí, secuencias de frecuencia y duración.

[7] Un isomorfismo es una función (o proceso) cuyo resultado puede ser revertido. Supongamos que hay un objeto x que al aplicarle una función se convierte en y (x -> y). La existencia de un isomorfismo implica que hay una función inversa tal que es posible obtener x a partir de y (y -> x).

[8] Podríamos hablar con esto de la acepción de canon como tradición.

 

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