El flamenco, ¿una creación contemporánea? (I)

Según se afirma en el Nuevo Estatuto de Autonomía de Andalucía aprobado en 2007, el flamenco es un “elemento singular del patrimonio cultural andaluz” y “corresponde asimismo a la Comunidad Autónoma la competencia exclusiva en materia de [su] conocimiento, conservación, investigación, formación, promoción y difusión” -¿Podríamos imaginar una manifestación parecida por parte del gobierno local de New Orleans en relación al jazz?-; al mismo tiempo es declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en noviembre de 2010 por parte de la UNESCO; y, de igual forma, es un arte que ha superado de manera obvia sus propios límites geográficos iniciales y las condiciones estéticas, conceptuales, técnicas y culturales que lo han definido hasta hace tan sólo unos años.

Pero estas tres afirmaciones provocan un claro conflicto entre la realidad transcultural del flamenco contemporáneo y la constante adscripción ideológica que se le ha aplicado según el momento. Entre algunos ejemplos: Pedro G. Romero, artista conceptual onubense y director artístico del bailaor Israel Galván, califica de “máxima aberración” que el texto del estatuto andaluz declare como exclusivas del gobierno autonómico las competencias sobre el flamenco. José Luis Ortiz Nuevo, poeta, fundador de la Bienal de Flamenco de Sevilla y autor de Alegato contra la pureza (2010), admite lo innecesario y poco útil de la declaración cultural de la UNESCO sobre el flamenco.

Más allá del proceso antagónico que muestra por un lado la consolidación de un “folclore planetario” -en palabras de Edgar Morin- y, del otro lado pero al mismo tiempo, la búsqueda de una diferencia cultural e identitaria por parte de comunidades minoritarias, es evidente que existe una situación de mundialización de ciertas manifestaciones artísticas y musicales nacidas en un marco inicialmente local. El flamenco, sin duda alguna, es una de estas manifestaciones. Sin embargo, su situación actual no puede equipararse a la que viven otras músicas de trayectoria histórica parecida como el tango o el jazz.

A riesgo de seguir pareciendo un ignorante, me pregunto: ¿acaso el flamenco es todavía hoy un elemento de identificación nacional y un marcador cultural exclusivamente andaluz -y español-?

 

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