Horizontes / Wasei Duo

Si uno no pierde con los años la capacidad de asombrarse, la gama de matices que se puede disfrutar en un instrumento como el saxofón jamás dejará de sorprender en manos de un virtuoso: es esta la primera idea que uno desgrana acerca del nuevo trabajo discográfico del saxofonista David Hernando Vitores, este “Horizontes” – nuevo álbum del WASEI DUO, formado a la par con la pianista japonesa afincada en España Kayoko Morimoto.

Es David Hernando un saxofonista que pertenece a la nueva hornada de ejecutantes nacionales que ha sabido aceptar de buen grado la literatura musical contemporánea, algo que este país no había podido hacer en prácticamente ningún campo atendiendo a que, si bien estamos hablando de un auge de carácter universal (el del papel del saxofón en la música contemporánea), hay que recordar que situaciones similares en otros instrumentos no fueron solventadas con la misma brillantez: las innovaciones omnipresentes de la flauta en los años 70, del arpa, del clarinete (el eterno referente de Villa-Rojo no puede constituir una corriente por sí misma) no han tenido un reflejo a la medida de su imagen internacional. No se habla ahora de pautas compositivas más o menos presentes en los papeles escritos por los compositores sino de una incidencia cotidiana en la realidad de un instrumento: cuando uno escucha a un saxofonista, le exige casi de manera inconsciente un oficio solvente en la interpretación de la nueva música, y Hernando Vitores demuestra estar en posesión de este manteniendo en su repertorio habitual las obras más emblemáticas de autores como Berio o Lauba que cohabitan con otras más asentadas pero igualmente destacables en la historia del instrumento como son las de Ibert o ese hito que supuso la Sonata de Denisov. Y, tal vez igualmente por esta condición de asunción plena de la música contemporánea, ha decidido el WASEI DUO dar a luz un producto extremadamente singular en sus propósitos y que aporta nuevas perspectivas, nuevos horizontes, al catálogo existente para el dúo piano-saxofón.

Así, bajo esta premisa, se desgrana su nuevo trabajo discográfico: obras nacionales de reciente factura como Chugaeri de Mario Carro encuentran su lugar al lado del sempiterno Vocalise de Rachmaninoff (las concesiones al gran público deben ser siempre bien recibidas en los trabajos de música contemporánea) a través de un insólito recurso, el de la grabación en directo que si bien hace unos años era casi la única vía existente para la publicación de nuevo material, hoy en día se echa mucho en falta en este ámbito. Ciertamente, puede afirmarse que el sonido directo no ha sido el más adecuado para dichas obras (una excesiva brillantez en el piano nunca ayuda demasiado a las duplicaciones entre ambos instrumentos en una partitura como la de Carro, de la que se podría decir que es una de las piezas más sorprendentes de su autor por lo original de su concepción estructural), pero desde luego que la idea cumple con creces su cometido: poder alterar el diseño sonoro global para permitirse introducir piezas para saxofón y electrónica como la que firma el propio David Hernando en calidad de autor, una obra original de inspiración japonesa mostrada a través de sus slaps, su entonación por momentos cuasi-shakuhachi  y por supuesto a través del título tomado de una de las Eras del Japón, y que reafirma ese eje sonoro cambiante que se completa con la grabación más moderada de obras de Claudio Prieto y Barry Crockcoft. Y si bien el recientemente fallecido Prieto encuentra aquí una buena interpretación de su obra, resulta especialmente llamativo el registro de la obra de Crockcoft: es esta la primera grabación existente de su Melbourne Sonata y,  si bien podrá contener un interés limitado en su concepción para una parte de los oyentes (el minimalismo es una cuestión tan particular que cualquier consideración acerca del mismo resulta innecesaria), es indudable igualmente que los intérpretes han sabido dotar a la obra de un atractivo que reside de manera especial en los matices alcanzados y su carácter radicalmente mutable; más que nunca a lo largo del disco, son aquí las diferencias tímbricas, de registro, de carácter, el eje de interés, en gran parte debidas al enorme trabajo realizado por la pianista Kayoko Morimoto.

Si hubiera que escoger una palabra para definir en conjunto el trabajo de Morimoto, sin duda sería “nitidez” el término adecuado; una nitidez que, necesariamente en su instrumento, engloba los términos de “precisión” y “claridad”. El rigor rítmico (especialmente perceptible en la obra de Carro por el sonido obtenido ya mencionado y, fruto de una escritura-dialogante perteneciente a otra época en la sonata de Prieto), la ejecución a través de una gama de matices muy amplia que en ningún momento hace perder definición al sonido independientemente del registro, y de manera especialmente marcada un sentido implacable de la función estructural, hace que incluso en los momentos menos interesantes a nivel textural el oyente tenga algo a lo aferrar su oído (exquisito en este sentido resulta el Tercer Movimiento de la Melbourne Sonata, Blow), resultando su papel un elemento indispensable en la buena factura de este trabajo que debería convertirse en un referente de escucha actual: a través de “Horizontes” podrá uno descubrir nuevas obras, podrá re-descubrir otras, disfrutará seguro con la variedad de sonidos alcanzados siempre con maestría y, desde luego, recibirá una buena lección sobre el aprovechamiento de recursos a la hora de organizar un disco completo.

Horizontes / WASEI DUO
David Hernando Vitores, saxofón
Kayoko Morimoto, piano
Wasei Duo 2015

 

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