Música para una coronación

Ha llegado el verano a este país al que le crecen los príncipes y las reales familias se convierten en rana (del ámbito político ni hablamos). Sin ninguna dilación y, todo hay que decirlo, con aparente intención de que los actos fueran discretos, tenemos nueva cabeza debajo de la corona. Hasta ahí, lo previsto, lo inevitable dicen algunos, lo vergonzoso, otros. No nos meteremos en ese jardín aquí. Pero sí nos corresponde ocuparnos un poco del aspecto musical que ha acompañado la situación, y que nos ha sorprendido bastante. Veamos.

Es habitual que los medios, en una situación así, en un afán desmedido por las loas y después de unos preceptivos e interminables “es el heredero más preparado de la historia”, deriven el discurso hacia lo cursi, sino directamente a la ñoñería, sobre todo cuando se trata de mostrar retratos “domésticos” del real matrimonio con sus pupilas (ahora, futuras coronables). Pero si, encima, estos retratos son acompañados por un fondo musical que recuerda a los últimos años del NO-DO (sí, no estamos exagerando), llega el estupor y se instaura para no irse tan fácilmente. Esto ocurrió en TVE, es decir, con toda la carga que imprime la visión mediática más institucional.

Sobre este punto, se nos ocurre una pregunta básica: ¿pero es que no hay en todo el ente público nacional un solo responsable de la “ambientación sonora” que sepa poner un fondo con un mínimo de gusto, que le espante recurrir a tal cursilería de sabor tardofranquista? ¿Tan poco hemos cambiado desde la tan aclamada transición? Y seguidamente, una segunda cuestión: ¿qué hubiera sido de las monarquías si, a lo largo de su historia, se hubieran acompañado por negligencias musicales de ese calibre? Lo mismo la Revolución Francesa se hubiera adelantado un siglo o dos… Afortunadamente para ellos contaban con grandes compositores que trabajaban para la casa, y si había algún problema o escasez, actuaban como la corte imperial vienesa que tiró de una obra no escrita para ceremonia real, como la Misa en Do Mayor de Mozart, convirtiéndola, por fuerza de tradición y uso, en Misa de la Coronación. Obviamente, no estamos abogando por el ceremonial y el boato, pero si nos van a hacer sufrir con estos paseos fotográficos por la real familia, por lo menos  que no nos hagan bajar el volumen del televisor.

Y junto a todo este anacrónico extrañamiento, resultó verdaderamente curiosa la escena que se pudo ver también en TVE el día de la abdicación: el encuentro del jefe de la oposición con el secretario general de UGT en la inmensidad de la escalera palaciega, como dos colegas que se encuentran en las escaleras mecánicas del metro mientras llegan tarde al trabajo. Las palmadas en la espalda y las risitas cómplices bajo la hierática presencia de los guardias reales que jalonaban la escalinata, componían una escena surreal que bien podría haber firmado Buñuel y que, unida a la infamia del fondo musical, parece dar la razón a aquellos que piden a gritos una tercera república.

Algunas novedades en Sul Ponticello

Y ya fuera de este real asunto, hablaremos de alguna novedad interesante en nuestra revista. Por un lado, damos la bienvenida como colaborador al compositor Jacobo Durán-Loriga que tendrá sección propia: “Tocando a rebato”, un espacio que abre con un artículo sobre la “Marca España”, que recomendamos vivamente.

Por otra parte, este número 7 de la nueva época de Sul Ponticello será doble, es decir, abarcará los meses de julio y agosto. Un descanso veraniego que nos servirá para afrontar el nuevo año con más fuerza y ganas si cabe. Pero, como es habitual a lo largo del año, nuestra Agenda no descansa, e iremos introduciendo nuevos eventos durante estos meses estivales, y dando reflejo de ellos en nuestra página de Facebook.

Sólo nos quedan los buenos deseos para estos meses que esperamos sean tranquilos para unos y productivos para otros, en cualquier caso, que sirvan para olvidar un poco los pesares. En dos palabras, ¡buenas vacaciones!

 

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