Jajajajaja

Nunca se nos hubiera ocurrido titular un editorial así, con una carcajada, pero es que San Spotify ha hablado y la prensa recoge con promiscuidad la noticia, y sin parpadear: En España se escucha un 30,84% más música clásica que en el resto del mundo. Y como es noticia de agencia y promete cierto éxito periodístico, hala, allá van todos, a ver quién interpreta con una barbaridad más tamaña. Y se quedan tan tranquilos. ¡Pues qué bien! Entonces, todo solucionado. En España, todos tan cultivaditos. ¿No éramos los paletos del barrio? Si esto ocurriera unas décadas atrás, encajaría en el “ya semos europeos”.

Lo más curioso es cómo se presenta la información, con ese halo de veracidad que gusta tanto al periodismo perdiguero actual: “Estos datos, asegura Spotify en un comunicado, demuestran que la música clásica goza de buena salud en España”.

Cuando se ven las listas resultado de la encuesta, la carcajada se hace cada vez más sonora y prolongada. Bach cruza la meta el primero, y en segundo lugar, agárrense… ¡Ludovico Einaudi! Esa figura histórica de la música clásica que vino del frío, como ya comentamos en otro editorial.  Es como si dijeran “Sííí… te lo juro, el cura de mi pueblo es un rockero, escucha Mocedades en sus ratos libres”. Evidentemente, lo que Spotify llama “música clásica” es algo así como los “clásicos populares”, y ahí sí, es posible que España esté entre los primeros. El problema es cuántos “no populares” escuchamos.

¿Qué nos pasa en este país donde toda cultura que no apeste a simpleza es sistemáticamente despreciada y después, haciendo el ridículo, intentamos salvar los muebles? Como si nos diera vergüenza, como si quedara un residuo de conciencia del desastre en algún rincón. ¿Por qué una información estúpida, como la que trae Spotify, no es inmediatamente puesta en cuestión y, enseguida, tachada de ridícula? No es tan difícil, sólo hay que tirar de sencillas encuestas, de aquí y allá (asistencia a conciertos en auditorios y festivales, programas de radio y televisión dedicados a la música clásica, sencillas estadísticas del Ministerio de Cultura…) para ver que el dato es una falacia interesada, vaya usted a saber debida a qué estrategia de venta.

Y es que en España parece que vende igual el “qué paletos somos” que el “no somos tan paletos”. Esto lo saben muy bien los medios, y el amarillismo que llevan dentro no puede contenerse: El Mundo, El Economista, Huffinton Post, Cadena Ser, y así una larga lista, publican la noticia. También es llamativo que alguna revista supuestamente especializada la recoja sin un pestañeo.

Ya fuera de bromas, estas miradas al espejo delatan una situación bastante triste, cuando no patética. Otra cosa para la larga lista del “quizá deberíamos hacérnoslo mirar”.

 

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