Surrealismo y legado: diálogo en torno a la Tercera Sinfonía de Jorge E. López

El pasado 13 de Diciembre el compositor cubano-americano, aunque residente en Austria, Jorge E. López (La Habana, 1955) estrenó su III Symphonie. El evento tuvo lugar en la sala Hércules de la Residencia de Munich, antiguo palacio de los reyes de Baviera y sede habitual de conciertos de la Orquesta Sinfónica de la Radio de Baviera, formación encargada de ofrecer el concierto, en el marco del Ciclo musica viva de Munich y fue dirigido por el estadounidense Brad Lubman. La primera parte estuvo compuesta por una obra del polifacético John Zorn (Queens, New York, 1953), Orchestra variations, seguida de Zones de turbulences para dos pianos y orquesta, un estreno absoluto del compositor francés Phillipe Manoury, mientras que la segunda estuvo ocupada en su totalidad por el estreno (también absoluto) de la III Sinfonía de López.

El origen cubano-estadounidense de Jorge E. López puede llamar a engaño, pues se trata de un compositor plenamente centroeuropeo. Afincado en Austria desde hace  veintidós años, a la vez que una de las voces más indepedientes del panorama musical del viejo continente, es también un representante de excepción (y a la vez excepcional), de una tradición sinfónica cortocircuitada en Europa Central por la irrupción de la vanguardia de la Segunda Mitad del siglo pasado que sin embargo ha sobrevivido mejor en sus márgenes: tanto en los países nórdicos e Islas Británicas como en los países del Este. La música de López la defienden hoy día las mejores orquestas y ensembles y en ella reaparecen de manera constante algunas cuestiones tan interesantes como la relación con la naturaleza, entendida en su sentido más primigenio y salvaje, el uso del espacio como un parámetro musical más, en ocasiones tratado de manera tan maravillosamente radical como en Dome Peak (1991-1993), el empleo de la cita o collage (con diferentes grados de integración textural en función de la situación expresiva) o un amplio y rico dispositivo orquestal, con un abundante uso de los instrumentos de metal en general y de las tubas wagnerianas en particular, así como de la percusión de sonido indeterminado. A todo esto, podemos todavía sumar la aplicación de técnicas surrealistas al propio desarrollo compositivo y al fondo, como reconoce en esta misma entrevista (¡cómo no!), los clásicos vieneses.

Sul ponticello estuvo en Munich el mismo 13 de diciembre del pasado 2013 con el compositor: por la mañana en el ensayo general y por la tarde en el concierto. Al día siguiente Jorge aceptó concedernos una entrevista que realizamos en el Hotel an der Oper, donde se alojaba, y que a continuación ofrecemos a nuestros lectores.

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