Perdiendo el miedo

Es recurrente la frase “hay que perder el miedo a la música clásica”. Si hablamos de música de creación actual o incluso de “clásicos contemporáneos”, el número de referencias crece de una forma poderosa. Revisando artículos de prensa –sólo en el pasado mes- resulta interesante observar cuántos dedican sus titulares a esta idea de una música que da miedo, tópico que se presenta en diferentes formas pero siempre conducido en esa dirección del temor a lo difícil y lo desconocido. Veamos algunos:

El pianista Achúcarro invita a perder el miedo a la música clásica

“Hay música contemporánea maravillosa”

“Hay que quitar el miedo a la música contemporánea y programarla con naturalidad”

Desde luego, en absoluto criticamos en concreto lo que los protagonistas de estos artículos dicen, pero sí cómo se conduce esta idea de arte elitista por parte de los medios, sobre todo los no especializados, que suelen ser los más dados a dar relieve a todo lo que suene a ignorancia. De hecho, llevar al titular esas palabras de Gabriel Erkoreka, por ejemplo, en una entrevista en la que sobre todo se trata su producción musical, es ya bastante llamativo. ¿Por qué vamos a ocultarlo? No, todo lo contrario, hay que darle énfasis, lo que vende, vende.

Si hablamos de música clásico-romántica, podemos pensar todavía en un contexto museístico, en unas formas supervivientes del concierto como acto social. Aunque, dicho sea de paso, esta visión, lejos de perpetuarse, se desvanece cada vez más deprisa. Pero si nos referimos a la música de creación actual, resulta absurdo seguir pensando en fracs y convenciones de rancia herencia burguesa. La realidad es otra, y por muchas razones, la lógica conduce a pensar que un concierto de Alexander Schubert está más cerca del concierto rockero o punk que de un auditorio de “clásica”.

Parece claro entonces que esta categorización de la llamada “música clásica” y, sobre todo, la denominada “contemporánea” se debe más a la necesidad de colocar algo en algún sitio que moleste poco, que no nos haga explicar nada por encima del tópico, no vaya a ser que el lector se confunda y el redactor se disloque varias neuronas en el intento. La música clásica es para gentes de culta alcurnia y debe seguir siendo. Y si no, que lo explique otro.

 

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