Dancing holes
Dancing holes[1] nace como fruto de la colaboración entre tres creadoras provenientes de diferentes áreas artísticas: Yolanda Matarán, artista plástica y performer especializada en percusiones flamencas, Ana Sedeño, videoartista, escritora y performer, y yo misma, compositora. Es una propuesta de rito in musica, para dos performers y música pregrabada, que pretende vertebrar una acción escénica inspirada en los nueve agujeros del cuerpo humano.
La idea original partió de Ana Sedeño; ella había leído un texto de Angelica Lidell llamado El sacrificio como acto poético, en el que la autora arremetía violentamente contra la, según ella, creciente impotencia de la palabra para expresar. A Ana se le ocurrió crear un espectáculo en el que el cuerpo tomase el relevo para comunicar aquello que la palabra no puede. Desde ese punto de partida, la dualidad palabra/cuerpo, comenzamos las tres a trabajar.
Así, la obra plantea un recorrido poético por nuestros humanos agujeros, estructurándose en nueve partes de igual duración, y cada una de ellas a su vez está partida en dos: cada agujero será primero expresado desde la palabra, encarnada escénicamente por el Performer 1, y luego desde el cuerpo, encarnado escénicamente por el Performer 2.
El recorrido es de arriba a abajo, con todo lo que ello puede implicar desde el punto de vista simbólico: partir del intelecto para dirigirse al lugar en el que nace la vida, hacer un viaje hacia las raíces; por decirlo de un modo gráfico, tender una toma de tierra. Las nueve partes llevan el siguiente orden: 1. Ojo derecho; 2. Ojo izquierdo; 3. Fosa nasal derecha; 4. Fosa nasal izquierda; 5. Boca; 6 Oído derecho; 7. Oído izquierdo; 8. Sexo; 9. Ano.
Como se hace evidente, en el caso de los agujeros dobles el recorrido siempre es de derecha a izquierda, y eso también conlleva una importante carga simbólica. Es sabido que nuestra mitad derecha está conectada con el hemisferio izquierdo del cerebro, ese que se ocupa de la razón y que tiene tanto que ver con el sistema nervioso simpático, el que nos activa. La mitad izquierda, por su parte, está conectada con el hemisferio derecho del cerebro, el que se ocupa de la intuición y se relaciona con el sistema nervioso parasimpático, el que nos relaja. Así, al viajar del ojo derecho a izquierdo, por ejemplo, o del oído derecho al izquierdo, nos desplazamos desde la razón a la intuición, en un paralelismo evidente con el viaje constante de la palabra al cuerpo que se produce a lo largo de todo el espectáculo.
En cuanto a la música, cada parte-palabra se construye sobre textos escritos por Ana Sedeño y recitados por mi, es decir, está enteramente fabricada de palabras más o menos manipuladas. Cada parte-cuerpo se construye sobre sonidos corporales igualmente manipulados y clasificados según el agujero de que se trate.

Tanto dicha música pregrabada como las instrucciones, que funcionan a modo de partitura abierta, no son más que una matriz multívoca. Los o las performers que materialicen cada versión de este rito in musica las usarán en función de sus propias necesidades expresivas, pudiendo emplearse parcialmente, añadir cosas o modificar aquello que se estime oportuno. La intención original es que en cada versión los performers hagan una introspección profunda acerca del tema y aporten la versión más sincera, actualizada e intensa de que sean capaces.
[1] El espectáculo fue estrenado en el Museo Jorge Rando de Málaga el pasado día 6 de mayo de 2016. Yolanda Matarán participó como Performer 1 y Ana Sedeño como Performer 2. A dicho estreno pertencen las fotos.
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