Música y espacio I: Policoralidad y polifonía multi-vocal en el siglo XVI

INTRODUCCIÓN

La cuestión de la distribución espacial de fuentes sonoras con propósitos musicales es principalmente un fenómeno del siglo XX. Con el desarrollo de la música electroacústica y el uso de altavoces, el espacio está cada vez más presente en la creación musical de nuestros días. Pero también en el pasado podemos encontrar ejemplos de distribución espacial. Aparte de algunos casos anecdóticos de efectos tipo eco o lontano en compositores como Monteverdi, hubo un grupo de compositores que, sobre la segunda mitad del siglo XVI, se dedicaron al desarrollo del conocido como estilo policoral: la escuela veneciana.

Básicamente, estos compositores distribuían varios coros alrededor del espacio disponible en la iglesia en la que su música se interpretaba. Pueden encontrarse muchas razones que justifiquen su proceder, y no es nuestra intención discutirlas. Consideramos que hay suficiente bibliografía dedicada al tema, y análisis muy interesantes de sus piezas.

Nuestro objetivo es mostrar las “otras” piezas. Ha habido otros compositores que, teniendo alguna conexión con la escuela veneciana o ninguna en absoluto, también desarrollaron técnicas policorales en torno a la misma época e incluso antes. Dos piezas van a ser el centro de este trabajo: los impresionantes motetes Spem in alium del compositor inglés Thomas Tallis (1505-1585) y Ecce beatam Lucem del italiano Alessandro Striggio (1536-1592).

Ambas piezas fueron escritas para 40 voces, distribuidas en varios grupos y colocadas en diferentes situaciones espaciales. Esto nos lleva a un segundo concepto, muy relacionado con la policoralidad, pero bastante interesante en sí mismo. Lo llamaremos “polifonía multi-vocal”, y bajo este término vamos a agrupar piezas y compositores poco conocidos que, con diferentes propósitos, escribieron piezas polifónicas para un gran número de voces, muchas más que las 5 ó 6 que eran habituales en el siglo XVI.

Por tanto, vamos a tomar estos dos motetes como punto de partida para un posterior análisis de los conceptos “policoral” y “multi-vocal” en la polifonía renacentista, conceptos que pueden (o deben) estar muy estrechamente relacionados con el uso del espacio físico en la composición.

 

1. Alessandro Striggio y Thomas Tallis: un reto musical

Los impresionantes motetes a 40 voces Ecce beatam Lucem y Spem in alium, de Alessandro Striggio y Thomas Tallis respectivamente, han sido en los últimos años objeto de un profundo estudio musicológico. Podemos confirmar casi con toda seguridad las fechas de su composición, su estreno y sucesivas representaciones, la ocasión y dedicatarios, o la existencia de diferentes copias y versiones de los manuscritos originales.

Pero hay una pregunta, más básica aún, a la que también debería darse respuesta. ¿Por qué? ¿Qué llevó a estas dos personas a emprender la titánica tarea de componer para tal número de voces? De las muchas teorías que se conocen, la más aceptada afirma que Tallis fue retado, bien al conocer él mismo la pieza de Striggio o más probablemente por el Duque de Norfolk, a componer as good a songe[1].

Una cosa está clara: Tallis compuso y estrenó su motete unos 10 años después de que Striggio hiciera lo propio con el suyo. Podemos aceptar el reto de superar una pieza del pasado como motivo suficiente para componer su obra maestra. Pero, ¿compuso Striggio su pieza también bajo la presión de un reto? ¿Cuáles fueron sus motivos para escribir una pieza a 40 voces?

Vamos a recordar brevemente algunos detalles sobre estos compositores, para posteriormente situar en contexto los conceptos “policoral” y “multi-vocal” que estas piezas llevan al límite.

1.1. Striggio: Ecce beatam Lucem

El Alessandro Striggio que nos ocupa, nacido entre 1535 y 1537[2], fue el padre de otro Striggio, también Alessandro, conocido por escribir el libreto para el Orfeo de Monteverdi. Nacido en una importante familia de la aristocracia de Mantua, estaba en contacto y trabajaba para algunas de las más poderosas familias del norte de Italia y sur de Alemania, como los Gonzaga y los Medici, o las de Ferrara y Bavaria.

Fue conocido y admirado en vida como excelente intérprete y compositor. Aparte de su música para intermedi (antecedentes del teatro musical y la ópera) o sus madrigales, hoy en día se le conoce principalmente por su motete a 40 partes, Ecce beatam Lucem, y su misa a 40 y 60 partes, sopra Ecco si beato giorno.

La misa, que incluye un Agnus Dei a 60 voces, fue redescubierta recientemente, y comparte material con el motete, como el modo Mixolidio en sol, la combinación de claves, e incluso algunos fragmentos literales[3].

En cuanto al motete, hay referencias escritas sobre tres ocasiones diferentes en las que música para 40 voces de Striggio fue interpretada: Julio de 1561 en Florencia, con ocasión de la visita del cardenal Ippolito d’Este; Agosto del mismo año para la boda de Guglielmo Gonzaga; y Febrero de 1568 en Munich, dirigido por Orlando di Lasso, para la boda de un duque bávaro. Aunque en cada ocasión se le da un nombre diferente (canzona a 40 voci, musica a quaranta voci), muchos autores asumen que el motete que hoy conocemos como Ecce beatam Lucem fue probablemente adaptado y utilizado en las tres ocasiones, y sugieren la posibilidad de que fue adaptado a texto italiano, estando por tanto la misa Ecco si beato giorno basada en el motete. Como consecuencia, el año 1561 (cuando el compositor tenía probablemente 25 años) se acepta generalmente como fecha de composición para el motete a 40 voces Ecce beatam Lucem[4].

Sobre la intención del compositor o el impulso para escribir para tal conjunto, sólo podemos asumir que Striggio pensaba que estaba haciendo algo único, algo que nunca antes se había hecho, y por lo tanto estaba demostrando sus habilidades como compositor. Esta es también la teoría de Denis Stevens, que, hablando de la llegada a Inglaterra de una italiana canzion de 30 partes que serviría a Tallis como reto, afirma que “el número debería haber sido 40, y la pieza solo podría ser el motete de Striggio, que el mismo compositor consideraba correctamente único en su época”[5]. El autor apoya su teoría citando las palabras del propio compositor: “…essendo cosa non mai più sentita in si gran numero”[6]. Estamos de acuerdo con el hecho de que el propio compositor pensaba que estaba logrando algo único. Pero no deberíamos asumir tan fácilmente que la pieza de Striggio fuera de hecho el único intento en Europa de tales características que hubiera llegado a Inglaterra. En posteriores apartados retomaremos este asunto.

Sea como fuere, se sabe que Striggio, como agente diplomático de los Medici, viajó a Inglaterra en 1567, por lo que ésta debió haber sido la ocasión perfecta para que su música llegara de alguna manera a Tallis, quien en la época andaba por los sesenta años. No está claro aún si Striggio llevó consigo (y probablemente interpretó) el motete o la misa, y en cualquier caso no es crucial para nuestra afirmación: Tallis supo de una “canción” italiana a 30 (o 40) voces, y se sintió (o fue) retado a superarla, cosa que por lo visto consiguió[7].

1.2. Tallis: Spem in alium

Thomas Tallis (1505-1585) cuenta entre los más importantes compositores de música religiosa en Inglaterra en el siglo XVI. Su nombre se asocia normalmente al de William Byrd, con quien colaboró en la creación de la antología Cantiones Sacrae, con motetes latinos. Fue principalmente organista y compositor de música litúrgica (tanto en latín como en inglés) en diferentes lugares, pero fue sobre todo conocido como compositor de la corte de la corona inglesa bajo el reinado de cuatro monarcas: Henry VIII, Edward VI, Mary Tudor y Elisabeth I. Se le relaciona tanto con católicos como con protestantes, y su música se valora aún hoy como representativa de la polifonía inglesa renacentista.

Entre las muchas composiciones de Tallis que han llegado a nuestros días, el motete a 40 partes Spem in alium es probablemente la más ampliamente conocida actualmente. Se han escrito muchos artículos e investigaciones sobre los orígenes y primeras representaciones de la pieza. Stevens sitúa la primera interpretación de la versión latina del motete en 1571 en Arundel House (residencia del Duque de Norfolk, quien se supone que retó a Tallis para luego premiarle con una cadena de oro por su éxito), y de la versión inglesa en 1610. Pero también se han propuesto otras ocasiones como primera interpretación, como el 40 cumpleaños de la Reina Elisabeth en 1573, lo que nos daría otra posible explicación al número de voces.[8]

En cuanto a las intenciones o la motivación para componer la pieza, ha habido voces que la alababan como única (como pensaba Striggio de su propia pieza), e incluso la consideraban un puro espectáculo de destreza compositiva más que una pieza para ser interpretada[9], pero hoy sabemos casi con total seguridad que hubo alguna clase de reto. Striggio viajó a Londres, y parece razonable que trajera consigo (e incluso interpretara) alguna prueba de sus habilidades. Bien el motete a 40 voces o la misa, que incluiría una sección a 60 partes, fue muy probablemente conocido en Inglaterra alrededor de 1567.

Lo cierto es que Tallis compuso la pieza tras saber de tal hazaña, sea la pieza de Striggio o cualquier otra similar. No podemos omitir la reproducción de la anécdota, fechada en 1611, que sirve a Stevens y muchos otros para apoyar la teoría del reto:

In Queen Elizabeth’s time yere was a songe sen[t] inte England of 30 parts (Whence ye Italians obteyned ye name to be called Apices of ye world) wch beeinge songe mad[e] a heavenly Harmony. The Duke of _____[sic] [...] asked whether none of our Englishmen could sett as good a songe, and Tallice beinge very skilfull was felt to try whether he could undertake ye Matter, wch he did and made one of 40 parts [...] wch so farre surpassed ye other [...]”[10]

Sirva esto para probar que, ya en su tiempo, la pieza de Tallis fue considerada un reto que había sobrepasado al modelo, que actualmente se indentifica con el motete de Striggio.

1.3. Reto vs. Tabula rasa

Pero incluso si algunos autores no admiten la posibilidad de una conexión entre Striggio y Tallis, debemos al menos admitir que hubo alguna otra pieza de este tipo que de algún modo llegó a Londres y sirvió a Tallis como reto para componer su motete. Y lo que es más importante, le sirvió como base, como referencia que observar al emprender la tarea de componer para 40 voces. Este es un hecho crucial, normalmente obviado por la crítica y los análisis musicológicos de ambas piezas, que alaban mayormente la calidad y maestría de Tallis sobre Striggio, y que comparan sus respectivos usos del contrapunto o su habilidad en el manejo de las diferentes distribuciones de los coros.[11]

Antes de juzgar el valor musical de uno sobre el otro, debemos considerar dos hechos: por una parte, Striggio tenía alrededor de 25 años cuando compuso su primera pieza a 40 voces, mientras que Tallis era ya un admirado compositor de 60 años que llevaba 40 escribiendo música cuando compuso su motete. Por otra parte, y más importante aún, como hemos mencionado, Striggio pensaba que estaba llevando a cabo algo único, algo que nadie había intentado antes, mientras que a Tallis no se le ocurrió la idea por sí mismo. Él estaba intentando superar un logro previo de otro compositor. Por lo tanto, Tallis tenía una referencia que mirar (que era a la vez la pieza que intentaba superar), mientras que Striggio comenzó a escribir probablemente sobre “Tabula rasa”. No tenía ningún referente. Pensaba que su tarea era algo único. Y probablemente lo era.

En los próximos apartados, intentaremos describir el fenómeno de la policoralidad y lo que hemos llamado “polifonía multivocal”[12], y mostraremos algunos ejemplos anteriores o contemporáneos de estas piezas en los cuales estas nociones están presentes, para que la singularidad de estos motetes pueda ser correctamente valorada.

 

2. Policoralidad

Este término (alemán: Mehrchörigkeit) hace referencia al uso de varios grupos de cantores, normalmente situados en diferentes disposiciones espaciales. A esto se le conoce también con el término Cori spezzati. En los artículos de MGG[13] y Grove online[14] sobre estos conceptos podemos ver que Ruffino d’Assisi en Padua (alrededor de 1510-1520) y Adrian Willaert en Venecia (1550) son considerados pioneros en el uso de coros independientes. Ambos componían Salmi spezzati para los salmos de Vísperas, algunos de los cuales han sobrevivido. Todos están escritos para dos coros, un fenómeno que se conoce en alemán como Doppelchörigkeit y está relacionado con la forma de canto antifonal. Estas piezas podrían haber servido como base para el posterior desarrollo de la policoralidad llevado a cabo por la llamada “escuela veneciana”, que estaba relacionada con la catedral de San Marco en Venecia, y con su arquitectura peculiar con dos órganos enfrentados.

En lugar de introducirnos en un análisis de la policoralidad practicada por los compositores de la escuela veneciana (consideramos que hay suficiente bibliografía al respecto), trataremos de discutir otros aspectos concernientes a este fenómeno, como su posible origen, relacionado con el concepto de antífona, o las intenciones y la utilidad de usar diferentes coros separados espacialmente.

2.1. Policoralidad antes de la escuela veneciana

Mucho se ha hablado del nacimiento del estilo policoral en la iglesia de San Marco de Venecia, con sus dos órganos situados en sendas tribunas, y de Giovanni Gabrieli (1537-1612) a quien se considera como el padre de dicho estilo. Pero pocos conocen el hecho [de] que en los mismos años [en] que Gabrieli creaba sus obras policorales, estaba ya construido el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial (1563-1584) y que Felipe II dotó a la iglesia de este monasterio con ocho órganos”.[15]

Esto escribe Miguel Querol Gavaldá en la introducción a su edición de polifonía policoral barroca española. Parece legítimo que un español quiera apoyar la existencia en España de un fenómeno que se asocia principalmente a Italia, arguyendo que nosotros ya lo habíamos desarrollado, aunque las fechas que da solo pueden llevar a asumir que fueron desarrollos simultáneos. Habla del comienzo de una práctica policoral en la segunda mitad del siglo XVI en Madrid, cuando la escuela veneciana ya había desarrollado plenamente esta técnica y hacía buen uso de ella. Sin embargo, el hecho de que el Rey proveyó al monasterio con ocho órganos podría significar que el fenómeno era ya de práctica común en la polifonía española a mediados de siglo.

En cualquier caso, tenemos que mirar más atrás aún. El fenómeno de la policoralidad, que implica el uso de más de un coro simultáneamente, normalmente separados en el espacio, y principalmente practicado en la polifonía, está estrechamente relacionado con el concepto de antífona, ya presente en la monodía del canto litúrgico pre-gregoriano.

2.1.1. Canto llano: Responsorio y Antífona

J. C. Asensio, en su tratado de Canto Gregoriano, define los conceptos de Responsorio y Antífona. En el responsorio, el celebrante o cantor entonaba los diferentes versos, alternando con pequeñas frases que cantaba el coro. La primera referencia escrita al responsorio como género independiente puede encontrarse en la Regula Monachorum de San Benito (n.480).

El término “antífona” hace referencia a una composición específica cantada por un coro, normalmente seguida de un salmo, mientras que el término “antifonal” se refiere a una manera especial de cantar, principalmente utilizada para los salmos con antífona, en la cual dos “fuerzas sonoras” diferentes (solistas y coro) alternan las diferentes secciones de una pieza. El término antiphonia era usado en Grecia para designar “un canto simultáneo a la octava, como el que se producía de manera natural entre voces femeninas o infantiles y voces masculinas”.[16] La primera referencia escrita de la antífona la da la peregrina Egeria en su Itinerarium (381-384): psalmi et antiphonae.[17] Y ya en el siglo VII el término es utilizado por Isidoro de Sevilla en sus Etymologiae (627-630) relacionado con la alternancia de dos coros: “…vox reciproca duobus scilicet choris alternatis psallentibus”.[18]

H. González-Barrionuevo describe también la práctica del canto antifonal como alternancia entre solistas y coro. Es más, afirma que la interpretación usual del canto gregoriano incluye la participación de cuatro actores diferentes:

a) el celebrante, que entona los rezos comunes y las lecturas de la Biblia;
b) el solista, un verdadero profesional que cantaba las secciones y piezas más difíciles y virtuosísticas;
c) la Schola, un pequeño grupo de cantantes especializados que cantaba secciones difíciles y que a veces podía sustituir al solista;
d) el coro general, un grupo mayor que representaba a la asamblea, y que normalmente cantaba las antífonas.[19]

Estas unidades independientes estaban de alguna forma situadas en diferentes espacios dentro de la iglesia. Incluso aunque cantaran juntos, el efecto espacial conseguido por la alternancia de grupos es bastante obvio.

2.1.2. Canto llano y polifonía: canto a versos

El mismo autor, en su tratado sobre Francisco Guerrero, describe también los diferentes “actores” implicados en la interpretación de música litúrgica en las catedrales españolas del Renacimiento. Se dividían básicamente en dos grupos funcionales, a los que se asignaba el canto llano y la polifonía.

a) Coro de canto llano: dirigidos por el Sochantre, cantaban el canto gregoriano divididos en 2 sub-grupos: los cantantes situados al lado derecho formaban el “coro del Deán”, y los de la izquierda el “coro del Arcediado”. Cantaban alternando los versos y las antífonas de la monodía gregoriana.
b) Capilla de música: el grupo de cantantes que interpretaba la música polifónica o “canto de órgano”, dirigidos por el Maestro de Capilla.
c) Capilla de ministriles: el grupo de instrumentistas que se necesitaba en algunas ocasiones para doblar o alternar con los cantantes, así como para música puramente instrumental.
d) Organista: el órgano juega un papel fundamental en la música litúrgica desde los comienzos de la polifonía.

Por último, encontramos un fenómeno muy interesante conocido como “canto a versos”, cultivado por Guerrero y otros muchos, mediante el cual las piezas se interpretaban alternando monodía (cantada por el coro de canto llano), y polifonía (cantada por la capilla), a veces solo con cantantes, y a veces incluso alternando con los ministriles (lo que resultaría en una interpretación a 3 coros). Algunas veces el órgano se sumaba al juego alternando los llamados “versos de órgano”.[20]

Todas estas prácticas implican de alguna forma el uso de diferentes grupos o músicos, a los que se asignan diferentes roles, a veces alternando unos con otros, y claramente ocupando diferente localizaciones espaciales en los lugares en que su música se interpretaba (normalmente en la iglesia).[21] Por tanto todas estas son expresiones de una práctica policoral, lo que convierte este concepto en un fenómeno muy amplio, que no se puede ceñir a un único lugar ni a una sola época.

2.2. Razones y principios de la policoralidad

Gioseffo Zarlino, en su tratado Le Istitutioni Harmonische (1558), 3ª parte, capítulo 66, escribe sobre el fenómeno de canto a Coro spezzato, habitual en Venecia para las Vísperas y ocasiones solemnes. Escribe así:

…et li Chori si cantano hora uno, hora l’altro a vicenda; et alcune volte (secondo il proposito) tutti insieme; maßimamente nel fine: il che stà molto bene. Et perche cotali Chori si pongono alquanto lontani l’un dall’altro…”[22]

Después de esto, el teórico indica diferentes reglas para el uso de esta práctica, como la integridad armónica de cada coro, la consonancia absoluta entre ellos o los movimientos permitidos entre las diferentes voces.

Podemos tomar esto en consideración como pseudo-principios de policoralidad, pero es en Vicentino, en su L’antica musica ridotta alla moderna prattica (1555), libro 4, capítulo 28, donde encontramos una especie de “razón” para practicar la técnica de cori spezzati:

Nelle chiese, et in altri luoghi spatiosi et larghi, la musica composta à quattro voci fa poco sentire, ancora che siano molti cantanti per parte, non dimeno et per varietá, et per necessità di far gandi intonationi in tali luoghi, si potrà comporre Messe, Psalmi, et Dialoghi, et altre cose da sonare con varÿ stromenti, mescolati con voci; et per far maggiori intonatione si potrà anchora comporre à tre chori”.[23]

Así pues podemos proponer como principales motivos para el uso de la policoralidad la necesidad de llenar con sonido los grandes espacios de una iglesia (en los que la polifonía a 4 partes no sería suficiente) y la necesidad de variedad en música.

Pero hay una descripción más precisa de las razones y principios de policoralidad, dada por Querol Gavaldá en el tercer capítulo de la ya mencionada introducción a su antología de policoralidad barroca española[24]. Aunque estos principios se aplican en su libro específicamente a la polifonía española del siglo XVII, debemos aceptar que también son válidos para la mayor parte del repertorio policoral, incluyendo la escuela veneciana y los motetes a 40 partes de Striggio y Tallis.

2.2.1. Ley del contraste de la masa sonora o principio de policoralidad

El autor usa esta expresión para definir un fenómeno que está presente en muchas obras del repertorio policoral español de la segunda mitad del siglo XVII, y afirma que se usaba para conseguir el efecto chiaroscuro que era tan común en el teatro y la pintura de la misma época.

Querol Gavaldá habla asimismo de la práctica de oponer no sólo diferentes coros equiparados en tamaño, sino también solistas y coros, lo que llevaría a un mayor efecto de contraste, mayor aún si las unidades y grupos de diferentes tamaños se situaran en diferentes posiciones espaciales en la habitación/iglesia.

Pero el uso del contraste en música es un concepto muy común, asociado al de varietas, aplicable a muchas épocas y estilos, y obviamente logrado por la alternancia u oposición de diferentes coros o grupos en cualquier pieza policoral.

2.2.2. Principio de fragmentación del texto y la melodía

Se trata de una técnica bastante interesante, principalmente utilizada en el Barroco, pero algunas de cuyas características están también presentes en muchas piezas policorales del siglo XVI.

Una buena razón para su uso, según Querol Gavaldá, sería la tradicional regla (ya presente en los primeros madrigales italianos) de traducir en música los affetti, efectos y contenido del texto. Esto se consigue en el barroco usando por ejemplo figuras rítmicas características, motivos repetidos en progresión, pasando de un coro a otro, o al muy reconocible efecto de cantar monosílabos en acordes llenos y compactos, cantados por todos los coros a la vez. Estas son claras características barrocas, pero ya están presentes en piezas policorales tempranas.

En cuanto a la claridad del texto, Vicentino en su L’antica musica (1555) habla de la necesidad de incluir silencios y esconder voces para hacer el texto claramente comprensible cuando se compone para más de 4 voces:

A quattro voci si può comporre commodamente et fare intendere le parole, che andranno tutte insieme, et anchora che fugheranno, ma à cinque, et à sei, et à più voci occorrerà molte scommodità, che non si potrà far intendere le parole, et che tutti vadmo insieme, pche ò sarà necessario far delle pause sempre in qualche parti, ò ascondere delle voci per le parti, et farle unisone, hora con una parte, et hora con l’altra…”.[25]

Este concepto, muy relacionado con la polifonía multi-vocal, como luego veremos, tiene mucho que ver con los requisitos de la contra-reforma desde el concilio de Trento, que impuso que el texto debía ser claramente audible. Esto sirve a Arnold y Carver como explicación de la popularidad de los salmos de Willaert, que serían interpretados con los cantantes agrupados, todos juntos, perdiendo la sensación de diálogo y contraste, pero haciendo las palabras claramente comprensibles.

Sin embargo, no estamos de acuerdo completamente con las últimas afirmaciones, ya que las texturas homorrítmicas y la repetición de figuras en coros alternos, características de la policoralidad, son usadas precisamente para enfatizar secciones importantes del texto.

2.2.3. Principio de efectismo y de pompa decorativo

El último principio policoral expuesto por Querol Gavaldá se refiere a un aspecto de este estilo, tal vez dudoso para algunos.

El uso de características y técnicas como la fragmentación de texto, pausas repentinas o efectos llamada-respuesta para conseguir efectos de sorpresa, grandiosidad o similares, puede parecer algo extra-musical, y algunos podrían incluso rechazarlos (y con ellos muchas piezas de este repertorio) por considerarlos simples o superficiales, pero es importante recordar que esta música nació en la iglesia y, según Vicentino y Zarlino, usada principalmente en ocasiones muy solemnes.

Parece entonces legítimo que los compositores intentaran expresar esta solemnidad con todos los medios que tuvieran a su alcance, incluyendo toda posibilidad que los diferentes coros (cantando desde diferentes disposiciones espaciales) les pudieran prestar.

2.3. Ejemplos de piezas policorales

Estos principios y efectos están presentes en muchas piezas policorales y antifonales. A modo de ejemplos ilustrativos, he aquí alguns piezas en las cuales podemos encontrar estos conceptos.

Como pieza representativa del estilo maduro de la escuela veneciana, la pieza Exaudi me domine (a 16) de Giovanni Gabrieli (1554-1612) presenta una distribución de las 16 voces en 4 coros. Por mencionar solo un único y bastante interesante efecto, la sección final, cc. 77 y ss., distribuye a través de los 4 coros un procedimiento que se utiliza en un solo coro por primera vez en los cc. 15-17.[26] Para el texto quando caeli movendi sunt (cuando los cielos se mueven), Gabrieli potencia con la fragmentación del texto la sensación de movimiento, distribuyendo las sílabas mo-ven-di-sunt por las diferentes voces en una textura rítmica y contrastante, creando así una fuerte sensación espacial.

Un compositor español, Tomás Luis de Victoria (1548-1611), escribió también piezas policorales, principalmente salmos y misas para dos coros en la forma antifonal practicada en Roma por Palestrina y sus pupilos. Pero hay una pieza, el Salmo 121, Laetatus Sum (publicado en 1583), que escribió para 12 voces distribuidas en tres coros. Victoria compuso también una misa basada en este salmo, la Missa Laetatus Sum, publicada en torno a 1600, y escrita también para 12 voces en 3 coros. En el salmo, los tres coros son presentados primero cantando independientemente diferentes versos, para más tarde crear una sección donde el “principio de policoralidad” y la fragmentación del texto son llevados al máximo. Sólo al final (c. 129 al fin)[27], en la doxología, se usan los 3 coros cantando juntos, casi como uno, cumpliendo así con la afirmación de Zarlino mencionada anteriormente[28].

Muchos compositores escribieron música policoral en los siglos XVI y XVII, pero según Arnold y Carver, hay una pieza que las supera en complejidad (en cuanto a la distribución de las partes en diferentes grupos) a todas las piezas escritas para coros separados: la Missa Salisburgensis a 54, atribuida ahora a H. I. F. Biber (1644-1704), escrita en 1682. En esta pieza a 53 partes con linea extra de bajo continuo, los cantantes e instrumentistas se distribuyen en 8 grupos independientes[29]:

Choro I: 8 Voci in Concerto. Coro a 8 voces, con solistas ocasionales y órgano.
Choro II: ensemble de cuerdas, formado por 2 violines y 4 violas.
Choro III: 8 instrumentos de viento-madera
Choro IV: 2 cornetas y 3 trombones
Choro V: Otro coro a 8 voces.
Choro VI: De nuevo un ensemble de 2 violines y 4 violas
Choro VII: en la partitura I. Loco, una fanfarria de trompetas y timbales
Choro VIII: II. Loco, un segundo grupo de trompetas y timbales.

Además de los grupos descritos, hay partes escritas para órgano y continuo, lo que deja claro que la pieza debía ser interpretada con sus grupos distribuidos espacialmente, para que diferentes órganos (al menos 3) pudieran tomar parte en la representación.

El material armónico de la obra es bastante simple, lo que demuestra que “el conjunto depende en gran medida del elemento de sorpresa producido por la separación espacial”.[30]

A continuación observaremos los motetes de Striggio y Tallis, en los que los conceptos de policoralidad y distribución espacial son también explotados en diferentes formas.

2.4. Policoralidad en Ecce beatam Lucem

El motete a 40 partes Ecce beatam lucem de Alessandro Striggio ha sido objeto de muchas discusiones y malentendidos en torno a la distribución de sus 40 voces en diferentes coros y su localización espacial.

Esta pieza ha sido tradicionalmente aceptada como un motete a 4 partes, con sus cuatro grupos compuestos por ocho, diez, dieciséis y seis voces[31]. Pero esta división no es válida ni siquiera para el comienzo de la pieza. Aunque las primeras tres entradas las hacen los mencionados grupos de 8 (voces 1-8), 10 (31-40) y 16 voces (9-24), la cuarta entrada es tomada por un grupo de 9 partes, consistente en las 6 voces restantes (25-30) más 3 voces extra (31-33) que ya habían cantado en la segunda entrada.

Philip Legge agrupa las voces en 5 coros de 8 voces para su edición de la partitura (2009). Al hacerlo así, relaciona el motete con la misa sopra Ecco si beato giorno, que según él respeta y mantiene la distribución de voces en 5 grupos de 8.

Pero la única división posible del coro que puede ser asumida al observar la partitura es la distribución de voces en 10 grupos de 4, cada grupo consistente en 2 voces altas y 2 voces graves.

Esta es la paleta con la que Striggio colorea su infinitamente variada agrupación de voces”.[32]

A lo largo de la partitura, Striggio practica diferentes divisiones y reagrupaciones de las 40 voces en grupos cambiantes y superpuestos. No hay una sola página en la partitura[33] en la que una división o agrupamiento sugiera que una cantidad fija de voces está siendo tratada como un grupo independiente. Incluso en la sección que ocupa los compases 64-67, donde se puede asumir una división de 4 coros de 10 partes, la voz número 10 aparece brevemente (solo durante 2 compases) unida al segundo grupo, en los compases 68-69.

Tomando este fenómeno como punto de partida para su composición, Striggio utiliza los anteriormente mencionados principios de policoralidad en muchas formas diferentes, como pausas repentinas (c. 52, 87), distribución de motivos que pasan por diferentes coros (cc. 100-103), o secciones principalmente homofónicas que potencian el efecto de contraste (la textura homofónica recorre la pieza entera, constituyendo el comienzo de la pieza una muestra perfecta de ello).

El hecho de que las voces no son tratadas como grupos con una cantidad fija de voces, sino que se las manipula en constantes reagrupaciones a lo largo de la pieza añadiendo siempre voces adyacentes, sirve para demostrar que los cantantes debían estar situados uno al lado del otro, en una especie de línea en frente del público (o del director), o probablemente formando un círculo o semicírculo, pero no en grupos espacialmente separados.

En cuanto a la cuestión de la disposición circular de los cantantes, muchos autores han citado las instrucciones escritas en la parte de continuo de la única copia del motete de Striggio, en Zwickau (Baviera), donde un copista había escrito que los instrumentos del continuo tenían que situarse en el medio del círculo formado por los cantantes. Pero esta formación circular ha sido ampliamente rechazada por el hecho de que, a lo largo del motete, no hay un solo fragmento en el que las voces 40 y 1 se unan en alguno de los siempre cambiantes grupos, lo que significaría que las voces extremas debían estar separadas espacialmente, y el copista habría malentendido la palabra “semi-círculo”, lo que parece una disposición espacial de las voces más conveniente que el círculo completo.[34]

En lo que concierne al estilo policoral, Ecce beatam lucem no es en ningún caso un típico ejemplo de pieza policoral. El compositor no se limita a una división fija de las voces en grupos separados espacialmente, sino que consigue los (en la época) novedosos efectos y principios de policoralidad al dividir constantemente sus 40 voces en diferentes grupos superpuestos, multiplicando así las posibilidades en la combinación de voces. Y a la vez mantiene una textura homofónica a lo largo de toda la pieza, lo que sería una característica fundamental de la posterior polifonía barroca.

Aunque muchos autores desprecian la obra de Striggio al compararla a la de Tallis por su “simple” textura homofónica o sus “inconsistentes” divisiones de voces, Ecce beatam lucem debe ser admirada como un experimento muy valiente y bien conseguido de “policoralidad cambiante”.

2.5. Policoralidad en Spem in alium

Para cuando Tallis estaba escribiendo su motete a 40 voces Spem in alium, en torno a 1570, la música policoral ya era una práctica común en Europa. Aparte del hecho de que alguna pieza para 30 o 40 voces llegó a Inglaterra y sirvió a Tallis de reto-modelo, podemos asumir que las técnicas de policoralidad, o al menos la antifonalidad, eran conocidas y practicadas en Inglaterra. Al igual que se ha dicho de los coros de canto llano en las catedrales españolas del Renacimiento divididos en “deán” y “arcediado”, los coros en Inglaterra se dividían en Decani (lado derecho) y Cantoris (izquierdo), lo que deja claro que la posibilidad del canto antifonal o policoral era conocida.

En su motete, Tallis distribuye las 40 voces en 8 grupos de 5. Se puede ver que el compositor respeta esta división a lo largo de toda la partitura[35], casi sin excepción. Hay algunos cambios pequeños, normalmente omitiendo la línea del bajo (cc. 65-69, coros I y II), pero a veces creando extrañas combinaciones, como el duo soprano-bajo del coro VII en los cc. 49-56. Pero está claro por lo general que Tallis trata sus 8 coros como grupos independientes (o en parejas), haciendo así posible la separación espacial y distribución de coros.

La pieza ha sido profundamente analizada por muchos autores con diferentes perspectivas en cuanto a los conceptos policorales y espaciales. Como ejemplo, Markus Roth divide la pieza en partes que cumplen con las proporciones de la sección áurea. Pero lo más importante: el uso de coros independientes juega un papel fundamental en la experiencia auditiva. La primera sección consiste en sucesivas entradas imitativas desde el coro I al VIII, seguidas de un primer Tutti (cc. 40-45), y una segunda sección imitativa del coro VIII al I (inversión). Después de un segundo Tutti (69-76), aparece una sección central en la que Tallis agrupa a los coros en pares, creando diferentes efectos antifonales y espaciales, similares a los del italiano “Cori spezzati” (77-108)[36]. Tras un breve recuerdo de las entradas escalonadas desde el coro VI al I (110-121), la pieza termina con un Tutti extenso y muy ornamentado (cc. 122 al fin), donde se desarrolla un rico contrapunto, en lugar de la textura homofónica utilizada por Striggio para sus secciones en Tutti.

Algunas de las técnicas policorales mencionadas anteriormente se observan aquí, como el efecto contraste antifonal en la sección central de cori spezzati, o las repentinas pausas seguidas de sorprendentes acordes en Tutti (74, 108, 121).

En cuanto a la distribución espacial de los cantantes, se ha dicho mucho acerca de una posible disposición circular de los coros alrededor del público. Esta teoría, apoyada por muchos autores como Roth o Legge, serviría para conseguir el movimiento de la música en el espacio, principalmente en las secciones imitativas del comienzo. En las palabras de Legge de su edición de la partitura, “si los coros se disponen de forma circular secuencialmente por números, la música gira…”[37]

Roth va aún más lejos y afirma rotundamente: “No puede haber duda alguna de que al concebir la pieza Tallis pensaba en una disposición de los cantantes en círculo o semicírculo”[38].

Esta distribución espacial de los 8 grupos en torno al público, aun cuando no se puede probar que se usara en tiempos de Tallis, serviría para justificar los agrupamientos y efectos antifonales de la sección central de la pieza, donde, según Legge, Tallis juega con efectos llamada-respuesta entre norte y sur (coros I y II contra V y VI) o este y oeste (III-IV contra VII-VIII).

Finalmente, Legge incluye la posibilidad de una distribución aún más compleja para las primeras interpretaciones de la pieza: Nonsuch palace (residencia campestre del Conde de Arundel), donde la pieza podría haber sido oída, cuenta con un salón octogonal con cuatro balcones en el primer piso, desde los cuales 4 de los 8 coros podrían haber cantado, creando así la posibilidad de una casi fantástica experiencia policoral y espacial.

 

3. Polifonia mutivocal

Este término, traducido del alemán Vielstimmige Polyphonie usado por Markus Roth, se usa normalmente para referirnos a ciertas piezas polifónicas escritas sobre todo en el Renacimiento, donde los compositores pedían mucho más de las habituales 5 o 6 voces comunes en el repertorio contemporáneo.

Aunque la música policoral hace obviamente uso de una gran cantidad de voces (habitualmente 8 o 12), normalmente distribuidas en diferentes grupos, este término se refiere a piezas en las que una distribución espacial no es necesaria, sino donde la cantidad de voces y el consiguiente desafío de escribir un buen contrapunto serían las principales características de la pieza.

Hay que ser especialmente cuidadosos al usar estos términos. Mucha de la bibliografía que se ocupa de la música escrita para muchas voces (principalmente artículos y análisis de los motetes de Striggio y Tallis) tiende a confundir y mezclar los términos, y podríamos acabar comparando piezas puramente policorales (donde se potencia solo la pura distribución espacial, como la Missa Salisburgensis de Biber) con experimentos puramente “multivocales” donde en principio no habría ningún concepto policoral involucrado, como el canon de Ockeghem Deo Gratias a 36.

Pero en los dos motetes que nos ocupan, Ecce beatam lucem y Spem in alium, ambos escritos para 40 voces, los dos conceptos están presentes. Las técnicas policorales y espaciales ya han sido brevemente expuestas. Estas piezas explotan los principios de la música policoral en muy diferentes formas. Pero también deben ser vistas como únicos y originales experimentos de polifonía multivocal. No hay otro ejemplo de su tamaño e importancia que implique tal número de voces y de hecho las use todas juntas en las secciones de Tutti.

Pero antes de observar como Striggio y Tallis consiguen escribir para 40 voces en sus Tuttis, echemos un vistazo a algunos ejemplos previos de polifonía multivocal, para intentar aclarar las intenciones y consiguientes problemas de este fenómeno.

3.1. Ejemplos previos

Aparte de agunas piezas multivocales como el motete O bone Jesu compuesto por Robert Carver (1487-1546) para 19 voces, la mayoría de las composiciones para gran número de voces escritas antes de Tallis y Striggio aparecen en forma de cánones, lo que implica el desafío de aplicar las técnicas y reglas de la imitación estricta y el contrapunto a un extenso número de partes.

3.1.1. Fuga a 40 Unum colle Deum

Esta pieza de un compositor español anónimo, publicada por primera vez en el compendio Libro de cifra nueva (1557), editado por Luis Venegas de Henestrosa en Alcalá de Henares, es el único ejemplo que ha llegado a nuestros días de una pieza para 40 voces antes de Striggo y Tallis, y es poco probable que la pudieran haber conocido.

Según Anglés (1944), el nombre “Fuga” es usado aquí como sinónimo de Canon. La pieza consiste en una polifonía a 4 partes, de armonía muy simple, para ser interpretada probablemente por 10 instrumentos polifónicos[39], con las sucesivas entradas sucediéndose cada 9 compases, con lo que desde el compás 73, todos los instrumentos tocan juntos, aunque no hay un solo momento donde las 40 partes suenen simultáneamente, y la pieza acaba sin resolución en un acorde de V grado menor.

3.1.2. Ockeghem Deo Gratias

Este es probablemente el ejemplo mejor conocido de polifonía multivocal. Este canon a 36 compuesto por Johannes Ockeghem (1410/25-1496) y publicado en 1542 consiste en 4 cánones independientes al unísono, cada uno interpretado por 9 cantantes.

Echando un vistazo a la edición de la pieza de Thomas Gebhardt (2002), que incluye las palabras latinas originales usadas como instrucciones para interpretar el canon, es obvio que aquí tampoco llegan a sonar todas las voces simultáneamente en ningún momento.

Las palabras latinas presentes en el original rezan: Noue sunt Musae, omnia cum tempore, lo que se traduciría como “Nueve son las musas, todas con el tiempo”. Tomando las musas como los cantantes individuales necesarios por cada voz, y “tiempo” como indicación de “pulso” o “mensura”, la pieza comenzaría con un canon a 9 al unísono en la soprano, con sus 8 entradas en compases sucesivos, seguido por un siguiente canon a 9 en el alto, y los respectivos en tenor y bajo.

En cuanto a la armonía y complejidad de la obra, es bastante simple. En palabras de Markus Roth: “se combinan 4 líneas canónicas independientes, cada una a 9 voces, lo que se traduce sin duda en una radical simplificación del resultado armónico: cada compás repite aquí la misma serie de acordes, en una reducción casi minimalista”.[40]

Los problemas aparecen al considerar las posibilidades para la puesta en escena y la cantidad de voces en la pieza. En primer lugar, cuando las 9 sopranos han hecho su entrada y el primer alto comienza el nuevo sujeto, la primera soprano ha terminado, lo que significa que, o bien se queda manteniendo una nota larga hasta el fin de la pieza (bastante improbable, aunque alguna edición de la pieza lo realiza de esta forma), o debería repetir su parte desde el comienzo, lo que resultaría en bastantes octavas paralelas y movimientos “prohibidos” similares entre altos y sopranos (lo mismo se aplica a otras combinaciones de voces). Esto significa que, asumiendo que los cantantes terminan su parte y no cantan de nuevo, no hay un solo momento en la pieza donde todos las partes suenen simultáneamente, y es más, el compositor podría haber añadido más y más voces, teóricamente ad infinitum, antes de iniciar el segundo sujeto. Al menos podría haber redondeado hasta 10 voces por parte, lo que resultaría en un canon a 40 (siendo 40 un número más significativo, con reminiscencias religiosas).

Pero el hecho de que elija 36 voces como resultado de multiplicar 4 (número de partes) por 9 (número de voces por parte), podría significar que, o bien tenía a su disposición exactamente ese número de cantantes para su experimento polifónico, o tenía en mente alguna conexión mística con esos números: “nueve son las musas…”[41]

Un análisis más detallado de esta pieza podría implicar también la cuestión de la distribución espacial de los cantantes, tal vez en un círculo en torno al oyente (que podría haber sido el compositor solamente, para su experimento musical). La textura de la pieza, con sus entradas escalonadas, y el hecho de que la música se mueve desde las sopranos a los bajos, podría llevar a una interpretación de la pieza en forma circular, de modo que, como en Tallis, “la música gire”.

3.1.3. Wylkynson Jesus autem transiens/Credo

Este canon 13 a 1 (13 voces al unísono), compuesto por Robert Wylkynson (1475-1515), representa probablemente el mayor canon al unísono de este tipo. Mientras Ockeghem realiza su hazaña juntando (en realidad yuxtaponiendo) 4 cánones diferentes con 9 voces cada uno, Wylkynson consigue un solo canon donde 13 voces cantan el mismo sujeto al unísono.

Al ser el intervalo entre entradas mayor que en Ockeghem (1 compás en la edición moderna de Ockeghem, 3 compases en Wylkynson), la sensación de monotonía y simplicidad armónica se reduce. La armonía puede ser mucho más desarrollada.

En cuanto al número de voces, hay un hecho que podría llevar a la posible razón para tal número: en las ediciones modernas de la partitura (así como en las fuentes originales), hay algunos puntos en la música donde los nombres de los doce apóstoles de Jesucristo están escritos sobre las notas. Aunque la aparición de estos nombres no afectan en modo alguno a la interpretación de la pieza, deja claro que, en primer lugar, la pieza debería ser cantada solo por hombres, y en segundo lugar, el número 13 vendría a significar los 12 apóstoles y Jesús.

3.1.4. Josquin Qui habitat

La última pieza que merece un espacio en esta discusión sobre polifonía multivocal anterior a Tallis y Striggio es el salmo canónico Qui habitat a 24 de Josquin des Prez (1450-1521). La pieza consiste en cuatro cánones independientes al unísono, cada uno cantado por 6 voces. Cada parte de la polifonía a 4 partes se multiplica por 6. De forma similar a Ockeghem, Josquin presenta las partes individuales una tras otra, sucesivamente, con las entradas separadas por intervalos de 2 compases[42]. Pero mientras que en Ockeghem las voces terminan su parte y no vuelven a cantar (con lo que las 36 voces no cantan juntas en ningún momento), Josquin no se limita al desafío de crear un simple canon, sino que continúa escribiendo entradas sucesivas para todas las voces, creando una especie de motete canónico. Presenta diferentes materiales musicales a lo largo de la pieza, con las antiguas voces apareciendo de nuevo, hasta que en el compás 103 todas las voces han entrado y continúan cantando, creando algunos momentos donde las 24 voces cantan simultáneamente. Pero al mismo tiempo mantiene la estricta imitación canónica de las cuatro partes como principal característica de esta obra maestra de la polifonía.

3.2. Intenciones y características de la polifonía multivocal

Mientras que hay una considerable cantidad de literatura dedicada al fenómeno de la música policoral, no muchos autores se han ocupado de la cuestión de la polifonía multivocal en sí misma, independiente del concepto policoral.

Uno de los pocos autores que tratan la materia es Markus Roth, que describe la polifonía multivocal como una especie de experimento o “triunfo técnico” que serviría a los compositores para demostrar sus habilidades[43]. Habla de la necesidad de algunos compositores de llevar las exigencias técnicas al límite, de dar al mundo futuro una prueba de su excepcional maestría y talento.[44]

Esta explicación concuerda con los ya conocidos experimentos contrapuntísticos y argucias intelectuales musicales que constituían los cánones en prolación y tales manipulaciones polifónicas[45], que servían principalmente para demostrar y lucir las habilidades tanto de los intérpretes como de los compositores.

Así pues, una vez aceptado que la principal razón para componer para un número tan elevado de voces está relacionada con el deseo de los compositores de demostrar habilidades o de crear experimentos musicales exigentes, es necesario admitir que hacerlo debe haber sido una tarea ardua, teniendo en cuenta las estrictas reglas del contrapunto, principalmente enfocadas en evitar movimientos “incorrectos” (como consonancias perfectas paralelas o saltos extraños) y en el tratamiento de disonancias y cláusulas, y la consiguiente dificultad en conducir tantas voces dentro del marco de esas reglas.

Como hemos visto anteriormente[46], algunos de los tratados de la época (alrededor de 1550) se preocupaban por la dificultad de escribir para tantas voces, e incluían algunos consejos para evitar situaciones incorrectas. Entre estos consejos encontramos la inserción de silencios en algunas voces, o la alternancia de unísonos entre partes, lo que serviría para esconder o solucionar los posibles movimientos paralelos o la aglomeración de sonido que conduciría, entre otros problemas, a una pobre inteligibilidad del texto.

Aparte del uso de silencios y la combinación de voces con unísonos alternos, hay otras técnicas que algunos compositores aplican al escribir para una gran cantidad de voces, para evitar los mencionados movimientos paralelos y así cumplir las reglas del contrapunto.

Entre ellas, una técnica interesante que se puede encontrar en algunas de las piezas mencionadas anteriormente es el uso de diferentes prolaciones o proporciones rítmicas para el mismo motivo melódico, consiguiendo así que los movimientos paralelos que incurrirían en una “pobre” conducción de voces no se producirían simultáneamente sino de forma “escalonada”.

Finalmente, veamos en algunos fragmentos de sus motetes cómo Striggio y Tallis consiguen conducir en sus secciones Tutti 40 voces sin crear situaciones “incorrectas”.

3.3. Conducción de voces en Ecce beatam lucem

Para este breve recuento de técnicas de conducción de voces en Ecce beatam lucem, echemos un vistazo a una de las secciones Tutti de la pieza donde hay más movimiento interno, en la página 12 de la edición de Legge (2009), que ocupa los compases 78-84.

Teniendo en cuenta que en un fragmento donde el bajo absoluto permanece en la misma nota el resto de voces puede moverse libremente (evitando movimientos en unísono y cuidando el tratamiento de disonancias), debemos mirar los puntos en concreto donde la línea del bajo se mueve, creando así un cambio de la armonía general, porque este será el lugar donde aparece el mayor riesgo de movimientos incorrectos.

En el cambio del compás 80 al 81, la línea del bajo, mostrada en la línea del continuo, salta de Do a Sol, con lo que la armonía cambia de un acorde mayor sobre Do  a uno sobre Sol. En este paso, 14 de las 40 voces tienen un silencio incrustado en la línea melódica (y por tanto en el texto)[47], lo que reduce las posibilidades de error, dado que el compositor considera que el silencio esconderá el posible movimiento erróneo.

Las 26 voces restantes deben del alguna forma moverse de un acorde al siguiente. 19 de estas voces permanecen en la nota Sol, común a ambos acordes, con lo que solo 7 voces tienen que realizar el cambio evitando los movimientos mencionados: Soprano 1 baja de Do a Si, tenor 3 salta de Mi a Si, y soprano 5 sube de Do a Re. Mientras tanto, tenor 1 sube con un motivo melódico sol-la-si-do-re, como imitación del motivo do-re-mi-fa-sol en soprano 6, que evita la quinta paralela con soprano 5 situando el paso fa-sol por encima de do-re. Las últimas voces, bajo 2 y bajo 3, saltan de Do a Sol, pero una de ellas ascendente y la otra descendentemente, lo que por lo visto es válido para el compositor como movimiento contrario.

En el cambio del compás 82 al 83, donde la armonía cambia de un acorde mayor sobre Sol a uno sobre Fa, la posibilidad de permanecer en nota común no existe. En su lugar, el compositor inserta silencios en 30 de las 40 voces[48], mientras las 10 voces restantes hacen el cambio de acorde. Entre los movimientos conjuntos y saltos, se encuentran los “admitidos” saltos de octava paralela por movimiento contrario[49], similares a los mencionados arriba, y el más dudoso salto directo entre Bar6 (coro 4) y Bar8 (coro 5), que alcanza una quinta justa por movimiento directo en el que ambas voces se mueven por salto, lo que sería en toda regla un movimiento erróneo.

3.4. Conducción de voces en Spem in alium

En cuanto al motete de Thomas Tallis, un recuento detallado de los procedimientos seguidos para conseguir una correcta conducción de voces con 40 partes sobrepasaría los límites y las intenciones de este trabajo. Vamos a mencionar solamente algunos fenómenos interesantes que tienen lugar en sus secciones a 40 voces.

Aparte de las técnicas mencionadas anteriormente como la inserción de silencios y los saltos por movimiento contrario, también presentes en muchos momentos del motete de Tallis, hay dos elementos que merecen especial atención en su proceder. Entre sus muy variados y floridos movimientos contrapuntísticos, hay en primer lugar un proceso que usa para evitar movimientos paralelos, al que nos referimos más arriba como prolaciones o diferentes valores de duración para el mismo movimiento melódico. Para mencionar un solo lugar de la partitura[50], en el cambio del compás 69 al 70, este fenómeno tiene lugar en al meno 4 casos: entre soprano y bajo del coro II, el salto paralelo Re-Sol se esconde al retrasar la nota del bajo el valor de una negra. Un procedimiento similar ocurre entre el bajo del coro VII y Mezzo del coro VIII para el salto Sol-Mi. El salto paralelo y directo dominante-tónica que ocurre en barítono de coro VII, soprano de coro VIII y bajo de coro VIII se esconde al retrasar los saltos sucesivos también por el valor de una negra. Pero el momento más delicado es el del salto de quinta paralela descendente que tiene lugar entre Soprano y Mezzo del coro III (entre otras voces que reproducen este movimiento), donde la quinta paralela “prohibida” se evita por una duración de una sola corchea, el valor más corto de toda la pieza.

Y por último pero no por ello menos importante, hay un fenómeno, profundamente analizado por Markus Roth (1998), que no es exclusivo de la polifonía multivocal, sino típico del Renacimiento inglés, denominado “cadencia inglesa”, que implica el sonar simultáneo del VII grado alterado y no alterado, esto es, la sensible y el VII grado natural a la vez, lo que ocurre con bastante frecuencia en Spem in alium, y resulta potenciado por el uso de una textura multi-vocal. Esta cuestión, no fácilmente reconocible al observar las fuentes originales, tiene que ver con los conceptos de “musica ficta” y las cláusulas modales, que concierne al uso de alteraciones no escritas, como se sabe que eran interpretadas. Como ejemplo, la segunda redonda del compás 130 contiene un acorde de mayor sobre Re como dominante del acorde mayor sobre Sol del compás siguiente. Hay 11 voces que cantan el VII grado de la escala de Sol: 6 de ellas tienen Fa natural, y 5 Fa sostenido, algunas de ellas sonando simultáneamente desde la sexta negra del compás. Mientras que muchas de estas voces podrían estar realizando simples movimientos ornamentales, las cláusulas opuestas presentes en Soprano del coro V y bajo del coro VI representan exactamente este tipo de cadencia, en la que la sensible y el VII grado natural ocurren a la vez, creando un color armónico muy característico.

 

BIBLIOGRAFÍA

1. Libros:

Asensio, Juan Carlos: El canto gregoriano: Historia, liturgia, formas… Madrid: Alianza Música, 2003
González Barrionuevo, Herminio: Francisco Guerrero, vida y obra: La música en la catedral de Sevilla a finales del s. XVI. Sevilla: Cabildo Metropolitano de la Catedral de Sevilla, 2000
González Barrionuevo, Herminio: Ritmo e interpretación del canto gregoriano: Estudio musicológico. Madrid: Alpuerto, 1998
Querol Gavaldá, Miguel (ed.): Polifonía policoral litúrgica: estudio y transcripción por Miguel Querol Gavaldá. En: Música Barroca Española, 2. Barcelona: CSIC, 1982.
Vicentino, Nicola: L’antica musica ridotta alla moderna prattica. Livro 4. Roma: Antonio Barre, 1555
Zarlino, Gioseffo: Le institutioni Harmoniche. Parte III. Venicia: ed. por autor, 1558

2. Artículos:

Brett, Philip: Facing the music. En: Early Music 10 (1982), P. 347-350.
Fenlon, Iain and Keyte, Hugh: Memorialls of great skill: A tale of five cities. En: Early Music 8 (1980), P. 329-334.
Mielke-Gerdes, Dorothea: Mehrchörigkeit. En: Die Musik in Geschichte und Gegenwart. 2., neubearbeitete Ausgabe. Ed. por Ludwig Finscher. Kassel: Bärenreiter; Stuttgart: Metzler, 1994-2008
Roth, Markus: Organisationsformen vielstimmiger Polyphonie: Thomas Tallis’ Motette Spem in alium nunquam habui. En: Musik und Ästhetik 7 (1998), P. 5-20.
Roth, Markus: Utopia triumphans: Potenzierte Polyphonie der Renaissance. En: Musik und Ästhetik 3 (1997), P. 98-101.
Stevens, Denis: A songe of fortie partes, made by Mr. Tallys. En: Early Music 10 (1982), P. 171-181.

3. Internet:

Arnold, Denis and Carver, Anthony F.: Cori Spezzati. Grove Music Online. Oxford Music Online. Oxford University Press. [http://www.oxfordmusiconline.com/subscriber/article/grove/music/06486] Rev. 4-Abr-2014
Doe, Paul and Allinson, David: Tallis, Thomas. Grove Music Online. Oxford Music Online. Oxford University Press. [http://www.oxfordmusiconline.com/subscriber/article/grove/music/27423] Rev. 4-Abr-2014
Fenlon, Iain: Striggio, Alessandro (i). Grove Music Online. Oxford Music Online. Oxford University Press. [http://www.oxfordmusiconline.com/subscriber/article/grove/music/26957] Rev. 4-Abr-2014
Huglo, Michel and Halmo, Joan: Antiphon. Grove Music Online. Oxford Music Online. Oxford University Press. [http://www.oxfordmusiconline.com/subscriber/article/grove/music/01023] Rev. 4-Abr-2014
Keyte, Hugh: Genesis of the Striggio 40-part works. In: I Faggiolini: Further historical notes. [http://www.ifagiolini.com/striggio/historical-notes/] Rev. 22-Abr-2014

4. Partituras, ediciones:

Biber, Heinrich: Missa Salisburgensis à 54. Ed. por Philip Legge (2007)
Gabrieli, Giovanni: Exaudi me Domine. Ed. por Sabine Cassola (2004)
Ockeghem, Johannes: Deo Gratias à 36. Ed. por Thomas Gebhardt (2002)
Prez, Josquin des: Qui habitat. Ed. por Sabine Cassola (2003)
Striggio, Alessandro: Ecce beatam lucem. Ed. por Philip Legge (2009)
Tallis, Thomas: Spem in alium. Ed. por Philip Legge (2004-2008)
Venegas de Henestrosa: Libro de cifra nueva para tecla, harpa y vihuela (1557). En: Anglés, Higinio: La música en la corte de Carlos V. Barcelona: CSIC, 1944
Victoria, Tomás Luis de: Laetatus sum. Ed. por Nancho Álvarez
Wylkynson, Robert: Jesus Autem transiens/credo. Ed. por David Fraser (2008)

 

Notas


[Trabajo presentado en octubre 2014 como trabajo fin de carrera (Bachelor Komposition) en la Universität Mozarteum Salzburgo]

[1] “tan buena canzion”. Stevens, 172

[2] Se conocen diferentes fechas posibles para su nacimiento en Mantua, la más aceptada 1536.

[3] Legge (2009)

[4] Aunque otros, como Hugh Keyte, rechazan esa fecha y proponen 1565 como año de composición de la misa y el motete.

[5] Stevens, 171.

[6] Fenlon, Iain: Music and Patronage in Sixteenth-century Mantua: i (Cambridge, 1980). P. 179, document 24. Visto en: Stevens, 181: “No habiendo sido nada antes oido en tal número”

[7] Muchos autores como Brett (1982) aclaman la superioridad musical del motete de Tallis sobre el de Striggio.

[8] Stevens, 172

[9] Fenlon and Keyte, 329

[10] Visto en: Stevens, 172: “En tiempos de la Reina Elisabeth llegó una canción a Inglaterra de 30 partes (que los italianos llamaban Cimas del mundo) que al ser cantada producía armonías celestiales. El duque de _____ preguntó si ninguno de nuestros ingleses podría hacer tan buena canción, y Tallis siendo muy habilidoso se sintió retado a probar si podría emprender la tarea, cosa que hizo y compuso una de 40 partes que superó con mucho a la otra.” (Traducción libre omitiendo características de escritura)

[11] Brett es solo un ejemplo de esta típica comparación

[12] Traducción del alemán “Vielstimmige Polyphonie”, usado por Markus Roth.

[13] Mielke-Gerdes

[14] Arnold y Carver

[15] Querol-Gavaldá, IX.

[16] Asensio, 274.

[17] Egeria, Itinerarium. Visto en: Asensio, 274.

[18] Isidoro de Sevilla, Etymologieae. Visto en: Asensio, 275.

[19] González-Barrionuevo (1998), 327-8.

[20] González-Barrionuevo (2000), 112-113, 494-495.

[21] El organista toca obviamente desde el órgano, situado normalmente en la parte trasera superior de la nave. El celebrante canta desde el frente, y el coro polifónico cantaba separado del de canto llano, con sus cantantes normalmente de pie, rodeando un gran libro de polifonía o facistol.

[22] Zarlino, 268: y los coros cantan ora uno ora el otro alternando, y a veces (según el propósito) todos juntos; mayormente al final: lo que está muy bien. y [...] los coros se pondrán lejos uno del otro…”

[23] Vicentino, 85: en las iglesias, y en otros lugares grandes y espaciosos, la música compuesta a cuatro voces se escucha poco, aunque haya muchos cantantes por parte. [...] por variedad, y por necesidad de hacer grandes entonaciones en tales lugares, se podrá componer Misas, Salmos y Diálogos, y otras cosas para tocar con varios instrumentos, mezclados con voces; y para hacer mayor entonación se podrá incluso componer a tres coros.

[24] Los siguientes principios están tomados o basados en Querol Gavaldá, XIII

[25] Vicentino, 84-85 (obviamos una innecesaria traducción)

[26] Los números de compás están tomados de la edición de Sabine Cassola.

[27] De la edición de Nancho Álvarez

[28] Ver nota 22

[29] De la edición de Philip Legge

[30] Arnold y Carver

[31] Massimo Troiano, en sus Dialoghi, propone esta división de las voces. Visto en: Fenlon y Keyte.

[32] Fenlon y Keyte, 331.

[33] Siempre tomando la edición de Legge

[34] Fenlon y Keyte, 333

[35] Edición de Philip Legge (2004-2008)

[36] Aunque Stevens (p-178) afirma que “su técnica no se relaciona de ningún modo con el “toma y da” de los Cori spezzati cultivados en el norte de italia”.

[37] Legge (2004-2008), 2.

[38] Roth, 8.

[39] Como el nombre del compendio reza, estas composiciones están escritas para “tecla, harpa o vihuela”

[40] Roth (1997), 99.

[41] Nueve son de hecho las musas canónicas en la mitología griega

[42] Edición de Sabine Cassola (2003)

[43] Roth (1997), 99: “Vielstimmigkeit als Klangexperiment, als technischer Triumph”

[44] Roth (1997), 100: “…die kompositionstechnischen Anforderungen gleichsam auf die Spitze zu treiben – [...] der Nachwelt auf diese Weise einen Beweis besonderen Talents und außergewöhnlicher Meisterschaft zu hinterlassen.”

[45] Ockeghem – missa Prolationum, Bach – Ofrenda musical

[46] Ver nota 25

[47] 12 de ellas tienen el silencio (una de ellas solo de una negra de duración, en Baritono 2 de Coro 1) justo después de la línea de compás, mientras 2 de ellas (soprano 4 de coro 3 y contratenor 4 de coro 5) respiran justo antes del cambio de armonía.

[48] 20 silencios justo tras el cambio, 8 justo antes de él, y 2 (barítono 3 y alto 4) durante el proceso.

[49] Re-La entre Bbar (coro3) y S5 (coro4), y Sol-Do entre Bar6 y A6 en coro 4.

[50] En la edición de Philip Legge (2004-2008)

 

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